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Desde que el fútbol tuvo reglas se comprendió la necesidad de un arquero, un puesto que desde el primer gol anotado en la historia volcó los ojos hacia el portero: El más incomprendido de los jugadores en la cancha.
Un delantero se puede equivocar y no pasa nada, decía Luis Galarza; un arquero se equivoca y el mundo se le viene abajo, agregaba el exguardameta de The Strongest, San José, Always Ready y las selecciones nacionales.
A lo largo de la historia hubo especialistas que cambiaron el rumbo del puesto de quienes deben atajar un balón en la distancia de 7 metros 32 centímetros largo y de 2 metros 34 centímetros de alto de los pórticos.
Lev Yashin, conocido como la “Araña Negra”, modificó la forma de ver el puesto: se negó a que lo “fusilarán debajo del arco”.
El ruso salió de la línea de meta y convirtió la posición en la de un jugador más. A partir de él se habla del arquero-jugador.
Eso le valió el premio al mejor futbolista de Europa, allá por los años cincuenta.
Un notable del puesto fue el argentino Hugo Orlando Gatti, que convirtió la posición de arquero en un show.
El melenudo guardameta terminaba, a veces, entregando el balón a sus compañeros en posición de enganche e iba a cabecear el córner.
Una cinta en la cabeza y pantalones vaqueros le dieron otro toque al arco.
Los estilos de guardameta son dos y bien definidos: El atajador y el volador.
El primero tiene ante todo una excelente colocación, el otro apela a sus reflejos para llegar allí “donde duermen las arañas”.
Estos dos estilos también han caracterizado la historia del fútbol boliviano y entre los más destacados están Griseldo Cobo, “que nunca necesitaba volar” y Luis Galarza, que “siempre volaba”.
Son sólo una muestra de los muchos guardametas que llenaron de luces las canchas nacionales e internacionales.
Hoy, en el ámbito de la Liga, los arqueros parecen haber dejado de lado el primer estilo y cada vez son más los atajadores, que van perdiendo terreno frente a los voladores.
Un rápido repaso a la Liga nos muestra que Sergio Galarza, de Sport Boys, Romel Quiñónez, del Club Bolívar, Hugo Suárez, de Wilstermann, Carlos Lampe, de San José y Carlos Arías, de Oriente Petrolero, entre los más destacados, se inclinan por la segunda opción.
Hace mucho que en país no se ve un portero atajador, cuya colocación y seguimiento de la jugada haga inútil las estiradas espectaculares.
Esa tendencia, sin embargo, abarca también al planeta fútbol. Hoy es difícil encontrar un arquero que con sólo la colocación, solucione todo.
El gran exponente de este estilo de arquero volador fue sin duda el brasileño Gilmar, seguido del argentino Matildo Ubaldo Fillol.
En Bolivia siempre hubo grandes arqueros, de uno u otro estilo, pero sobre todo dieron lo que el público reclama de ellos: Espectáculo.
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