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Dinero en mano corrompe, la ambición se desata y remueve escrúpulos, la tentación puede más en el espíritu y la conciencia humana; no hay voluntad que no ceda ante la innata codicia de riqueza, de tener fortuna y si es sin ningún esfuerzo, mejor. La vida de los mortales está marcada en tener poder a través de poseer dinero.
Los hechos demuestran que ante el dinero no hay seres humanos que no se rindan, no importa la raza, color, religión, estatus social, indio, campesino o culito blanco: el dinero corrompe.
A esa conclusión se llega después de comprobarse que la danza de los millones en manos de quienes manejaron el Fondo Indígena, salpicó y corroyó conciencias, valores, convicciones y seguro hasta principios de personas que jamás tuvieron esa cantidad junto de dinero en sus manos. Es probable que algunos, hasta entonces, no sabían lo es tener una cuenta bancaria, hacer un depósito financiero y todo el trajín que se puede hacer con harta planta: creamos que se obnubilaron.
Hagamos sólo la diferencia entre el verdadero e inocente campesino o indígena que, arrimado al gobierno y el poder, no supo qué hacer al tener los millones de bolivianos entregados para un proyecto que debía ejecutarse para mejorar las condiciones de vida de sus hermanos de la comunidad y entre otros, aquellos vivillos que de vivir de lo fácil estuvieron acostumbrados. Hay el beneficio de la duda para los realmente inocentes.
¿A cuánto ascienden los millones de bolivianos que fueron entregados al Fondo Indígena? ¿Fue una repartija sin control de resultados? ¿No se pensó que en algún momento debía haber una fiscalización? ¿No era dinero del pueblo boliviano? ¿Era la inexperiencia de manejar el poder? ¿Acaso las caídas de los hombres y mujeres no es consecuencia del dinero mal habido? ¿Hay delito perfecto y que no se sepa nunca?
La situación que se ventila en el Fondo Indígena recuerda a los dineros que en anteriores gobiernos eran destinados al Fondo Reservado: nadie sabe cuánto eran ni dónde están hoy; pero se compraban conciencias y votos en el Poder para sacar adelante una ley, una resolución, una adjudicación de cuadrículas para la explotación minera, una resolución ministerial específica y quién sabe para qué asuntos más a costa de los intereses del país, sus riquezas y los beneficios de su explotación.
Fondos Reservados siempre hubieron en todos los gobiernos, dinero que se justifica ante la necesidad de la seguridad nacional, plata para contingencias de Estado y que generalmente eran (son) para asuntos policiales, militares o de estricta información sobre seguridad y que sólo debe saber el jefe de Estado y el entorno más cercano. El actual gobierno de Evo Morales dijo que este Fondo se eliminaría, no se sabe si ello ocurrió en los hechos; pero el fondo Indígena se asemeja a su manejo.
Los gobiernos de facto y también otros en democracia, para aplacar una movilización, una huelga general, movilizaciones en el pueblo u otras circunstancias adversas a su interés recurrían a sobornar dirigentes, también a sindicatos cuando aquellas eran fuertes y paralizaban al país; pero además habían sobresueldos, entregas de dinero por “abajo”, se compraban lealtades y también se controlaban medios de comunicación masiva antes que ocurra el boom de compras de radio, televisión y prensa por parte de los politiqueros, “porque los que trabajaban en ellos eran muchos y no pocos eran insobornables”.
¿Dónde habrán ido a parar los préstamos millonarios que otorgaban el FMI, el BID y otras entidades financieras que tenían interés en el país? Los préstamos no venían si Bolivia no era de su interés político, económico e inclusive geopolítico y de control del gobierno interno. El que tiene dinero no presta a cualquiera ni gratis.
La decisión de aplicar mano dura, por parte del gobierno, contra quienes manejaron mal el dinero del Fondo Indígena parece que en vez de mejorar su imagen le puede restar apoyo, se trata del poder que también ejercen en sus “bases” muchos de sus líderes que recibieron la plata. Una cosa es cierta: no quedará en el olvido como los que recibieron millones de los Fondos de Reserva.
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