Opinion

VESTIGIOS PARA POTOSÍ
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Miércoles, 22 Abril, 2015 - 09:47

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Si algo nunca tuvo la ciudad de Potosí es una planificación urbana. Cuando los españoles llegaron y se apropiaron de la riqueza argentífera del Sumac Orcko, jamás pensaron en construir una urbe sino sólo levantaron algunas construcciones dispersas, esporádicas y a lo que venga, su ambición de explotar el mineral preciado les mantenía enceguecido concebir el futuro que debía tener la tierra que hollaban.

En el auge de abrir bocaminas en el Cerro rico, la explotación inmisericorde de la naturaleza y del indígena sometido a la mita, el trabajo forzado, la servidumbre  y la discriminación, la Villa tuvo una población superior a la de Paris, Francia, la urbe más desarrollada en ese entonces en el Viejo Mundo, no en vano fue calificada como la ciudad Luz.

Para someter a la obediencia y culto a Dios y su majestad el Rey de España, en las siguientes décadas, sólo se erigieron templos e iglesias, más de una treintena y en todas partes pero su acceso era selectivo: los criollos tenían su altar, los mestizos lo propio, los indígenas también aunque se dudaba si éstos tenían alma; fidelidad a la cruz y al monarca español aunque  éste último se encontrara allende de los mares.

Con la fundación de Bolivia, en 1825, casi trescientos años de explotación de las minas en el Coloso de Plata, Potosí seguía teniendo la población más importantes con que nació la nueva República, de los aproximadamente un millón de habitantes casi un tercio estaba en alrededores del Cerro rico.

¿Qué fue de esas históricas construcciones levantadas al azar a lo largo de las décadas de auge de Potosí? ¿Qué queda de los balcones, las calles angostas y recovecos que caracterizaron las febriles noches de vida de la opulencia de la plata? ¿Ya no se enamoran los jóvenes de balcón a balcón? ¿Fuera de la Casa de Moneda ahora se puede admirar otra edificación que guarde intacta esa historia?

En el mundo, otras regiones que tuvieron un pasado glorioso han sido motivo de preocupación de sus habitantes para preservar celosamente, como una reliquia, todo cuanto irradia historia, cada edificación, cada piedra, cada metro cuadrado; sino véase Paris, Roma, Italia, las ciudades de donde partieron los españoles hacia el Nuevo Mundo, o sin ir más lejos, Lima, Quito, o en el Caribe, especialmente La Habana Vieja, Cuba, donde el turismo es una industria que ha permitido sobrevivir a la isla del bloqueo económico pero que se oferta todavía como una gran atracción, planificada, sostenida, atractiva, especialmente para la vida nocturna con espectáculos singulares: teatro, danza, bohemia, sin que falta el ron y el habano.

Potosí en cambio hoy ha perdido casi todo de su centro histórico; se ha echado cemento por todo lado, el casco viejo hoy es atractivo por su descuido, el abandono, promontorios de piedras y desechos, fachadas abandonas y en ruina. ¡Jamás hubo una política de preservación sino sólo el oportunismo!

De pronto sorprende saber que en Potosí se construirá un hospital de costo millonario, la maqueta fue presentada y publicada en las redes sociales. Una alegría saber que ahora se piense que la nueva edificación no estará cerca a la plaza, hay que ser exigentes en que los plazos anunciados por el gobierno del Estado Plurinacional y la Gobernación se cumplan, no vaya a resultar que sólo sea la emoción del momento.

Es más, si las próximas autoridades a ser posesionadas se empeñaran en hacer una planificación urbana, con seguridad pasarían a la historia si propusieran rescatar y preservar el casco viejo de Potosí,  plantear que haya una ciudad colonial única en el mundo; con todo cuanto esto implica, entonces construir lejos de la plaza otra nueva infraestructura para la gobernación, otra para la Alcaldía, otras para dependencias públicas y privadas que ahora saturan el centro, levantar otra ciudad moderna. La idea no es nueva, ya hubo propuestas de edificar la ciudad dormitorio. ¿No se debe concebir para Potosí ideas ambiciosas y sorprendentes? La magnanimidad de esta tierra es impagable.