Opinion

MOTIVO DE ORGULLO
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 20 Enero, 2015 - 19:30

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Con el triunfo de Walter Nosiglia y la participación descollante de otros compatriotas en la competencia más peligrosa del mundo, el Dakar 2015, ningún boliviano quiere cambiarse por nadie; se vive el sentido de pertenencia como pocas veces en la historia del país.

En los últimos lustros este sentido de bolivianidad se ha cimentado con orgullo en muchos corazones de los hijos e hijas que abrieron sus ojos al mundo bajo la tricolor del rojo, amarillo y verde que se ha visto flamear en todos los confines del mundo. Ya no somos más un país desconocido que si hacía noticia era por los golpes de Estado, el narcotráfico o las revoluciones al por mayor para deponer y poner gobiernos títeres que jamás sintieron el sentido de patria.

El sistema democrático se ha consolidado, no es lo máximo ni la panacea del mundo; pero permite vivir en paz, con tranquilidad, con oportunidades y la esperanza de días mejores pese a la crisis de otras economías en el mundo; la baja cotización de los precios de los minerales en el mercado internacional, rebaja del barril del petróleo, la lucha de convertirnos en simple mercado de consumo por otras potencias, especialmente las asiáticas, la invasión de la ropa usada que quiere a toda costa eliminar nuestra industria nacional, al extremo que no fabricamos ni siquiera nuestros propios fósforos; pero éstas debilidades deben ser convertidas en fortalezas hasta lograr que consumamos nuestro pan en el marco de la soberanía alimentaria.

Está confirmada la llegada del Sumo Pontífice de la iglesia católica para los meses venideros de este año, no hay duda que será otro evento de unidad de los bolivianos, el encuentro de los que creen en el Redentor crucificado en el Monte Calvario para el perdón de los pecados de la humanidad. Será una cuestión de fe, regocijo y recogimiento espiritual. Quiénes no comulgan esta visión de vida también serán fortalecidos en su fe porque no hay ser humano que no crea en algo Superior, que en definitiva es el Dios al que se acerca cada alma humana, aún sea con diferente expresión de doblar las rodillas.

Cuando comienza un nuevo mandato de Evo Morales Aima, reelecto presidente para Bolivia con el apoyo mayoritario del 64% de la votación ciudadana en las urnas, también se advierte la unidad de los bolivianos, se demuestra que el acto de votar, que es un derecho, también puede significar el apoyo a una política, una forma de gobierno y un estilo diferente y único que resulta de los ancestros de la mayoría de los hijos de este país, cimentada en la práctica del ayllu, la comunidad, la interculturalidad que permite la convivencia pacífica aún siendo diversos.

Hasta hace poco, pese a los cerca a los 200 años de existencia como país en el consenso mundial, teníamos arraigada una vivencia de colonialidad; entendida ésta como segundo patio de potencias ajenas a la realidad boliviana, imitando formas de vida a la europea, el sueño americano (EE.UU.) o los tigres asiáticos; más prestos a salir del país que a quedarse, sentir vergüenza de nuestras raíces, nuestros apellidos, nuestra música, de nuestras montañas, los valles y los llanos que siempre fueron únicos en el universo.

Hoy sentimos que no somos menos en el mundo, nos falta mucho por hacer; pero ahí juega el asumir la corresponsabilidad con la patria, la tierra que nos vio nacer, identificarnos con el espíritu ganador de Nosiglia, Fuentes, Salvatierra, Bulacia, Fuentes, Mita, Barbery, Maldonado, Careaga,…, alcanzamos a ser una vitrina al mundo, ahora es necesario sostenerla, ampliarla; pero mostrar cosas buenas, singulares y únicos como somos como país o Estado.

Una cosa es cierta: cuando las riquezas que genera un país no quedan en pocas manos que sojuzgan a los demás, está visto que se avanza en la igualdad, las oportunidades, el ejercicio de los derechos plenos; se siente a su vez que se debe alzar la voz a plenitud para denunciar las injusticias, los oportunismos y la intención de vivillos que añoran las épocas cuando Bolivia era el patio trasero de potencias para la expoliación.