Opinion

SUBASTA DE ÍTEMS
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 18 Abril, 2013 - 09:28

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La semana pasada, en Sucre, se vivió una experiencia inédita en educación: se puso en subasta algo más de 150 ítemes docentes de nueva creación al mejor postor. No se ofertó dinero por el cargo sino la mayor cantidad de años de servicio, certificados en participación de cursos, especialidad de formación y otros requisitos expresamente contemplados en un reglamento.

La subasta de ítemes se realizó en una plaza pública, al estilo de la oferta de esclavos y esclavas que se hacían en el pasado, al mejor pujador se entregaba en propiedad la vida de una persona; en este caso se trató de un cargo en educación ya sea para el Distrito de Sucre u otro cercano. La justificación reiterada fue que se demuestra así la transparencia de las designaciones. No hay cobros en dinero sino se premia al mejor currículum.

Visto de otra manera, este hecho fue una muestra de humillación al maestro y la maestra, profesión que una vez más se mella en su dignidad porque a falta de algún documento, la nerviosidad de no poder manejar bien el expediente en el momento de la puja llevó a recibir el abucheo, la silbatina, el trato despectivo y humillante de quien se constituía en el tribunal calificador, todo esto en público y en plena plaza.

Los grandes perdedores en la subasta, sin lugar a dudas, fueron los y las docentes jóvenes, aquellos que abrazan el magisterio con la esperanza de tener un cargo; pero que desde años buscan y no la encuentran. Se afirma que en Chuquisaca, donde existen tres Escuelas Superiores de Formación de maestros y Maestras, hay no menos de mil 500 desocupados, muchos con título en mano, buen currículo… y nada, no pueden tener un puesto en educación.

Es honesto mencionar que algunos no aceptan la designación en lugares alejados de la ciudad, quieren que la escuela esté a la vuelta de la esquina de su casa. Es anecdótico que en ocasiones preguntan si en el lugar ofertado hay pensión, vivienda y karaoke. Si estos requisitos no se cumplen, entonces no aceptan el cargo.

La tarea de profesor, de maestro, siempre fue motivo de menosprecio en la sociedad, considerado como lo último de la escala profesional. “Profesorcito” era la palabra despectiva, entonces se optó por las licenciaturas a la carrera, sacrificando el paupérrimo haber el educador ingresó al mundo de las ofertas comerciales de las universidades públicas y privadas. Hoy casi ya no quedan los “profesores”, los “maestros”; exigen que se los llame: “licenciados”. Pronto el mercado del magisterio estará copado por este grado académico, recuérdese que hoy se forman sólo licenciados.

¿Deberán estos profesionales someterse a la subasta de cargos? ¿Recibirán siempre el trato humillante y despectivo en plena plaza pública? ¿Las autoridades no serán capaces de hacer un estudio de mercado ocupacional y previsión de cargos futuros? ¿Los ítemes de nueva creación no deberían ser asignados directamente a los recién egresados? ¿No pueden ser administrados todos los cargos a través del uso de NTICs? ¿No hay un banco de datos en base a la venta de formularios de solicitud de cargo?

La administración educativa recibe críticas por las designaciones en cargos que se realizan para la ciudad o distritos cercanos, hay docentes que nunca fueron a provincia; pero se inician en la ciudad; otros con pocos años de servicio están en la capital y en nocturno. Lo cierto es que no se trata de transparentar los ítemes de nueva creación; sino aquellos que están ya consolidados. Ejemplo: ¿Cuántos maestros y maestras se jubilan, piden su cambio de distrito o departamento, se retiran del magisterio, solicitan licencia indefinida y por quiénes se les sustituye? ¿No estará aquí el negociado del que se menciona como secreto a voces?

La subasta pública de ítemes, en plaza pública, es una humillación a la profesión de maestro y maestra, así no se practica la democracia, la equidad y la justicia social, no es un aporte a considerar que la educación es “la fuerza del futuro”  y el instrumento de liberación y medio poderoso para realizar el cambio. Así no se tapará nunca el sol cuyo brillo alumbrará siempre el lugar infecto.