- 8232 lecturas
Es una familia de cinco miembros. El padre es un funcionario público y la esposa es maestra que desde hace 14 años está en provincia, nunca pudo ingresar a la ciudad ni por lo menos acercarse porque las plazas siempre están ya asignadas casi siempre a sus colegas que tienen pocos años de servicio. Los tres niños están con papá, van creciendo sin el cariño maternal.
Años de solicitar un puesto de maestra para la ciudad, infinidad de formularios de cargo comprados y llenados, recurrir aquí y allá en el intento de reunir a la familia, pero ¡vaya suerte…! La oportunidad nunca se presenta; mientras tanto hay otras colegas que sin estar en provincia están en la ciudad o en escuelas tan cercanas a la capital ¿cómo hacen para tener esta suerte?
“Tuve que finalmente ceder al pago de tres mil dólares a un funcionario de la jefatura de educación” ahora mi familia está completa, estamos juntos, “la plata se consigue; pero la unidad familiar no tiene precio”, confiesa el padre.
Es un joven que hace años se tituló en una carrera universitaria y desde entonces anduvo buscando trabajo. En etapas preelectorales se enroló a las filas de adeptos a los candidatos a cargos que sólo se consiguen por la politiquería, pegó papeles en las calles, pintó paredes con los colores del partido y el candidato, distribuyó panfletos y siempre estuvo en las ovaciones que son costumbre en estas temporadas, todo en la esperanza de tener un cargo en el esquema del cuoteo político.
Una vez en consolidada la situación de gobierno, estaba seguro que tendría un puesto; pero la decepción y sorpresa fueron la respuesta: son cientos los jóvenes y personas de toda edad que también buscan asirse a cualquier cargo prometido por los candidatos a la cúpula; la contestación es siempre la misma: “ya no quedan cargos vacantes”. Son miles las personas que hicieron la campaña, los empleos muy pocos.
“Si quieres tener cargo tienes pagar”, le sopló alguien, entonces hizo esfuerzos por tener “contactos” con alguien de “arriba” y finalmente le dieron un cargo en la estructura de la administrativa pero cada mes debe amollar el diez por ciento de su haber para honrar un documento firmado como deuda.
Es otra persona que por la necesidad de dinero se fue hasta España, allí estuvo varios años trabajando en tareas que en su ciudad natal nunca lo haría por los complejos sociales que hay sobre el empleo: “no importa el lodo de las humillaciones al nombre y el apellido, si hay que ganar dinero yo lo consigo”, se decía constantemente en la promesa de volver a la patria con capital en las manos.
Una vez en el país honró con varios miles de dólares por un cargo e ingresar al sistema de gestión de personal, “no importa el dinero, ya tengo cargo seguro” se dijo, además es una provincia cercana donde los puestos son apetecidos porque se puede volver a casa todos los días después de la labor diaria.
No fue sorpresa que sus compañeros de labor le pregunten cuánto había “aportado”, “también yo pagué tanto…” así se entera que casi todos quienes se hallan trabajando en el lugar hicieron su cuota. “Además mi familia está dedicada a la mecánica, el jefe puede hacer cualquier reparación o mantenimiento de su coche gratis, es el convenio”.
Hay otros cientos de personas, profesionales o no, leídos y no leídos, militantes o no de algún partido político que no tienen empleo, no tienen los miles de dólares que ahora se exigen, el aval de algún poderoso que ostenta el liderazgo de una organización social, un padrino de arriba, el “contacto” que además se cubre muy bien en el sistema que marcha bien oculto pero es un secreto a voces, estas acciones nunca dejan factura, sólo está la satisfacción de tener trabajo. Se sabe pero no se combate.
¿Es imaginación todo lo anterior? ¿Lejano a nuestra realidad? ¿Nunca nos tocó vivir o vivió algún pariente o amistad nuestra? ¿El “toco” llega hasta arriba como dicen los subalternos que manejan el asunto o hay vivillos que se van enriqueciendo? ¿Debe ser siempre así? ¿En nuestra sociedad se hizo normal esta forma de actuar? ¿No dicen que todo cambia?
- 8232 lecturas