bloqueo de caminos

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No hay señales de diálogo y la población espera resultados de la autopsia al cadáver para conocer las causas de la muerte de Samuel Vallejos. Hay tenso habiente en la población.
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“Los alcaldes sacan y sacan plata de la alcaldía para llenar los bolsillos de fiscales y jueces”, dijo una vecina entrevistada en el mismo punto de bloqueo.
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Las labores escolares fueron suspendidas nuevamente y se aguarda el arribo de una comisión del gobierno para encontrar una solución al pedido de renuncia del alcalde Franz Valdez (MAS).

EL PAÍS DE LOS BLOQUEOS

Constantino Rojas Burgos

“Ya le estoy esperando en la terminal de buses como quedamos para el viaje a Oruro”. “Podrías estar comprando los pasajes, yo llego en seguida. Llamada de teléfono, “Le cuento que ninguna flota estávendiendo pasajes, porque dicen que hay bloqueo de caminos de los regantes en el rio Huayculi y otro en Parotani”.

Son las once de la  mañana y en la terminal no quieren vender pasajes. “Ahora qué hacemos, tenemos que llegar o Oruro para las 19:00 horas y tomar tren hacia Atocha”. “Podríamos ir a Oruro en avión”. Llamada a BOA, nos enteramos que a Oruro viajan solo los días viernes, sábado y domingos en horas de la mañana.

Otra alternativa, “viajar en avión a La Paz y desde El Alto abordar el bus hacia Oruro, pero  necesitamos como tres horas de viaje sin tomar en cuenta otros detalles”.  Averiguado el itinerarioel primer vuelo sale a las 16:45. Finalmente a cuenta y riesgo sale una flota a las 14:00 horas,  con el advertido que iría por un desvío y que tardaríamos unas cinco horas para llegar a destino.

Estas son algunas de las preocupaciones de los pasajeros que viajan por distintos puntos del país y que deben sortear una serie de dificultades para llegar a su destino. Heredamos la cultura de bloquear caminos para plantear demandas al gobierno en busca de solución,  por la vía de la presión y el perjuicio que se ocasiona a miles de personas que se quedan en la incertidumbre de no saber qué hacer.

El bloqueo de caminos se constituye en un mecanismo de presión para que la demanda de los sectores sociales: —fabriles, regantes, mineros, campesinos, cocaleros, maestros, transportistas, etc. —sean atendidos por las autoridades gubernamentales en referencia a sus demandas de reivindicación social.

Pero este mecanismo de presión ha sido utilizada en tiempos de la democracia con los gobiernos neoliberales, que casi siempre han esperado que ocurra el conflicto, se agudice unos días y el perjudicado sea siempre el “ciudadano de a pie”  que por una serie de circunstancias viajapermanentemente de un departamento a otro.

Lo curioso del bloqueo de carreteras es que también ocurra en tiempos del “proceso de cambio” que vive el país. Muchos de los bolivianos votamos por Evo Morales pensando que desde el gobierno y siendo presidente no habrían bloqueos, porque siendo dirigente de la Federación de Cocaleros del Trópico de Cochabamba, los bloqueos eran tan frecuentes que ya nos habíamos acostumbrado a soportar y tolerar esas prácticas de presión social.

El bloqueo de caminos no debería darse en el “proceso de cambio” porque el Gobierno controla los movimientos sociales, los poderes del Estado, los ministerios, tiene dos tercios en el Parlamento, por tanto, debería existir una voluntad de diálogo, de acuerdos y de concertación entre las partes en conflicto, en búsqueda de soluciones que impidan a tiempo un bloqueo de caminos.

Es más, el gobierno debería contar con un equipo de expertos que se anticipen a la solución de los conflictos, en una actitud de escucha y de una voluntad política para dar respuestas oportunas a las demandas de los sectores sociales, una veces es siempre posible ceder, en otras,  hacer conocer las posibilidades reales de atención de una demanda sin que signifique que uno es el ganador y el otro el perdedor.

El Gobierno tiene el encargo constitucional de satisfacer las necesidades de los ciudadanos, independientemente de las presiones que siempre terminan perjudicando a los viajeros que transitan por el país en afanes de negocio,  trabajo, turismo, diversión,  que son parte también de la estrategia de supervivencia y del buen vivir.

El autor es periodista y docente universitario.

 

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Los comunaríos indican que necesitan la reparación del motor de energía eléctrica y la refacción del tramo desde Magdalena hasta Nueva Calama.
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Un dirigente presente en la medida de presión aseveró que los choferes de Culpina, Cilla Charcas, Villa Abecia y Tarija están unidos con los de Camargo en esta medida de presión.

¡BLOQUEOS!

El Deshabitado

Décadas atrás, el bloqueo de caminos era una última y desesperada medida del pueblo para sensibilizar y hasta derrocar, al poder establecido, era el grito que acompañaba las heroicas acciones de los asalariados cuando iniciaban las presiones contra el gobierno dictatorial de turno, pero luego, como casi todas las cosas, idearios y paradigmas, fue asumido por la derecha y utilizado en sus aventuras como en el golpe civil prefectural, las intentonas separatistas, el racismo que se ejerció contra los campesinos en Sucre, el asalto a la Constituyente, las huelgas de hambre de los “clase medieros de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, además del movimiento de los pañuelitos blancos.

Hoy es utilizado como aguerrida bandera por los empresarios del transporte que amenazan a los ciudadanos de todo el Estado con un bloqueo de caminos nacional y un paro indefinido “para imponer” el incremento en los precios de los pasajes a todo nivel, desde los interdepartamentales hasta los urbanos en nuestras ciudades. Verdaderamente es un sin propósito.

