Opinion

REELECCIÓN EN DISPUTA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 27 Octubre, 2015 - 18:56

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sin votos aún

Si el presidente Evo recibe el apoyo mayoritario del “SI” en la próxima consulta ciudadana para su re-postulación en las elecciones generales de 2019, no es garantía que en esa votación resulte ganador en las urnas porque la decisión ciudadana es impredecible y en política “todo puede pasar”.
Alguna gente se rasga las vestiduras en la posibilidad de que Evo siga siendo presidente de Bolivia hasta el 2025 y ni qué decir cuando se oyen voces de su continuidad hasta después de la década de los años 30. Finalmente, pese a todas las campañas, a favor o en contra, será el voto ciudadano en democracia, quien dé la razón dentro del devenir de la historia.
Todo hecho político tiene su momento u oportunidad, tiene que haber condiciones sociales y también económicas en los cuales los actores tienen que moverse, no es cuestión de suerte o porque el pueblo no sepa a qué dirección marchar, he ahí el por qué se afirma que la “voz del pueblo es la voz de Dios” manifiesta en las urnas.
En los años que Evo está como presidente se verifica que los sectores populares, especialmente campesinas, tienen confianza ciega en la continuidad del mandatario, no del partido o agrupación política que lo respalda, sino en la persona, él es quien despierta seguridad en que el dinero que se genera como producto de la explotación de la riqueza nacional, especialmente de hidrocarburos, seguirá siendo invertido en escuelas, caminos, agua para riego y consumo humano, atención a necesidades nunca sospechadas por los más del 60% de la población que hace diez años estaba en el umbral de la pobreza.
¿Qué ocurre para que esto suceda? En los tiempos de las dictaduras y los primeros veinte años de la democracia, Bolivia estaba entregada a la iniciativa privada para el manejo de las empresas más importantes, el Estado incluso entregaba capitales a unos pocos para que exploten Bolivia, saqueen sus riquezas y las ganancias se queden en pocas manos o se expolie hacia bancos en el exterior, migajas para el país.
En la concepción de las masas se veía como un gran presidente a aquel mandatario que regalaba unas cuantas picotas, palas o azadones en alguna feria agropecuaria, más todavía si éste hacía benevolencia con el pueblo cuando desde algún balcón oficial lanzaba billetes o monedas que caían al pueblo como dulces para los niños. El comentario era: “qué buen Presidente, ha regalado plata”.
Se vivía en un país donde la segregación socioeconómica era marcada,  una división entre ricos y pobres, entre la gente del campo y la ciudad y en ésta quiénes vivían al centro y la periferia, quién o cuyos hijos asistían a un colegio fiscal o privado, niños y jóvenes que concurrían cuatro semanas al mes a las aulas y otros que tenían huelga de sus maestros por más de siete días por falta de pago.
Los gobiernos en esos años recientes eran asesorados por los “Chicago Boys”, los grandes economistas encabezados por Milton Friedman, basado en el desmantelamiento del Estado, convertido en simple guardián de los intereses privados, reducido al mínimo de cumplir su rol democrático-social, entonces, los ávidos de riqueza jamás tenían el propósito de mejorar las condiciones de vida de los bolivianos, sino sólo explotarlos, sumirlos más en la pobreza, la ignorancia; hoy el pueblo se siente representado por Evo, es a quien apoyan, no a su entorno ni sus acólitos que sacan provecho de la situación.
Como en la vida y la historia nada es permanente, lo que hoy el pueblo ve al Estado como actor democratizador del poder y la distribución de riqueza, puede trocarse diferente al primer error o el cúmulo de traspiés que generen en el pueblo, los venidos a menos en toda la vida republicana y la colonia.
Bolivia vive una etapa histórica que no es el socialismo ni comunismo; pero tampoco es el neoliberalismo puro sino sólo que hay una política de Estado que ve a los sectores populares, los toma en cuenta, llega a ellos y ellos se sienten representados. ¿Continuará esto hasta el 2019?