Haití

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Las organizaciones de la sociedad civil temen que miles de personas de origen haitiano sean deportadas de forma masiva tras la expiración de un plan dominicano de regularización migatoria
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Una descarga eléctrica alcanzó al cantante de una carroza y provocó pánico entre la multitud.
Internacional
El gobierno de Nicolás Maduro anunció la compra de 10.000 Surtabs, unas tabletas “Made in Haiti” con sistema operativo Android que cuestan entre 100 y 285 dólares.
Internacional
La reconstrucción del país, afectado por un terremoto en 2010, se gestiona a través de la ayuda de organismos multilaterales y la Administración estadounidense.

UN AÑO MÁS DEL TERREMOTO EN HAITI

Constantino Rojas Burgos

Hace cuatro años, el 12 de enero de 2010, el mundo se conmocionaba por el “desproporcionado” terremoto que afectó a Puerto Príncipe, la capital del país. El terremoto perturbó también a Jacmel, una ciudad portuaria ubicada a 40 kilómetros al sudeste de Puerto Príncipe, la capital del país.

El devastador terremoto se encuentra registrado en el récord de los mayores desastres ocurridos en el mundo. Los diarios internacionales titulaban el hecho señalando “ La tragedia de Haití”, “Hecatombe”, “Pobre Haití”, “Olor a muerte”,  “Haití en angustia”, “Haití pide ayuda”, “Es inmensa la tragedia en Haití, 100 mil muertos”, ¡Arrasado Haití!, “El drama es indescriptible”, “Calculan 100 mil muertos en Haití”.

Según informes oficiales del gobierno haitiano, en aquel terremoto murieron cerca de 200 mil personas, unas 300 mil quedaron heridas, unos 180 mil edificios fueron dañados y destrozados, incluyendo un total del 80 por ciento de escuelas y hospitales desplomados y fuera de servicio.

El terremoto dañó la infraestructura caminera, viviendas, calles, avenidas, teléfonos y sistemas de comunicación informática, sistema de distribución eléctrica, de agua potable; se desplomaron edificios públicos como hospitales, mercados, escuelas, iglesias, estaciones de policía, instituciones públicas, etc., dejando paralizada la ciudad por la cantidad de edificios desplomados y  personas con traumas psicológicos, fracturas, quemaduras y en otros casos, aplastados por los escombros.

Gente desplazada que se quedó sin casa y que ahora vive en campamentos de cientos de carpas, que aun espera el aporte del gobierno y de las organizaciones internacionales, para superar un daño que provocó la naturaleza y que dejó indefensos a miles de haitianos, que sobrellevan encima los problemas ocasionados por este devastador terremoto, que ahora ya es parte de la historia mundial.

El terremoto en Puerto Príncipe dejó a más de 1,5 millones de personas que se quedaron sin hogar. Aún hoy, en varios sectores de la ciudad, existen campamentos donde las familias viven en carpas y tugurios con problemas de acceso a servicios básicos; los jóvenes, la fuerza productiva del país, se dedican al trabajo informal vendiendo agua y gaseosas en las principales calles del centro de la ciudad o la salida a ciudades intermedias.

Los haitianos de a pie, en general,  pese a tener recuerdos ingratos y dolorosos por la pérdida de familiares, buscan alternativas para solucionar el problema de empleo, vivienda, acceso a educación para sus hijos, de atención sanitaria que les permita vivir con cierta dignidad y tener un futuro promisorio para el país más pobre de América, donde el 80 por ciento de la población vive por debajo de la línea de la pobreza en una economía de subsistencia.

Después de los cuatro años de ocurrido el terremoto en Puerto Príncipe y Jacmel, es de esperar que este país, que tiene una historia de saqueo de sus recursos naturales, esclavitud de sus habitantes, de humillación y permanente conflicto con el país vecino de la República Dominicana, pueda encontrar un mejor destino para sus habitantes, que a pesar de las difíciles condiciones de vida en el que transcurren todos los días, la gente asume su vida cotidiana con alegría, entusiasmo y esfuerzo por lo que hacen.

