Opinion

NOCIÓN DE RAZA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 25 Agosto, 2015 - 19:08

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Los jóvenes de hoy no comparten la vida llevada a lo largo del período de discriminación que caracterizó la época republicana, se han producido cambios interesantes porque hoy la palabra “indio” ya no se usa como insulto, menos se escucha, en tono despectivo, eso de  “cómo te vas a meter con ese cholo”  cuando dos amigas se sentían de “sociedad” y siempre miraban desde arriba a quienes creían que no eran de su “clase”.
La cuestión de la raza tomaba importancia a capricho del notario del pueblo, donde se debía anotar al recién nacido y en el libro grande el funcionario sólo a “ojo de buen cubero” registraba “raza” blanca, negra, indio o mestizo, o consultaba a los progenitores: qué raza querían que lleve marcado en el certificado de nacimiento del angelito.
La más odiosa forma de discriminación era tomar en cuenta la raza, esto no sólo en lo que hoy es Bolivia sino en todos los pueblos donde pisaron los españoles y sus costumbres impuestas fueron mantenidos por los criollos y quiénes consideraban que por sus venas corría más sangre española.
Era casi pecado tener una piel más oscura, peor aún tener los rasgos de la “raza de bronce”, hasta para la inscripción al kínder se fijaba la mirada en el color de la piel, el apellido, la vestimenta de los padres que significaba la procedencia social, sino pregunten a las personas que hoy ya transpusieron la edad de las cinco décadas.
Indios, negros, blancos y mestizos éramos quiénes vivíamos en la República, pero diferenciados claramente, separados por una línea imaginaria que hacía a pocos superiores y a muchos a los de abajo. La educación era cuestión de “casta”, el abolengo, el apellido no nativo que no se sabía de dónde provenía, menos la raíz o el árbol genealógico; pero con seguridad traído en las embarcaciones que vinieron con Colón y sus seguidores como Cortez, Pizarro, Almagro y muchos otros que luego se cobijaron al servicio de la cruz y la espada que llegaron junto a ellos. Después la historia es conocida.
Los indígenas sometidos a la peor forma de servidumbre, los negros a la esclavitud como emulando la forma y trato que recibían en el sur de lo que hoy es Estados Unidos de Norte América, con ferias que se instalaban en las plazas de las ciudades para su venta o remate al mejor postor, por su puesto con más precio para los “especímenes” de buen porte en los varones, belleza y juventud en las mujeres; no era raro que antes de la República algunas damas se paseen con su esclava por detrás, como una muestra de posición o ubicación en sus relaciones sociales.
La esclavitud recién es abolida en Bolivia a principios de los años cincuenta del pasado Siglo, la servidumbre de los indígenas se mantuvo pese a la reforma agraria y al Revolución del 52, de manera socapada hasta los años recientes, otra fue el sometimiento de los guaraníes y otras nacionalidades en el sur y oriente boliviano.
¿Cómo estamos hoy en Bolivia? ¿Qué nos falta por hacer o cambiar? ¿Hemos superado esas distancias odiosas? ¿Qué otras formas de concebir la sociedad nos hace diferentes? ¿Cómo es el masista y cómo es el de la oposición? ¿Es sólo cuestión de ubicación? ¿Quiénes propician o alientan esas diferencias? ¿Será que se añora el pasado y no se profundiza la democracia porque hay intereses de por medio? ¿Es cuestión del color de piel para mirar de arriba y de forma diferente a los otros? ¿Entendemos bien esto de lo plurinacional?
La niñez y juventud del Siglo XXI vive otra realidad, se forma con otra mentalidad y concepción de país, he ahí el presente y futuro que hará que Bolivia sea diferente, donde se conviva en armonía lo diverso; pero unido en torno a un solo objetivo que es compartir un territorio vasto y singular que nos hace iguales.