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Es probable que el nombre de Luís Ramiro Beltrán para las nuevas generaciones sea un nombre poco familiar, a pesar de ello el país no puede desconocer el aporte fundamental que este orureño de cepa y paceño de corazón, imprimió en el mundo de la comunicación y no sólo en Bolivia
Con voz propia pateó el tablero convencional del entonces rol de la comunicación para plantear una propuesta humanizadora y horizontal: Comunicación para el Desarrollo, comunicación dirigida a promover cambios y transformaciones en la sociedad, constituyéndose en medio y fin.
Beltrán en un face to face comunicacional nos plantea tres caras de una misma medalla: Comunicación para el Desarrollo, un trabajo con la gente para crear una atmósfera favorable al cambio. Comunicación de apoyo al desarrollo para la generación de proyectos que propugnen el desarrollo y finalmente la Comunicación Alternativa para el Desarrollo Democrático que busca ampliar y equilibrar el acceso y participación de la ciudadanía.
Pero Luis Ramiro es más que eso. Durante años y con gran entusiasmo coleccionó instrumentos musicales de diversos países con los cuales conformó la armoniosa y ruidosa “Unidad Móvil del Relajo”, un invento musical inédito que permitió a colegas comunicadores, historiadores, poetas y amigos compartir alegres momentos.
No conforme con este invento, aún no registrado, rebuscó en su biblioteca y con la complicidad de varios amigos músicos, desenterró antiguas canciones en quechua y aymara sobre el infierno verde vivido por nuestros compatriotas en el Chaco cuyas letras reflejaban no sólo la crueldad de la guerra, sino que ponían de manifiesto la inexperiencia de los militares bolivianos en el campo de batalla que contribuyo a cientos de bajas.
Beltrán para el desarrollo es una máquina imparable, sigue plasmando ideas y reinventando teorías que permitan comunicarnos más y mejor a través de una comunicación alterativa y participativa, como la que él soñó.
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