Opinion

PRINCIPIOS Y VALORES
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 30 Septiembre, 2014 - 19:00

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Lo que está venido a menos en estas elecciones presidenciales previstas para el próximo 12 de octubre son los principios y valores, es importante darse cuenta de lo que significan.

Según definen los estudiosos, los principios y valores son las convicciones profundas u opciones fundamentales que manifiestan la identidad de la persona, tanto en su vida interna como en su forma de ser en el entorno donde se desarrolla. En términos políticos es asumir una ideología basada en la concepción de propiedad de los medios de producción.

Si estos medios de producción van ser considerados para dar vivienda, salud y educación para todos se afirma que es la corriente de izquierda, y si sólo va servir para enriquecer o acumular la producción en pocas manos a costa de la explotación del trabajo ajeno, explotación del hombre por el hombre, entonces es una posición de derecha.

Tener principios es la explicitación del sistema de valores que se asume y que determina el proceder de la persona a lo largo de su vida, de forma coherente, definida, que se defiende y sustenta; es decir, la ideología asumida no permite que alguien se venda o se alquile. No puede haber medias tintas.

¿Cuál es el panorama que vemos hoy en nuestros políticos? ¿No es incoherente que  algunos candidatos declaren ser de izquierda; pero están con los que expresamente se declaran de la derecha? ¿No es detestable que otro que siempre estuvo a la persecución de los “comunistas” y socialistas, hoy enarbolen la bandera de la igualdad económica y social? ¿Simplemente hay que cruzar los ríos de sangre que ayer los separaron? ¿Los electores iremos así de fácil a otorgarles nuestro apoyo? ¿Es verdad que el pueblo no tiene memoria o están desafiando nuestra inteligencia?
Los principios y valores no deberían ser negociables en tres aspectos visibles en la sociedad: primero, a nivel personal o individual. Se admira más a quien defiende su ideología, sea del lado que fuere, se gana respeto y admiración porque es firme e incólume frente a las adversidades y el oportunismo.

Segundo, a nivel de organización partidaria, ser leales a su declaración de principios; su funcionamiento estructural interna, de formar cuadros, líderes y militancia dentro de esas convicciones y no recurrir a terceros o prestar y prestarse siglas para mantenerse vigentes, y tercero, ser íntegros, no cambiar de bando o teñirse del color de la oportunidad so pretexto de luchar por el valor supremo: la democracia, como se predica por pusilánimes semejantes al corcho dentro de un líquido.

Se debe dejar el ejemplo en las generaciones futuras de que las ideas, los valores, los principios se defienden en el lado que siempre se estuvo, es decir, se asumió con responsabilidad, no pasarse de acera y desde el frente echar lodo a quienes se compartió el poder en un momento. Es este aspecto que se debe mejorar en nuestro sistema político. Hoy algún descontento conforma una organización social, una agrupación ciudadana o busca tener personería jurídica; pero lejos de sostener principios y valores; el fin es sólo encaramarse al poder.

Sin embargo, es la misma sociedad que alienta y estimula estas formas de actuar en la política porque sencillamente se deja hacer y se deja pasar, acepta la afirmación de que “política” es lograr pactar imposibles, tragarse sapos, pactar o hacer posible de lo impredecible –dicen-. Hay que crear medios o formas de control para que la política sea entendida como ciencia, hoy estamos lejos de entender este concepto.

Sea como fuere, seis millones de personas acudiremos a las urnas para decidir un futuro próximo de diez millones de bolivianos, algunos votarán cruzado, otros por consigna, no pocos por afinidad, y ¿cuántos por convicción y decisión para defender mañana el plan de gobierno con el que nos identificamos?

La disyuntiva es: o estamos en la convicción de que las riquezas que se generan en nuestro país beneficien a todos, con salud, educación y vivienda o tengamos que esperar que las migajas caigan de la mesa de quienes acumulen esas riquezas.