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No estoy de acuerdo con esa generalización que quiere hacer del gentilicio peruano sinónimo de ladrón. Si bien es cierto que un reducido porcentaje de personas acusadas de la comisión de robos en nuestro país tienen nacionalidad peruana, no es menos cierto que la gran mayoría de los habitantes del vecino país son personas honestas y trabajadoras. Por tanto, no mezclemos las cosas ni incurramos en actitudes de discriminación que son delitos en Bolivia.
Pero, si de la supuesta apropiación de danzas bolivianas se trata, sería conveniente comenzar el análisis con los inevitables antecedentes históricos.
Muchas de las personas que hoy protestan por el intento de Perú de declarar patrimonio mundial a la fiesta de la Virgen de la Candelaria de Puno, utilizando bailes bolivianos, mantienen la costumbre de llamar “Alto Perú” a la región que hoy es Bolivia. Tuvo que ser un español, Josep María Barnadas, quien, luego de una exhaustiva investigación en documentos coloniales llegara a la conclusión de que “Alto Perú” simplemente fue un apelativo para referirse a territorio hoy boliviano y diferenciarlo del que hoy es Perú. El apelativo no es nombre oficial y el que tuvo Bolivia antes de ser tal fue Audiencia y Cancillería Real de La Plata de los Charcas. El nombre completo se utiliza poco en los documentos coloniales así que el más empleado es Charcas.
Bolivia fue el Alto Perú pero no se llamó así. Consiguientemente, nunca existió, oficialmente, el gentilicio “altoperuano” y si hubo alguno tuvo que ser charquino o charquense.
Otro error común es decir que, durante el incanato, Bolivia y Perú fueron una sola nación. Habría que recordar que el Tawantinsuyo fue un enorme Estado que abarcó cerca de dos millones de kilómetros cuadrados y se extendió tanto debido a la conquista. El Kollasuyo, hoy Bolivia, era su región más extensa pero, para sumarla a los territorios del inca, fue preciso un largo periodo de conquista en el que hubo desde guerras a pactos entre etnias. En ese proceso, la cultura del Cuzco asumió muchas de las tradiciones de los kollas, la etnia que floreció en torno al Lago Titicaca, y de otros pueblos como los Charcas, los que estaban asentados en lo que hoy es Potosí, Chuquisaca y Cochabamba. Uno de los mitos kollas que se robaron los incas fue el de Manco Capaj y Mama Ocllo.
Por tanto, los robos culturales no son de ahora sino de siempre y las más de las veces fueron el resultado de procesos históricos. Perú le robó a Bolivia en tiempos prehispánicos, cuando la cultura mal llamada incaica estaba en plena expansión, y no sería raro que también haya ocurrido a la inversa.
Nuestra problema es que, cuando reclamamos algo, generalmente lo hacemos mal y, en las protestas de ahora ante la Unesco, sólo recordamos que la mayoría de nuestras danzas nacieron con el muy contemporáneo Carnaval de Oruro cuando su origen se remonta a mucho antes. Claro… para admitir eso habría que dejar de lado los textos escolares y leer un poquito de los libros de historia que se publican hoy, muchos de los cuales corrigen versiones anteriores. Lástima que a muchos bolivianos no les guste leer…
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