Opinion

IGLESIA, NARCOTRÁFICO Y CORRUPCIÓN
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Miércoles, 2 Abril, 2014 - 19:02

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Cuando Jesús estuvo en la tierra, junto a sus discípulos y rodeado de gente pobre a la que amaba (y ama) dijo algo categórico: “dad a César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, añadió además que “no se puede servir a dos señores; o amará al uno y odiará al otro”. Esas palabras divinas siguen siendo una verdad  (siempre lo fue) para estos tiempos.

Fue noticia en días pasados la opinión de la jerarquía de la iglesia católica  sobre el “narcotráfico creciente y la corrupción pública” en el gobierno actual, La historia recoge que muchos gobiernos, de facto o electo, transitaron de la mano con el narcotráfico, se escribirían páginas escribiendo sobre el caso. De la corrupción, ni qué se diga. Esta última data desde la organización social del hombre, en toda época, nunca se pudo superar; pero existen muestras de que se combatió y se lo hace; pero la debilidad humana es más fuerte, incluida la cúpula religiosa.

¿Quiénes son los corruptos y narcotraficantes? ¿Dónde están? ¿Ellos no va a la iglesia, sea católica o evangélica? ¿No son creyentes en el mismo Dios que creemos? ¿No serán quienes dan ofrenda mayor y hacen aportes significativos para las arcas religiosas? ¿Ellos nunca comulgan? ¿Son personas especiales que no se juntan con los que estamos a pie? ¿No tienen conciencia del daño que se hace a la humanidad?

Según las encuestas confiables, en Bolivia no menos del 70% de la población es católica, protestantes evangélicos van alrededor del 19%, las otras, (Bahí, Testigos de Jehová, sabáticos, mormones, pachamamistas, etc.) apenas suman el 4%. ¿En cuál de los grupos están los narcotraficantes y corruptos? ¿En el 7% que falta y que no son religiosos?

En términos generales, el 90% de la población boliviana cree en Jesús de Nazareth, es decir tiene para sí le Buena Nueva de Jesucristo, ama a su prójimo, es más, con su ejemplo (de católico o evangélico) cumple el mandato de: “id y predicad el evangelio a toda criatura…”. Aquí viene la pregunta: ¿Son los creyentes ajenos a la corrupción y el narcotráfico?

Es fácil deducir que aquellos que están en la práctica de lo ilícito están junto a nosotros: comulgan, participan de la Santa Cena, ofrendan, comparten el abrazo de la paz; pero el evangelio ingresa por un oído y sale por la otra, su práctica es para otros, no para ellos.

Entonces la iglesia tiene su corresponsabilidad en el tema: no se llega a cambiar corazones, son nuestros “creyentes” que están en el pecado que se juzga. El mensaje divino sólo se presenta desde el altar o el púlpito;  no llega al hogar, la familia, el centro del corazón. El pastor (sacerdote) ya no hace las visitas familiares, no tiene seguimiento de las “ovejas”, sólo les reclama “el por qué no vinieron a misa (o culto) del domingo”, el resto de los días la mies o rebaño está entre las espinas o las montañas.

Según estudios de la realidad del narcotráfico se demuestra que está presente más en las ciudades del eje central del país; paradójicamente la mayor concentración de católicos está entre Santa Cruz, Cochabamba y El Alto. Los católicos están más en los centros urbanos que el área dispersa, en ésta última crecen en número los no católicos. Ahora bien, ¿los que están en el gobierno (también los que estuvieron), no son parte de nuestra iglesia? ¿Sólo son los pachamamistas? Si esto es así, entonces, cumpliendo el mandato de Jesús, vayamos a ellos y les prediquemos el evangelio, porque según la cúpula de la iglesia católica, es allí donde se incrementa el narcotráfico y la corrupción pública.

¿No serán ellos los hijos pródigos que relata la Biblia? Entonces no sólo les esperemos con los brazos abiertos, sino vayamos hacia ellos, no levantemos el dedo índice acusador. Dios odia el pecado, pero ama al pecador. Sucede que a lo largo de la historia de la humanidad, en la era cristiana, los de la jerarquía eclesial siempre anduvieron  con el “Cesar y con Dios”, lo otro significaría tener en la iglesia “cristianos fieles con Dios y ciudadanos honrados para con la patria”.