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La fotografía Carmen Rocío Angola más allá de ser una simple representación gráfica con su producción maravilló con la exposición de imágenes que reflejan el vivir cotidiano de un pueblo. El evento cultural fue realizado la Cinemateca Boliviana, ciudad de La Paz.
La afroboliviana desarrolló su gusto por la fotografía desde los ocho años, y bajo la premisa de poder indagar sobre sus orígenes empezó con el arte fotográfico a nivel profesional.
Su exposición titulada: “Reflejos yungueños” tiene el propósito de mostrar los sentimientos escondidos de su pueblo, además de intentar sanar las heridas del racismo que sufrió su pueblo su natal.
“Mi trabajo es mostrar de cerca a los afrobolivianos, sus rasgos, su nariz y ojos grandes; sus labios gruesos y su cabello tupido. Somos únicos y tenemos que empezar a querernos y amarnos entre todos con la diversidad que tenemos en nuestro país. Me di cuenta que tenía que dar mi aporte a mi pueblo y este es el aporte que doy: la identidad del rescate cultural que se tiene que hacer con nuestro pueblo afrodescendiente que está todavía invisibilizado”, afirmó.
La artista relató que ella viene de un matrimonio mixto, su padre afrodescendiente y su madre de ascendencia aymara. Recuerda que una de las personas que le inculcó los valores de las raíces afrodescendientes fue su madre.
“Ella ha luchado y vivido en el tiempo, cuando el negro era visto como ladrón por las historias del ‘Sambo Salvito’. El negro era también visto como (gente de) servidumbre, todavía somos vistos así”, argumentó.
Angola explicó que hay mucho camino por recorrer para sanar las heridas ancestrales de su pueblo, que el mismo le ha dado la posibilidad de trabajar con la fotografía de los niños afrodescendientes, con quienes habló sobre su identidad.
“Me identifique con muchos de los testimonios expuestos en el documental ‘Darkgirls’. Yo viví en un círculo de (personas) blancas cuando fui parte de un conservatorio, allí no habían afrodescendientes. Hasta los 12 años yo vivía en una burbuja porque no me identificada como parte de mi pueblo, pero tampoco como blanca. Cuando me di cuenta que era distinta, los demás me veían como diferente y empezó mi sufrimiento interno”, sostuvo, pero desde el nacimiento de su primer hijo entendió que debía estar orgullosa de sus raíces negras.
La artista subrayó su orgullo de haber procreado a un ser que seguirá el camino de su pueblo, aunque también dijo que las personas que mantienen los prejuicios convierten al hombre y mujer afrodescendiente en un objeto ornamental o raro.
“Cuando hay una reunión de blancos y un negro ingresa debe tomarse tal hecho como común y normal, dejen de vernos como algo extraño. Creo que ahora va a ser más fácil aceptar ese hecho por parte de las personas que asisten a este evento. Al igual que, nosotros deberíamos incluirnos sin problemas a las actividades de la sociedad”, enfatizó.
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