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En los caminos que recorrió los últimos días, en los alrededores de la ciudad de Córdoba (Argentina), Carlos Sainz ganó su última carrera del mundial de rallies, en 2004. Este sábado, además, se coronó como el nuevo campeón del Dakar. El rally raid más duro de los rallies más exigidos en diez años que la carrera lleva celebrándose en Sudamérica (menos de la mitad de los inscritos pudieron terminar la carrera) se acabó convirtiendo en una prueba para supervivientes. Y, por fin, Sainz volvió a pasar de puntillas por todos los grandes peligros, a saber, ríos, socavones, dunas blandas, piedras… Y fue, otra vez, un gran navegador gracias a la aportación de su copiloto, Lucas Cruz, a quien se han estado rifando en los últimos años y por quien el madrileño ha batallado en las últimas ediciones junto a su rival Nasser Al-Attiyah.
Sainz (Madrid, 55 años) se ha alzado este sábado como ganador de su segundo Dakar al finalizar una etapa en bucle, que salía y llegaba a Córdoba, con una cronometrada de 120 kilómetros, a tres minutos y 19 segundos del vencedor, Giniel de Villiers (Toyota), y en novena posición. El piloto de Peugeot pudo defender así su ventaja al frente de la clasificación de 45 minutos.
“Peugeot ya había ganado en dos ocasiones, pero la cantidad de trabajo que habíamos puesto en el coche desde hace cuatro años ha sido brutal. Es una recompensa merecida”, dijo Sainz al bajar del coche, feliz. El piloto español, que ya ganó en 2010 su primer Dakar con un Volkswagen Touareg, fue el único que no cometió ningún error en la carrera, más allá de un par de pinchazos y un problema con el cambio de marchas de su buggy que le obligó a terminar la antepenúltima etapa en tercera marcha. Todos sus rivales tuvieron accidentes más o menos graves que les hicieron perder tantos minutos que la segunda semana de competición fue para Sainz una carrera contra sí mismo, una prueba de estrategia y un reto por tener que contenerse y competir a la velocidad justa, ni muy rápido ni demasiado lento.
Así ha gestionado el madrileño las últimas etapas de la carrera, con mucha inteligencia. Especialmente, después de comprobar que las primeras etapas, con mucha duna, grande o pequeña, más o menos blanda, se le habían atragantado ligeramente. Eso sí, las últimas etapas fueron un regalo para Sainz: mucho camino, algo de vegetación, ni un grano de arena. Y logró, con calma, alejar de la pelea por la victoria a Monsier Dakar, su compañero de equipo Stéphane Peterhansel, y al príncipe del desierto catarí, Nasser Al-Attiyah (Toyota).
Tras cruzar la meta en Córdoba, Sainz certificó su ventaja y sucedió a Peterhansel, ganador de las últimas dos ediciones del Rally Dakar y finalmente, tras un accidente sufrido este viernes, fuera del preciado podio. En segundo lugar finalizó Al-Attiyah, que apretó y esperó un error del español que nunca llegó. En tercer lugar, después de grandes etapas en la segunda parte del rally, quedó De Villiers. La victoria fue así para buggy, pero en el podio final se colaron los dos 4x4 de Toyota. Los cambios efectuados en el reglamento, que buscaban minimizar las ventajas que habían adquirido los buggies en los últimos años, dieron pues resultado.
En motos, el ganador fue, por vez primera Matthias Walkner (Kuchl, Austria; 31 años), que se erigió en dominador de la categoría después de aquella etapa fatídica en la que todos los favoritos se perdieron dirección a Belén y cedieron muchos minutos en la general. Era la décima etapa y él fue unos de los pocos que fue capaz de orientarse. Ganó la etapa y se colocó líder de la general. Desde entonces no tuvo más que conservar la ventaja al frente de la clasificación. Y este sábado cerró el Dakar después de terminar a cinco minutos de Kevin Benavides. Y le dio la victoria a KTM, la fábrica que lleva ganando el Dakar de forma ininterrumpida desde el 2001.
TOMADO DE EL PAIS
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