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El trabajo demuestra que el caracol de agua dulce que la transmite es diferente en los diversos países sudamericanos y revela, mediante estudios moleculares, que el origen de la afección está en Uruguay, como consecuencia de la introducción del parásito durante la colonización española
Científicos de la Unidad de Parasitología Humana de la Universidad de Valencia han demostrado por medio de análisis moleculares que el vector (un caracol de agua dulce) de la fascioliasis es diferente en las zonas andinas de las zonas bajas. La investigación es parte de la iniciativa mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra la fascioliasis humana y se ha publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases.
“La fascioliasis es una enfermedad emergente, que puede provocar la muerte en humanos y causa enormes pérdidas en ganado. Se trata de una afección causante del subdesarrollo de las comunidades afectadas y muy relacionada con el cambio climático, que actualmente se está expandiendo geográficamente y cuyo reservorio son especies de ganado”, explica Santiago Mas-Coma, catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia, experto de la OMS en enfermedades parasitarias y coordinador del grupo OMS/FAO/Naciones Unidas de la institución académica.
La principal aportación de la investigación es que la especie vectora, en este caso el caracol que transmite la enfermedad en Sudamérica, es diferente en las zonas altas andinas (Galba truncatula), como Bolivia y Perú, de las zonas bajas (Lymnaea neotropica), como Uruguay, donde esta enfermedad tiene una escasa afección en humanos.
“El grupo, además, ha dilucidado el origen de la enfermedad en Uruguay. Es consecuencia de la introducción del parásito y del vector mediante el manejo de ganado por los españoles en los primeros años de la colonización cuando se transportaba la plata desde las minas de Potosí en Bolivia”, añade Mas-Coma.
En busca de los orígenes
María Dolores Bargues, catedrática de Parasitología de la Universidad de Valencia, ha desarrollado los estudios moleculares de la investigación. “Ha sido una ardua labor de secuenciación del parásito y sus vectores. Hace años desarrollamos unos marcadores de ADN que ahora nos han permitido analizar la trazabilidad de la enfermedad en el pasado y su correlación con los inicios de la colonización española en la época del Virreinato de Río de la Plata que se extendía desde Buenos Aires hasta el Alto Perú. Fue emocionante ir verificando cómo los datos moleculares iban progresivamente dibujando una dispersión de la enfermedad que se ajustaba a la historia de la colonización”, ha destacado.
El trabajo ha sido realizado en colaboración con la División de Laboratorios Veterinarios Miguel C. Rubino (DILAVE) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay. El proyecto ha sido financiado para toda América Latina por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), coordinada por Gerrit Viljoen, de la Sede Central de este organismo en Viena y forma parte del programa de la Organización Mundial de la Salud para erradicar la fascioliasis humana. En la investigación, además de Mas-Coma y Bargues, por parte de la Universidad de Valencia también ha participado el investigador Patricio Artigas, de la Facultad de Farmacia.
Valeria Gayo, veterinaria encargada de endoparásitos de la DILAVE, ha coordinado el Proyecto de la IAEA por parte latinoamericana. En Uruguay la información disponible sobre el ganado y su historia es muy superior a otros países de América. “Esta base de conocimiento y las aportaciones de Gayo y más expertos uruguayos han sido cruciales para un estudio cuyos resultados demuestran que no hay un riesgo serio de infección humana y que el principal vector en el país es diferente del que siempre se había pensado”, apunta Mas-Coma.
“A pesar de llevar trabajando más de 25 años sobre esta enfermedad en Bolivia, Perú y otros Países Andinos, ha sido un país no andino como Uruguay el que ha permitido un avance tan significativo para el conjunto de América. He aquí un bonito ejemplo de la importancia de la colaboración científica internacional y también de la denominada colaboración sur-sur”, completa el catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia.
Tomada de CUARTA COLUMNA DE ESPAÑA.
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