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Los manuales de campaña electoral norteamericanos aconsejan que los políticos traten de provocar un “spin” cuando están ante un escenario negativo.“Spin” quiere decir “girar”, por lo que el término implica “cambiar las cosas” aunque sea de manera antiética y forzada, hacia la conveniencia del político en cuestión. Ejemplo esquemático: se descubre que un candidato no ha pagado sus impuestos y, éste, en su defensa, señala que “deseaba demostrar” si la oficina respectiva “estaba atenta” a descubrir casos como el suyo.
El Chapulín Colorado hacía algo similar. Cuando chocaba su cabeza con un poste debido a su torpeza, explicaba algo así como: “estoy bien, solo estaba probando la resistencia del poste”.
Más o menos eso es lo que ha hecho el vicepresidente Álvaro García Linera con su explicación de la victoria del “No” en los comicios del domingo pasado. En vez de realizar un análisis más o menos objetivo de lo sucedido, hizo un “spin”, una “chapulineada”: dijo que ese resultado demuestra que los cinco departamentos del país en los que perdió la opción “Sí” aspiran a tener un gobierno centralista y fuerte. Es decir, el de Evo.
Eso es claramente falso. El resultado del domingo tiene, a mi parecer, estos orígenes:
Uno: Fue un voto contra el gobierno. Quienes no respaldan al oficialismo y están asqueados (y preocupados) con la posibilidad de que Evo se eternice en el poder, votaron que “No” como una manera de intentar un cierto equilibrio de fuerzas. Hoy el gobierno tiene todo a su favor, pensaban, y que pierda en los referendos era una manera de reducir su poder. Como el MAS fue la única entidad a nivel nacional que apoyaba el “Sí”, entonces decir “No” era la forma lógica de darle la contra.
Dos: Otro sector de esos votantes representa un grupo menos politizado y, quizás, más sensato: los que decían que no podían apoyar unos estatutos que nadie conoce y que no se sabe cómo fueron redactados. O sí se sabe, fue entre gallos y medianoche, redactado por un puñado de masistas de cada departamento monitoreados de cerca por la Vicepresidencia y Ministerio de la Presidencia. Entonces, ante documentos que la gente desconocía, prefirió votar “No”. Y fue también una forma de castigar a las autoridades por haber organizado los comicios de una manera tan chapucera e improvisada.
Tres: En mi opinión, existe un tercer segmento, tanto de personas que respaldan al gobierno, como que lo rechazan, y que también votó que “No”. Es aquel que está conformado por quienes creen que en Bolivia nunca habrá genuina autonomía departamental mientras esté Evo en el poder. Este es un grupo lúcido, que intuye que la marcha hacia la autonomía no es más que una manera del gobierno de hacer “spin”, de apropiarse de un discurso en el que no cree y al que empezó a utilizar para arrebatarle unas banderas de lucha que Santa Cruz y otros departamentos del oriente flameaban con algo más de legitimidad.
¿O alguien cree realmente que Morales desea darle más poder, y recursos, a los departamentos, restando el suyo propio? Las huinflas. Todo este show no es nada más la consecución de una serie de eventos que siguieron por inercia: en el oriente se demandaba autonomía; el gobierno primero la rechazó, en 2006; cuando el Ejecutivo vio que era más inteligente apoyarla, lo hizo, pero solo de boca para afuera. Y luego los plazos legales empezaron a cumplirse. Hasta que se llegó al momento inevitable en la que la gente tuvo que votar por un tema que considera lejano, que el gobierno no apoya, con unos estatutos ignotos y una insólita norma del Tribunal Supremo Electoral que le prohibía a los políticos pronunciarse sobre el fondo del asunto.
Yo recomendaría a los dirigentes opositores no caer en la tentación de pensar que este resultado implica un obstáculo más o menos serio para el plan principal del gobierno, como es la reelección. No lo es. Cuando el gobierno inicie, a todo vapor, su estrategia, ponga en marcha toda su (gran) maquinaria informativa y propagandística y coloque a Evo haciendo campaña hasta en el último rincón del país, las cosas serán distintas. Me parece que Morales tendrá todas las de ganar independientemente de cómo resulte el fallo de La Haya que debe conocerse hoy. Si es favorable a la causa marítima boliviana, será un impulso adicional para el Presidente. Pero aun si no lo fuera, en ese momento saldrán nuevamente los expertos en “spins” a decir que, en realidad, haber perdido en el Tribunal Internacional es una forma de vencer. Así que, como he señalado ya antes, tenemos Evo para largo. Que la fuerza nos acompañe.
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