Los haitianos, en general, son personas honradas y responsables con los compromisos que asumen, respetuosos de las normas de convivencia, pese al terremoto que diezmó las posibilidades de una mejor vida a futuro. En Puerto Príncipe o Jacmel, no se aprecian actitudes de violencia, robos, atracos ni violaciones como ocurre frecuentemente en otros países de América Latina y el Caribe. Haití merece un mejor destino.

El autor es periodista y docente universitario

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UNA VISIÓN SOBRE HAITI

Constantino Rojas Burgos

En la escuela los profesores decían que Haití era el país más pobre de América Latina y que luego para nuestro consuelo, después estaba Bolivia. Escuché bastante sobre Haití cuando participaba de la Asamblea de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) como Director del Centro de Producción Radiofónica (CEPRA) en los años ochenta.

La presencia de haitianos en ALER hacían referencia a Radio Soleil, una radio popular cuya programación asumía el creole (criollo) como idioma oficial, acompañando la jornada de cada día para lograr la concientización del poblador haitiano que vivió una época larga de la dictadura de Francois Duvalier “Papa Doc” a partir de 1957 y el hijo Jean Claude Duvalier “Baby Doc” hasta 1986, este último obligado a renunciar por una protesta popular.

Con la recuperación de la democracia en Haití el presidente de la República Jean Bertrand Aristide asumió el poder por elecciones en el año1990  y cuya esperanza de los haitianos estaba centrada en este ex sacerdote que tuvo la valentía de asumir la transición de largos años de dictadura hacia la democracia y que fue depuesto por un golpe militar.

Aristide en Cochabamba me concedió una entrevista exclusiva en el Hotel Portales y que fue posible conocer que la transición democrática no era un proceso fácil por los resabios que había dejado la estructura política del clan de los dictadores Papa Doc y Baby Doc Duvalier. De hecho ganó dos elecciones democráticas y no fue posible dar continuidad a su gobierno, por la inestabilidad política de su país.

Otro momento de mi interés por Haití sobrevino repentinamente cuando ocurrió el terremoto un 12 de enero de 2010 donde 200 mil haitianos murieron en Puerto Príncipe y Jacmel, unos aplastados bajo los escombros de los edificios y otros que sobrevivieron pero fueron abandonados a su suerte, debido a que la reconstrucción no fue muy fácil para la cantidad de habitantes que tiene Haití (342.694 habitantes) para una superficie de 166 kilómetros cuadrados con una densidad de 2071 habitantes por kilómetro cuadrado.

Mi interés por Haití se profundiza más cuando mi hija decide postularse como voluntaria a una institución denominada América Solidaria con sede en Santiago de Chile para trabajar en una fundación entonces socia de la primera denominada TECHO, de origen también chileno cuyo enfoque es el desarrollo comunitario en las comunidades más desfavorecidas de Puerto Príncipe.

Me costó aceptar que mi hija había decidido dejar las comodidades de la casa para irse precisamente al país más pobre de América Latina. Al inicio estaba decepcionado, pero después comprendí que esa decisión había que respetarla.

Ha transcurrido un año y dos meses de su estadía en Puerto Príncipe y para esta vacación de fin de año decidí viajar a Haití y pasar la Navidad y el Año Nuevo en el país más pobre de América Latina junto a mi esposa y mis dos hijas.

La pobreza se evidencia cuando se cruza la frontera de Santo Domingo hacia Haití, se acaba la carretera asfaltada y empieza la de tierra, la vegetación desaparece de pronto para ver una planicie descolorida.

En Puerto Príncipe el alumbrado eléctrico en las calles es insuficiente y en el domicilio racionado a partir de las 20:00 horas hasta las 06:00 de la mañana, el transporte predominante se hace en motocicleta y el taptap, servicio de transporte público adaptado en camionetas con asientos y cubierta de metal.

Así como Haití es pobre, es posible también destacar su riqueza turística de la que no se dice nada como Jacmel y Cabo Haitiano con playas a la rivera del mar, pinturas y arte haitiano que bien motivan para decir: “Esto continuará”.

El autor es periodista y docente universitario

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