Opinion

Ser “llunk’u”
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Miércoles, 13 Septiembre, 2017 - 11:22

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En la aplicación de la Ley 070, “Avelino Siñani Elizardo Pérez” ASEP, se ha puesto en vigencia que para ser docente en Educación Técnica y Tecnológica ya no es imprescindible ser maestro normalista, cualquier profesional puede ser contratado sujeto a evaluación de desempeño, en la práctica es un profesional libre que no goza de inamovilidad dentro de la función de la enseñanza.

En el marco de las nuevas normativas en Educación Superior los docentes de este subsistema deben migrar del RDA (Registro Docente Administrativo) al nuevo Registro Personal RP-DGESTTLA, impuesto desde la presente gestión, de esta manera pierden su inamovilidad prevista en el Reglamento del Escalafón del Magisterio Boliviano.

En algunas Direcciones Departamentales del país se ha obligado, so pena de aplicar sanciones o despidos, a registrarse en el RP-DGESTTLA a los docentes, sean o no normalistas. La mayoría acudió por temor, obligados por la necesidad de trabajo o por permanecer en él hasta la evaluación de desempeño.

Esta normativa da poder absoluto a los directivos de los Instituto Técnicos, especialmente a la Dirección Académica, a realizar la evaluación de desempeño, de cuyo resultado está condicionado el permanecer o no en el cargo en la próxima gestión institucional.

Cómo no existe un manual o instrumento de evaluación de desempeño consensuado, menos aprobado por el Ministerio del ramo, la valoración es totalmente subjetiva, a capricho de la autoridad. Se conoce que docentes meritorios, con experiencia profesional notable en la rama de su formación y reconocida capacidad docente, por el simple hecho de no caerle bien al director o directora fue echada de su fuente de trabajo, así de fácil.

La declaratoria de profesión libre en el magisterio de Educación Superior está ocasionando un fenómeno interesante, no nuevo pero lo ahonda, el “llunkerío”. Es humillante, baja el autoestima, conlleva a la hipocresía, doblar la cerviz ante personas que no valen la pena, que fungen como autoridades pasajeras gracias a su nepotismo político partidario, hace del ciudadano no libre sino fingir la sonrisa, adulación mentirosa y el que debe evaluar el desempeño se pavonea de lo peor, se cree un rey chiquito; pero demasiado pobre de espíritu y de convicciones.

Como se aproxima la finalización de gestión, profesionales que trabajan en el subsistema de Educación Técnica, sienten que la espada amenaza sobre su pecho y puede perder su fuente de trabajo si la “evaluación” es desfavorable, entonces hay que andar de puntillas y reverencias ante la autoridad, aunque en el fondo quisieran mandar a cierta parte la situación; pero se aguantan porque un nuevo trabajo no está a la vuelta de la esquina, menos en las circunstancias actuales donde ser profesional, estudiado, con título en mano y postgrados, no tiene valor.

¿Es el tipo de ciudadano boliviano que se quiere? ¿Estar humillado y sometido a caprichos del poder de turno? ¿La llave del éxito debe basarse en ser el “tira saco” de quienes no valen la pena? ¿Quién y cómo se evalúa a esos sujetos que alzan la cabeza porque sienten que ser autoridad es ser un dios? ¿Se alienta que alguien alce la voz frente a las injusticas y defienda su dignidad? ¿No está la intriga y traición al compañero para quedar bien?

Claro que también está la evidencia de que algunos llegaron al cargo sin merecerlo, sin conocer siquiera tangencialmente la materia que se imparte en aula, entonces no queda otro camino que la adulación y las buenas migas para garantizarse el trabajo, regalando notas altas en las calificaciones y dejar felices a los alumnos, que por el momento sólo están interesados en pasar de curso. Así se es el mejor docente.

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S-120917