Opinion

REINGENIERÍA EN EDUCACIÓN I
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 21 Noviembre, 2013 - 17:46

Valorar: 
Average: 3 (1 vote)

Es secreto a voces que la administración del sistema educativo en Bolivia es de las más corruptas, nada transparente, plagada de injusticias y manejada siempre como un botín político partidario después de la ascensión al poder de cualquier gobierno, jamás ha existido una determinación de convertir a la Educación como una política de Estado.

Desde hace décadas no ha existido una reingeniería en la administración, desde el nivel central (ministerio) hasta el operativo (direcciones de unidades escolares). Hubo intentos; pero la presión política partidaria tiene más poder frente a cualquier iniciativa de cambios.

Por otro lado, la multitud de gente que quiere ubicarse en el sistema educativo se convierte en cómplice de las irregularidades, que no es el caso desglosar; pero son cotidianos en la conversación en los pasillos de la administración educativa, en las reuniones de maestros, padres de familia y el conjunto de la sociedad. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Intentemos describir este fenómeno. Cuando se posesiona en el poder un partido político, entonces se nombra al ministro de educación, cargo eminentemente político, es facultad privativa del presidente nombrar a su gente de confianza; pero incondicionalmente debe ser un operador político partidario, prima más la línea de éste interés que la profundidad e importancia de la educación en un pueblo. He ahí la explicación del por qué la educación en Bolivia viene de fracaso en fracaso.

Siempre en el nivel central, las otras autoridades de responsabilidad nacional son nombradas a dedo, es decir, como cuotas de sectores o alianzas, agrupaciones u organizaciones sociales que exigen que éste, aquel o fulano, sea encumbrado en un cargo, para nada importa lo técnico, lo profesional, lo propositivo. Así fue, así es y ¿será siempre? Al primer error de no atender las exigencias de quiénes lo apoyaron para asirse en el carro, se lo destituye. Viene otro y otro. Sería interesante hacer un seguimiento de los cambios que se produjeron y producen en el Ministerio en cada gestión.

Junto a quién está ubicado en la cima, está una pléyade de gente, también sugerido por las organizaciones, luego: sale el jefe, salen todos, la administración vuelve a cero y comenzar de nuevo. Así se profundiza la crisis, no el interés de entender que la educación es un instrumento de liberación del pueblo.

Si la educación fuera entendida como política de Estado, en los puestos de decisión se ubicaría a personal experto, entendido, investigador, con amplio conocimiento de la realidad, comprometido con el país y no por mérito de la adulación, el discurso fácil y la demagogia. O por lo menos encargado a un profesional del área. (Son médicos, agrónomos, ingenieros, quienes “conducen” la educación en esferas superiores).

Tanta es la presión de las bases partidarias, que los puestos del nivel central se convierten en repartidores de cargos, una llamada telefónica al nivel departamental para “recomendar” (imponer) un nombre para un puesto es la tarea: si no cumple, entonces ¡fuera!, “no apoya al partido”.

No es sorpresa que desde niveles del ministerio se emitan memorándums de designación, sin mérito alguno, pisoteando los derechos ganados con sacrificio y dedicación por años de muchas personas que hicieron de la educación una vocación; pero jamás practicaron ser “llunk’u” .

¿Ha cambiado esta realidad en los últimos años? ¿Está antes el interés del pueblo que del partido? ¿Se ubica al personal en su nivel, área y especialidad? ¿Se hace una adecuada selección del personal jerárquico en el nivel central o continúa la improvisación, el oportunismo y sobre todo el servilismo? ¿Así no va al fracaso la mejor ley que se tuviera en educación? ¿A esta realidad no se supeditan muchos maestros y maestras por temor a perder el cargo? ¿Y el pueblo?

Esta forma de administración educativa no se ha tocado en las últimas décadas. Se impone currículos para el sistema, hoy prima la tendencia de una educación descolonizadora, liberadora, comunitaria y productiva; pero ni muestras de cambios significativos en su dirección.

Si se construye un nuevo Estado Plurinacional, se hace prioridad que se plantee de cómo hacer una reingeniería en la administración del sistema educativo, porque si no se acepta este desafío, culminará la gestión y las frustraciones continuarán.