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En nuestro paso por esta vida tenemos dos alternativas: o enriquecemos a otras personas con la venta de nuestra fuerza de trabajo o tenemos nuestro propio emprendimiento. La realidad nos muestra que la mayoría estamos en el grupo de quienes buscan empleo, un trabajo remunerado, es decir, un ingreso económico mensual, mejor si es permanente.
El sistema educativo, incluyendo la Universidad, forma profesionales para que compitan en el mercado ocupacional, por eso se atiborra la menta del estudiante con una gama de conocimientos humanísticos, científicos y un poco de tecnología. Es más la teoría que la práctica. Con esta base del saber es difícil encontrar empleo, por eso hay tantos miles de titulados buscando trabajo.
La situación se hace más difícil según el avance de la especialización. Lo que hoy es novedad en el conocimiento, mañana ya es anticuado. No es raro escuchar esto de que: “lo que aprendí en la Universidad no me sirve para nada”, y los desafíos cada vez son más cuesta arriba.
Los bolivianos nos caracterizamos por cruzar nuestras fronteras en busca de trabajo, es decir, para vender nuestras fuerzas, físicas o mentales. Generamos fortunas para otros países y otra gente y a cambio recibimos una miseria de pago; pero mejor que en nuestra patria, ahorramos y si podemos volvemos al pago o mejor si nos quedamos en tierra ajena.
Nuestra educación no está orientada al emprendimiento a gran escala, nos enseñan una filosofía de vida conformista, a lo poco o reducido. Si tenemos un trabajo seguro tenemos la certeza de que nuestro salario mensual llegará, no importa si al fin de mes tenemos deudas, hacemos planes sobre esta base, podemos anticiparnos a saber cuánto de dinero tendremos en el año, es relativamente fijo.
Es una pugna o sueño ingresar a trabajar en alguna institución del Estado, entonces hay que meterse a la politiquería, ser el amarrahuatos del jefe de turno, no ser la máxima autoridad o MAE porque a cualquier rato lo vuelan del puesto. Estar perdido en el montón es mejor, así se tiene trabajo seguro, aún con los cambios en el poder. ¿Cuánta gente se mantiene así?
En otras partes del mundo, lo más bajo es ser funcionario público del montón. La educación que se otorga, especialmente en los países asiáticos, es para el emprendimiento. Veamos Japón, China, Corea… o los judíos, éstos generalmente dedicados al comercio; pero también al intelecto, la investigación y la ciencia, cerca de 40 premios nobel logrados en diferentes campos del saber. ¿Y nosotros?
¿Emprendedores? ¡Claro que lo somos! Lo que no tenemos es incentivo, empuje institucionalizado, una política de Estado que no hay. Por eso hay fuga de cerebros. Lo que tenemos cerca es motivación a buscar trabajo, un salario; pero no hay apoyo a crear bien empleo, iniciar empresas.
Después de la II Guerra Mundial se asentaron en nuestras tierras de Latinoamérica turcos, árabes, anglosajones y otros con sus propios capitales, los extraños hicieron riqueza, se metieron a la política y hasta llegaron a ser gobernantes en nuestras naciones, votamos por ellos; por eso tenemos apellidos de otras partes como presidentes o exmandatarios; actualmente son asiáticos que nos invaden, las chifas están de moda con la explotación laboral de menores de edad y todo.
Lo anterior nos lleva a pensar en la necesidad de invertir en el capital humano; pero con la idea o visión del emprendimiento con lo que tenemos en nuestra tierra. Bolivia es un país bendecido por donde se lo mire, la naturaleza ha sido y es magnánima con nosotros; pero se hace imprescindible cambiar la noción que tenemos sobre desarrollo.
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