Iglesia

Política
Condena cobro de coimas y enriquecimiento ilícito aprovechando el cargo que ocupan. “Hablamos de la verdad y vendemos el alma y la conciencia por alinearnos a estructuras e imposiciones políticas y sociales”, observó.
Regional
El jurista indicó que, hechas las investigaciones, se supo que los predios son objeto de un intento de tráfico de tierras de parte de la señora Mileidi A. F., quien ya tiene una denuncia en su contra.
Social
Juárez advierte que repartir a manos llenas condones, es una provocación para el mal uso de la sexualidad que se convertiría en genitalidad y también en lascivia, que son pecados que van contra la gracia del bautizo.
Política
Recuerda que las personas solo deben arrodillarse ante Dios y no ante ningún poder humano, por más que pretenda endiosarse y que domine sobre los demás, porque esto además de mellar la dignidad de las personas, es una grave ofensa a Dios.
Social
"En Bolivia el valor de la vida y la dignidad de la persona humana están sujetas al imperio de organizaciones internacionales económicamente poderosas", manifestó monseñor Scarpellini

¿Qué sabe de los “millennials”?

Gary Antonio Rodríguez Álvarez

Se los llama la Generación Y, sucesora de la Generación X (de 1960 a 1980, en la que nací yo), que precedió a la Generación Baby Boom, posterior a la Segunda Guerra Mundial (en la que nacieron mis papás); se les dice millennials -mileniales, en español- a los nacidos entre el primer quinquenio de los ´80 hasta inicios del 2000 (Wikipedia.org), lapso durante el cual ¡nacieron mis dos hijos!

 

A diferencia de la vaga delimitación temporal donde hay consenso es en que los millennials son jóvenes versátiles al cambio gracias a que la tecnología, la información y la comunicación que están de su lado, al extremo que el teléfono inteligente (smartphone) casi hace parte de su cuerpo en función de las redes sociales; son profesionalmente bien formados y prefieren trabajar en lo que les gusta, antes que en algo fijo.

Se dice de que son muy críticos -exigentes- que reclaman autodeterminarse y el ser escuchados sin importar su edad o experiencia, y la socióloga Kathleen Shaputis los llamó la Generación Peter Pan por su tendencia a retrasar su paso de jóvenes a adultos, y su apego a vivir por más tiempo en la casa paterna (ibidem).

Nacieron en tiempos de prosperidad -lo tuvieron todo fácil- de ahí su propensión a ser egocéntricos e irreverentes en el trabajo, como se lee en “Millennials: la generación malcriada que quiere cambiar al mundo” (www.abc.es).

Pero, “los millennials también tienen virtudes a explotar y enriquecer: aman la naturaleza, rechazan las injusticias y la corrupción, respetan el medio ambiente, son solidarios cuando se los convoca en redes, son más ejecutores que planificadores. Hay que ir por lo positivo, aún hay esperanza para el futuro”, dice en su defensa Fernando López, CEO de la prestigiosa LOLA GROUP, instando a tomar en cuenta esto a fin de aprovechar el enorme potencial que ellos poseen.

Si bien la excepción hace a la regla, preocupa que haya jóvenes que ni estudian ni trabajan (Ninis) y otros que siendo profesionales y trabajando, no ayudan a sus padres.

¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Les damos tiempo o cosas a cambio? ¿Qué hacemos frente a la absorbente tecnología? ¿Tienen límites de horario? ¿Qué de sus responsabilidades en casa? ¿Nos importan tanto como para disciplinarlos, así nos duela?

Si una situación indeseada se origina en casa, la solución está en casa también. Dios dice que si nos volvemos a Él, Él se volverá a nosotros. Hay que implantar la Palabra de Dios en el corazón de los millennials para que ellos y sus generaciones, no sufran...

