- 3187 lecturas
Para toda la vida. Suena fuerte. Es una sentencia romántica, comprometida y difícil de sostener. Ellos lo vienen logrando. Palito Ortega y Evangelina Salazar se casaron hace 50 años bajo ese lema que hoy suena a utopía.
Ayer celebraron sus Bodas de Oro: renovaron votos matrimoniales en el Vaticano, con la bendición del Papa Francisco. Fue una promesa para sus nietos. “Les dijimos que los abuelos se iban a volver a casar para que nos puedan ver”, contó Evangelina.
Medio siglo atrás, ella era casi una adolescente de 20 años, una actriz de futuro prometedor que unía su vida a la de Palito, ídolo de la música gracias a su paso por el Club del Clan, uno de los hombres más populares del momento. Su casamiento, el 2 de marzo de 1967, fue un acontecimiento mediático que revolucionó todo. En vivo, por Canal 13, conducido por Pipo Mancera y Antonio Carrizo, el suyo fue el primer casamiento televisado de la historia argentina.
Aunque para todo el mundo es Palito, ella lo llama por el nombre: Ramón. Más bien callado e introvertido, Evangelina aceptó esa faceta taciturna de su marido. Y por eso, discuten poco o en voz baja. El, por su parte, siempre reconoció públicamente ser el más celoso de los dos y admitió que ella “sacrificó mucho más” que él para llevar adelante la relación.
De hecho, Evangelina había ganado un premio como mejor actriz en el Festival de San Sebastián, en 1966, por la película Del brazo y por la calle, junto al galán de la época, Rodolfo Bebán. Pero con la llegada de los hijos (seis), Salazar relegó su carrerapara dedicarse por completo a la familia. El, el hombre público, el artista, el político. Ella, la de perfil bajo, la que teje los hilos por detrás, el pilar de todo el clan. Dicen que así lo decidieron desde un principio y lo supieron sostener en el tiempo.
El chico humilde de Tucumán que se hizo de abajo y logró el sueño de ser famoso con sus canciones y la chica que se había hecho conocida por su personaje de Jacinta Pichimauida en la televisión y por varias películas, se conocieron en un set de filmación. Mi primera novia, filme dirigido por Enrique Carreras, fue el que, premonitoriamente, los unió para siempre. En esa historia ella lo dejaba por un joven estadounidense. Pero la realidad tomó revancha y, un año después, el noviazgo se convirtió en matrimonio.
El 27 de febrero de 1967, Palito y Evangelina pasaron por el Registro Civil, en una ceremonia que fue presenciada por 2.000 personas. Unos días después, el 2 de marzo, en la Abadía de San Benito, en Belgrano, fue la boda por Iglesia, con el jockey Irineo Leguizamo como uno de los padrinos. La fiesta fue para familiares y amigos en la sede del Tiro Federal y la luna de miel, en México.
En cincuenta años juntos les pasó de todo, como a todas las parejas que transitan medio siglo codo a codo. Tuvieron seis hijos:Martín, Julieta, Sebastián, Emanuel, Luis y Rosario.
Juntos vivieron la época de gloria de Palito -vendió millones de discos, protagonizó películas, una detrás de otra y la fama fue en alza-. Pero también hubo una época de vacas flacas, de críticas para Ortega, de deudas cuando él, ya convertido en productor, trajo a Frank Sinatra, a principios de los ‘80. La pareja nunca se resquebrajó por esos altibajos.
Luego llegaron los años en Miami, en los que Ortega se vinculó con la producción de TV. Más tarde, el regreso a la Argentina y la etapa de Palito gobernador de Tucumán. Tampoco fueron un lecho de rosas esos años, pero la pareja siguió unida.
En 2000, con el regreso de Palito a la música, comenzó una nueva página en la historia del matrimonio. La familia se agrandó, los hijos empezaron a brillar con luz propia y los nietos completaron el cuadro. La familia se transformó en clan. Recién entonces, Evangelina decidió volver a asomarse a la actuación de la mano de sus hijos.En cine lo hizo dirigida por Luis y en televisión, por Sebastián. Julieta heredó su vocación de actriz. Por otra parte, Emanuel y Rosario siguieron los pasos paternos con la música.
Más de una vez, Palito y Evangelina admitieron ser “chapados a la antigua”, un tanto conservadores. Por eso no resultó fácil asimilar las separaciones que vivieron algunos de sus hijos (Sebastián, Julieta) en sus matrimonios. Evangelina reconoció haber intentado ayudarlos a recomponer esos vínculos, pero no fue posible. El modelo de la pareja vigente a través de las décadas no es fácil de imitar. Mucho menos en la farándula.
Un mérito de la pareja es haber podido resguardar bastante sus trapitos sucios. Su pacto fundacional funcionó.
Hace cincuenta años, se casaron rodeados de una multitud. Ahora, buscaron la serenidad. En su cuenta de Twitter, su hijo mayor, Martín, publicó una foto de sus padres junto al Papa y escribió: “Amor eterno”.
TOMADO DE EL CLARIN
- 3187 lecturas