Opinion

PRENSA MALDITA
Surazo
Juan José Toro Montoya
Miércoles, 20 Enero, 2016 - 19:49

Valorar: 
sin votos aún

El 24 de mayo de 2007, el presidente Evo Morales recibió las conclusiones del Quinto Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad realizado en Cochabamba.
El encuentro se realizó bajo la frase “En defensa de la verdad y contra la manipulación mediática” y sentó las bases de la conducta que observaría el gobierno del MAS frente a la prensa. El aviso más claro lo dio el propio jefe de Estado al declarar a los asistentes a la reunión que “el primer adversario que tiene mi presidencia, mi gobierno, son algunos medios de comunicación”.
Y claro que no era cierto. La prensa independiente, aquella que no está alineada ni con el gobierno ni con la oposición, no tiene enemigos pero, en contrapartida, tampoco debería tener amigos. Si un medio simpatiza demasiado con algún gobierno, es lógico que su público sospeche de sus contenidos pero tampoco tiene credibilidad aquel que solo se dedica a atacar a los gobernantes, así sea sin motivo.
La asepsia del periodismo es necesaria debido a que una de sus tareas fundamentales es la fiscalización de los gobiernos, sin importar que estos sean de izquierda, del centro o de la derecha.
El mismo Evo Morales se benefició de esa labor fiscalizadora cuando era dirigente cocalero y férreo opositor a los gobiernos neoliberales. La paliza de muerte que recibió de efectivos de la lucha antidroga lo convirtió en figura pública gracias a la cobertura mediática que tuvo.
El gobierno sabe que la prensa no debe alinearse pero finge ignorarlo. Desde Venezuela, desde los tiempos de gloria de Hugo Chávez, se trazó la estrategia de desprestigiar al periodismo con el fin de debilitarlo.
Es posible comprar medios, generalmente a través de terceros, como pasa en Bolivia, pero es imposible abarcar todos así que hay que atacarlos tan repetidamente que el mensaje se quede grabado en la mente del público inadvertido: los medios mienten o, como dijo recién el presidente, los medios son de la derecha.
Se trata de un obvio extremismo pero bien aplicado. “Si no estás conmigo estás en mi contra”, dijo más de una vez el presidente y de manera pública. La misma lógica se aplica a los medios. En la lógica del gobierno, la prensa no debería informar sobre hechos negativos, mucho menos ocuparse de casos de escandalosa corrupción como el del desaparecido y desbancado fondo indígena. A lo que debería limitarse el periodismo es a echarle flores al jefe de Estado, alabarlo, tratarlo como el elegido, el iluminado, el único capaz de conducir al país por la senda del desarrollo. Quiere que todos los medios sean como los estatales cuyos periodistas no puede escribir contra sus empleadores. Como hay medios que no caen en esa bochornosa conducta, entonces los ataca, los desprestigia: dice que son de la derecha.
“Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”, sentenció Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, y los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” aplicaron exitosamente la fórmula. Rafael Correa convirtió la mentira en una realidad y consiguió promulgar en Ecuador una ley de medios casi sin oposición alguna porque la gente cree que los medios son de la derecha y buscan desestabilizarlo.
Si el gobierno de Evo Morales no sacó una ley similar de la manga es porque todavía tiene un proceso electoral pendiente, el referendo del 21 de febrero. Una vez que pase, volverá a su estrategia hasta contar, por fin, la ley que le permita controlar a esa prensa maldita que no le deja gobernar a su gusto.