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Cuando los informes sobre la realidad social y económica del país, mostradas por el gobierno en los últimos años, indican que todo está mejor que antes; de pronto nos echan en cara que no todo lo que brilla es oro, pues sencillamente en El Alto, una de las ciudades más grandes del país, las escuelas y colegios están en malísimo estado.
Los padres de familia frente a esta situación salen a las calles para protestar y exigir de las autoridades atención a la infraestructura de las unidades educativas, se ven enfrentados con la policía, los gases y la ducha forzada por el agua que se utiliza como medio de apaciguar los ánimos.
¿Cómo es posible que en El Alto no se tenga infraestructura escolar de primera? ¿Por qué se muestran imágenes de escuelas y colegios sin agua, ni baños y ventanas sin vidrios? ¿Debía la flamante alcaldesa construir en menos de seis meses nueva infraestructura? ¿Las autoridades educativas y padres de familia recién se dieron cuenta de esta realidad? ¿Dónde fue a parar el presupuesto para educación de la Alcaldía y de la Gobernación en los últimos años?
Si la muestra es un botón, la realidad de El Alto es una llamada de atención para todos los municipios del país hagan una evaluación de la realidad de la infraestructura escolar. De pronto casi todos los días el gobierno, con pompa y sonaja (transmisión por canal 7 de Tv boliviana) hace entrega de infraestructura nueva para los escolares, con tinglados incluidos ¿no ha ocurrido esto en El Alto? ¿No cumple su contraparte la comuna para equipar y dotar de todo lo necesario? ¿Cómo vamos en el resto del país?
Uno de los objetivos propuestos por la ONU hasta el 2015 fue lograr la educación primaria universal, esto es tomar en cuenta la cobertura, permanencia y calidad en escuelas y colegios. Para Bolivia se planteó que de 48 niños de cada cien que no iban a la escuela en 1990 hoy deben quedar fuera penas 11. ¿Hemos alcanzado esa meta? La respuesta es sí, pues de acuerdo a las cifras oficiales, más del 90% de niños en edad escolar están en clase.
La calidad y permanencia son temas que se pueden abordar en otro artículo; en Bolivia, la cobertura escolar es aceptable, pero ¿cómo va la infraestructura escolar? Muchos afirman que se ha mejorado bastante, ya no hay pupitres de adobe, tablones improvisados como asientos o las famosas pizarras para escribir con tiza cuyo polvo el profesor o maestra tenía que tragar; ahora en las aulas hay computadoras personales, equipos de data para que el aprendizaje sea audiovisual, las prácticas son una cotidianidad en laboratorio, con insumos e instrumentos modernos, con talleres y espacios amplios en la comunidad para que el resultado de la escuela sea socio-productivo. ¿O la ley 070ASEP es un saludo a la bandera?
En nuestro Estado Plurinacional tenemos el privilegio de contar con casi el 90% de trabajadores en educación con nivel licenciatura, muchos pronto a alcanzar maestría y más de un millar van por el doctorado, por lo tanto, con esta calidad de profesionales es inconcebible que se tenga infraestructura de escuelas y colegios como se muestra en El Alto, ¿o sí?
Si la educación va ligada al desarrollo de los pueblos, en este caso comunitario y productivo, se entiende que se supera la pobreza. En 1999 de cada cien personas 62 eran pobres y 36 estaban en extrema pobreza y se trazó la meta de reducir a 41% la pobreza y 20% la pobreza extrema. ¿Hemos cumplido esta meta señalada por la ONU?
Lo que se ha logrado en Bolivia en los últimos años es que la población del campo se ha venido a las ciudades, ahora somos más de 60 personas de cada cien que vivimos en la urbe y apenas 40 en el campo, esta cifra tiende a seguir disminuyendo porque la migración campo-ciudad es alarmante. ¿Así superamos la pobreza? ¿Es mejor la escuela en la ciudad que en el campo? Lo que ocurre en El Alto deja mucho que pensar.
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