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Santa Cruz, 15 de noviembre de 2017

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Social
El TCP declaró inconstitucional el parágrafo II del artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, el cual otorgaba a quien cambiaba de sexo “todos los derechos fundamentales, políticos, laborales, civiles, económicos y sociales, así como las obligaciones inherentes a la identidad de género asumida”.

¿Dios un buen negocio?

Hernan Cabrera

He visto y oído a pastores elegantemente vestidos, con trajes muy fijos, zapatos de charol, con relojes y anillos de oro, bien peinaditos, con gel y perfumes, seguramente caros, discursear o sermonear a nombre de Dios, exigiéndole sacrificios a sus seguidores, y hablar de la pobreza. Esto me genera una crisis interna o dudas profundas, si me pongo a pensar que Jesús y sus apóstoles cuando se juntaban para orar y para hablar a las masas, lo hacían ataviados de túnicas casi rotas, en abarcas, con el cuerpo cansado y sucio. Incluso Pablo, Pedro, los padres de la Iglesia, fueron pobres al extremo, que así torturados y perseguidos compartían la palabra de Dios. Cómo me duele pronunciar a Dios en medio de tanta impostura y aprovechamiento de sujetos que vienen explotando el sentimiento de dolor, de tristeza, de angustia y desesperación de mucha gente, que a estas alturas requiere esperanzas y certezas.

Ni se diga de Jesucristo, el hijo de Dios, el enviado del Señor, que de acuerdo a los relatos de la Biblia, su palabra sencilla, su humildad, su pobreza y su sabiduría lograba reunir a mucha gente, y con solo escucharlo, toda esa gente acongojada, enferma, desesperada sentía alivio y salud. San Francisco, llevó al extremo su opción por Jesús: abandonó riquezas, lujos, comodidades y se lanzó a predicar y a hacer la palabra de Dios con su ejemplo, y con solo su sotana.

Pero en la actualidad, con la expansión y el crecimiento de las religiones, cuyos pastores, profetas, han encontrado en la palabra de Dios, mecanismos y herramientas de subsistencia y de riqueza. Dios se ha convertido en un negocio bonito, que a nombre del diezmo, y de la salvación de las almas, los seguidores están en la obligación de dar parte de sus ganancias a una alcancía común, que nadie rinde cuentas de ellos, así como sucede con la Iglesia Católica, con las limosnas, que en cada misa hay que depositar a las fuentes o canastos que pasan por las filas donde están sentados los fieles.

Pero me cuesta asimilar que en las religiones que tienen una diversidad de nombres: Pare de Sufrir, Tiempo de cambio, Jehová, La medalla Milagrosa, Metodista, Amor de Cristo, y muchas otras, encuentro a los predicadores y pastores como si a ellos la pobreza no les afecta para nada y tienen todo lo que la Biblia o los santos y pastores de antes carecían. Sé de algunas personas, que las conozco y que hacen gala de sus pertenencias en las redes sociales, que tienen vehículos último modelo, tanto para ellos como para sus hijos, viviendas lujosas, se alojan en mejores hoteles, tienen los mejores trajes y vestidos en sus cuerpos cada vez que hay sus asambleas o cultos. Definitivamente esto me lleva a dudas y serias contradicciones, y me pregunto: ¿Dios estará contento con sus pastores hoy que hacen gala de riqueza y de poder? ¿Dios sabrá que a su nombre cobran diezmos a esa pobre gente que está desesperada de encontrar una solución a sus problemas económicos? ¿Por qué esos pastores hablan de sacrificios y pobreza, si aparentan y tienen lujos? ¿Dios es un negocio o es una fe o un estilo de vida? ¿Por qué han proliferado tantas religiones y éstas han hecho de la palabra de Dios una actividad comercial?

¿Será que Dios querrá todo esto que están haciendo las religiones, incluida la Católica? En fin, hablar de religión en Bolivia es delicado, susceptible, porque cada cual considera que tiene la verdad absoluta, cuando esa verdad la tiene solo Cristo: Yo soy la verdad, la luz, y lo  que hacemos los humanos, con religión o sin ella, es buscar esa verdad de forma permanente.

