Opinion

HACIA LA CASA DE LOS RICOS
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 10 Marzo, 2015 - 18:17

Valorar: 
sin votos aún

En el grupo humano donde manda la plata, hay explotadores y explotados. Los que pierden siempre son los pobres, aquellos que sólo tienen su fuerza de trabajo para vender en el mercado de la oferta y la demanda, donde el dueño del capital puede hacer y deshacer todo cuanto quiera, inclusive disponer de vidas humanas a su antojo.

Los hijos e hijas de las familias humildes conforman el ejército de los desocupados que por la necesidad buscan empleo, la cuestión es subsistir porque en la casa de los padres ya no queda el pan ni dinero para costear los estudios.

Para las hijas comienza el servicio en las casas de los ricos, con todas las consecuencias que esto implica, otros en bares y cantinas encuentran un acomodo que no es más que la explotación a todo nivel, una forma de ganarse la vida miserablemente, incluido los prostíbulos. Esta fue la característica generalizada en todos los países latinoamericanos, lo sigue siendo pese a los avances que se tiene en lo político, económico y social.

El último informe conocido sobre la pobreza nos echa en cara de que una de cada cinco personas son pobres en Latinoamérica, (BM), ser pobre significa no tener acceso a vivienda, salud y educación, son las demandas insatisfechas en la sociedad de consumo que todavía persiste. ¿En Bolivia cómo vamos? ¿Hay pobres en nuestro país? ¿Qué se está haciendo por ellos? ¿Se puede subsistir con 1650 bolivianos al mes? ¿Cuántos ganan el mínimo nacional? ¿Hay gente que no gana nada? ¿Crece la informalidad en los mercados o se da paso a los peatones en estos espacios donde se mueven capitales? ¿Hacia dónde se expulsan a sus hijos de los pobres? ¿Se está distribuyendo bien la economía?

La realidad de lo que acontece en el país es que hasta hace poco, las familias pobres del campo alimentaban la pléyade de la migración hacia las ciudades con sus hijos e hijas, también de las ciudades marginales los jóvenes no veían otro camino que acudir a las urbes del eje central en busca de trabajo; hoy sucede que la migración abarca a toda la familia, incluido a los animalitos domésticos que son cargados en los camiones hacia los centros urbanos.

Sólo así se explica que Bolivia es un país donde existe una población del 60% urbana y apenas el 40% de gente que vive en el campo, esta realidad demostrada en el Censo 2012 no será revertida. Ahora, ¿se viene a la ciudad para ser ricos o para ser más pobres?

Lo sociocomunitario y productivo, para el análisis de la economía y la pobreza, parece que sólo quedará en teoría porque con la masiva migración del campo hacia la ciudad se pierde la esencia de la realidad histórica, natural y cultural, se adquiere una nueva forma de vida porque se asume un nuevo orden económico y político que da paso a una nueva cultura y civilización. Así vista nuestra realidad, ¿se coloniza o se descoloniza?

Cuando se afirma que el acceso a la escuela supera el 96% de la población escolar, los analistas políticos aseveran que esto se debe al bono “Juancito Pinto”, el desayuno y merienda que en algunos municipios se oferta a los estudiantes. ¿Hasta dónde esto es cierto? ¿No será más bien que la población escolar crece porque las familias han migrado hacia la periferia de las ciudades donde sí es fácil acceder a la escuela? ¿En el área dispersa, crece o decrece la matrícula escolar?
Las desigualdades en las que todavía vivimos los bolivianos y bolivianas hacen que de las familias humildes salgan los más jóvenes a servir a los más ricos, sea en la misma patria o el extranjero; se trata de recursos económicos, de la distancia que hay de la casa a la escuela para continuar en la educación, también es cuestión de género y la incorporación al mundo laboral a corta edad.

¿Pese a la economía en bonanza, no es la mayoría que se raja el lomo para que otros vivan mejor?