Estos empresarios privados pretenden imponer su voluntad e infinito afán de enriquecimiento rápido a costa del ciudadano que, en última y primera instancia, es el titular y representa el ejercicio pleno de la democracia, por lo menos de esta que vivimos.

Lamentablemente, las alcaldías, por lo menos la de La Paz, prefirió el cálculo electoral antes que la defensa de la economía popular, mientras que la ATT clavó un puñal en la espalda del pueblo y del propio Gobierno al aprobar el incremento de hasta el 20% en las tarifas interdepartamentales.

Puede ser cierto que estos empresarios precisen un incremento en sus ganancias, pero también tienen que reconocer que en contraposición tienen que ofrecer un buen servicio,  eficiente y de calidad, aspectos que se hacen extensivos al vehículo como al  conductor, a quien no le podemos reclamar nada por su salud mental, pero sí por lo menos un poquito de higiene, entre otras cosas.

Parece que la ATT no midió las consecuencias políticas, económicas y sociales, además de la vigencia de un año electoral, al aprobar el aumento señalado, ya que cualquier modificación en el transporte inmediatamente se refleja en el precio de los artículos de primera necesidad por su efecto multiplicador.

Empero, el transporte interdepartamental tiene igual o más objeciones que el urbano porque su parque automotor es vetusto,  no cumplen los horarios establecidos, no funcionan los baños, los vidrios están atascados y hay que soportar el calor o el frío estoicamente, los choferes siguen bebiendo mientras conducen, meten pasajeros en las maleteras y, en general, el servicio es malo, pero al igual que los empresarios del transporte urbano se atreven a amenazar a la población.

Era un servicio, no una actividad empresarial privada

Décadas atrás, sólo circulaban por nuestras estrechas calles, cómodos y hasta lujosos colectivos dirigidos por seres humanos que tenían como prioridad la atención al pasajero, a la colectividad y no el afán de lucrar a costa, inclusive, sin importarles la vida de los transportados.

En esos años, ellos mismos se controlaban, en coordinación con los agentes de Tránsito, tenían horarios y “comisarios” que cuidaban que los motorizados no tarden más de lo establecido para una determinada ruta y había sanciones.

Hoy hacen lo que les viene en gana. Una línea de trufis y minis está vigente sólo si es rentable, los automotores desaparecen  en las noches, feriados, sábados y domingos.

Son tan creativos y astutos, estos empresarios, que crearon lucrativos circuitos como el que cumplen desde el Ministerio de Salud hasta el Estadio Bolívar, volver por Bello Horizonte y así dar mil vueltas llenándose los bolsillos de dinero, mientras los vecinos que viven en Pasankeri, Satélite y El Alto no tiene a quién quejarse y sumisos aceptamos el yugo empresarial. Ejemplos como este abundan en las otras zonas y barrios de la sede de Gobierno.

El último accidente en la autopista nos muestra como estos irresponsables compran sus licencias de conducir y rosetas de inspección técnica en cantidad y en complicidad, por supuesto, de las autoridades de Tránsito, mientras el ciudadano pasa a mejor vida sin pena ni gloria.

Cuándo nos pisaron el poncho

Fue cuando la ciudad creció y El Alto dejo de ser un barrio más de La Paz. Fue cuando el neoliberalismo sentó sus reales en Bolivia. Fue cuando el mercado y la libre competencia permitieron que cualquiera sea chofer dejando de lado el nobiliario título de “maestro conductor”. Fue cuando permitimos que la oferta y demanda manejen nuestras vidas. Fue cuando por la premura para llegar a destino permitimos que nos conduzcan como borregos.

Así fue que permitimos el quinto pasajero. Así fue que permitimos que vehículos diseñados para transportar nueve personas carguen 15 sin contar “la espaldera”. Así fue que permitimos la vigencia de los “minis” que en lugar de transportar seis pasajeros, carguen hasta nueve. Así fue que permitimos los “banquitos de madera”.

“Antes” se coordinaba con las juntas vecinales y la Dirección de Tránsito la vigencia de las líneas y nadie podía inaugurar otras sin el permiso correspondiente, hoy calle nueva que se habilita es invadida por estos empresarios sin que autoridad ni poder vecinal pueda hacer algo.

Son los mismos que, de acuerdo a si está llenos o no sus vehículos de “pavos”, como acostumbran llamarnos, deciden volver nuestras callejuelas en circuitos de competencia o esperar a llenar sus movilidades, sin importarles cumplir un horario, una ruta, una tarifa, un servicio.

Lo que más les interesa es medrar a través de las rutas cortas y lucrativas dejando para nadie los tramos largos.

Su cinismo y sinvergüenzura es tal que colocan avisos en sus motorizados solicitando “movilidades para línea rentable” solo porque a ellos les parece que la ciudad precisa una nueva línea de locos.

De este caos, todos somos responsables, los gobiernos por no crear fuentes de trabajo estables y dignas, permitiendo que el transporte vuelva a ser un servicio y no un negocio, las autoridades por no reglamentar el transporte público en general y nosotros, los ciudadanos, por permitir ese caos.

Empero, parece que llegó la hora de recuperar nuestra dignidad y nos enfrentemos, en el buen sentido de la palabra, a estos empresarios privados del transporte hasta las últimas consecuencias y los metamos en cordura.

Es hora que los vecinos, la gente, el pueblo diga basta y enfrente a los empresarios privados del transporte, inclusive por encima de algun@s periodistas que ahora, curiosamente,  los apoyan.

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