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Seguridad
Según el Defensor, ayer Modesto Clares se comunicó para pedir que “por su vida se evite cualquier posibilidad de intervención”.

Verdades incómodas

Juan José Toro Montoya

Según el evangelista Juan, fue Jesús quien dijo que la verdad nos hará libres. Sin embargo, las dictaduras y tiranías se encargan de invertir las cosas y mandan a encarcelar a quienes dicen la verdad.

Si de verdad se trata, los periodistas están en primera línea. Informan e investigan y su trabajo pocas veces gusta a todos. Para la mayoría, especialmente para quienes quieren mantener escondidas ciertas cosas, las publicaciones periodísticas son incómodas.

Lo mismo pasa con la historia pero a largo plazo. Como se sabe, la historia la escriben los vencedores; es decir, aquellos que tienen el control y prefieren que sea su versión la que repitan las futuras generaciones.

La intención de mostrar las cosas desde cierta óptica determina que la historia sea falseada, cuando no falsificada.

El caso emblemático —pero poco conocido— de la historia boliviana tendría que ser el del inca Tupaj Yupanki, sucesor de Pachakuti. Como saben los historiadores, Pachakuti fue quien convirtió al Cuzco de un simple curacazgo a todo un imperio. Cuando asumió el poder, con poco más de 30 años, Tupaj Yupanki entendió que la única forma de consolidar al Tawantinsuyo era borrando la historia de los pueblos sojuzgados, entre ellos chankas y kollas. Por ello, ordenó matar a todos los amautas y kipukamayuj que conocían la historia de sus pueblos y ordenó que se escriba otra, a conveniencia suya. Tomó algunas historias, como las de Manko Kapaj y los hermanos Ayar, y, al considerarlas convenientes para añadirlas al linaje de los incas, las asumió como si hubiesen sido parte de su cultura. Para evitar filtraciones de lo que fue la cultura de los vencidos, ordenó que se eliminara la escritura y, por ello, el imperio incaico estaba ágrafo cuando llegaron los conquistadores españoles.  

Esa es la razón por la que los hechos históricos deben investigarse las veces que sea necesario. Los hombres y sus hechos dejan huellas y estas son las que pueden aproximarnos lo más posible a la verdad.

Por tanto, la historia no es inmutable. Si la investigación demuestra que uno o más hechos ocurrieron de manera distinta a como fueron contados, hay que corregir los equívocos o enmendar las omisiones.  

Pero, al igual que en el periodismo, mucho de lo que la investigación historiográfica revela puede incomodar a bastante gente. Sucedió antes, sucede ahora y sucederá siempre.

En el país, por ejemplo, no cayó bien un libro sobre Germán Busch, el expresidente cuya dimensión histórica va más allá de lo que la mayoría conoce y, por ello mismo, merece más investigaciones.

En Potosí, una de las ciudades con más historia del continente, la gente opta por la indiferencia. Cuando se descubre que un hecho no ocurrió de una forma sino de otra, lo único que se hace es ignorarlo y se prefiere repetir lo anterior, aunque esté equivocado. Pasa con la inexistente fundación de la ciudad y pasa con su mayor héroe, Alonso Yáñez, a quien la mayoría prefiere seguir llamando José Alonso de Ibáñez.

Pero una verdad incómoda sacó ronchas recientemente. Publicar que Potosí tiene agua gracias a la minería, porque en eso coinciden la mayoría de las fuentes, no gustó a mucha gente que, más allá de rebatir, prefirió utilizar las redes sociales para desprestigiar el artículo que lo revelaba.

Las verdades incómodas deben ser motivo de debate, no de descrédito para el autor. Si, en lugar de rebatir una investigación, se ataca al autor por la espalda, entonces la verdad no nos hará libres… nos esclavizará a algunas de las más bajas pasiones humanas.

 

 

 

 

 

  

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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