Opinion

NO A LA CENSURA
Surazo
Juan José Toro Montoya
Miércoles, 15 Julio, 2015 - 20:06

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Esta columna se publica desde hace más de diez años en los diarios El Potosí, de Potosí; Correo del Sur, de Sucre; Los Tiempos, de Cochabamba, Nuevo Sur, de Tarija, y La Prensa, de La Paz. Después fue admitida en La Patria, de Oruro; La Palabra del Beni y en los diarios digitales Oxígeno y Erbol. Recientemente debutó en Página Siete, de La Paz, en el que se publica quincenalmente.

Hago ese rápido recuento para justificar lo que afirmaré más adelante. Lo hago porque, durante todo este tiempo, los artículos publicados semana tras semana conformaron un enorme archivo que cada vez es más difícil de consultar. No obstante, una ligera revisión de lo publicado a lo largo de estos más de diez años permite encontrar denominadores comunes, temas recurrentes y una conducta invariable respecto a determinados asuntos.

Dos de ellos son las reivindicaciones potosinas y la libertad de prensa.

Las reivindicaciones tienen que ver con un asunto de mera humanidad. Nací en Potosí y vivo en esa ciudad. Debido a ello, no puedo evitar ser parte de sus anhelos, esperanzas y sufrimientos. Veo las cosas desde adentro y así las reflejo. El archivo de esta columna revela que escribí sobre las demandas potosinas muchas veces, tanto en fechas históricas importantes como en las circunstancias presentes.

La libertad de prensa, que es más sectorial que la de expresión, está vinculada con mi función periodística y mi formación sindical. Cuando comencé a ejercer el periodismo juré defender la Ley de Imprenta y las libertades de prensa y de expresión. No hacerlo sería ir en contra de la esencia misma del periodismo. El día en que renuncie a hacerlo, dejaré de ser periodista.

Recién nomás, en la última semana de junio, escribí un artículo titulado “Como Tomás Katari” en el que no solo expresé mi respaldo a la marcha a La Paz que realizaron los dirigentes del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) sino que la sublimé. “Tiende a convertirse en un hito”, escribí y los hechos actuales me dan la razón.

Pero un poco antes, a mediados de mayo, me referí a la libertad de prensa en un artículo que comenzaba con estas palabras: “La censura es al periodismo lo que la hediondez al perfume”.

Consecuente con esa posición, hoy debo denunciar que la huelga general indefinida declarada por Comcipo, una protesta totalmente legítima y justiciera, se le ha ido de las manos a los cívicos y está permitiendo desmanes entre los cuales está la censura de prensa.

Los medios potosinos apoyan la huelga, por lo legítima y justiciera, pero aquellos que hacen alguna observación al conflicto, expresan algún tipo de disidencia o visibilizan los abusos sufren los embates de los grupos de control que se han conformado para garantizar que se cumpla la medida de protesta. Si la presión no es física es moral porque los medios que desentonan son rotulados como “prensa vendida”.

Frente a esa presión, la mayoría de los medios ha optado por la autocensura; es decir, por limitaciones en su labor informativa autoimpuestas con el fin de evitar represalias de los grupos de control.

Lo más probable es que esta denuncia me cause serios problemas pero la publico porque prefiero la presión de los antidemocráticos que la de mi conciencia.