Opinion

ESTO DE LOS “LICENCIADOS”
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 17 Mayo, 2016 - 13:16

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En la sociedad se reconocen dos clases de licenciados: aquellos que salen del cuartel luego de un año de servicio militar obligatorio y otros que egresan de las Universidades después de al menos cinco años de estudio. Ambos tienen su mérito y es honesto reconocerlos.
Los primeros son gente de pueblo:obreros, campesinos, artesanos… Para acceder al cuartel deben dormir en sus alrededores para ser recluta, vestir el primer uniforme que se les entrega, generalmente raída y con piojos u otros parásitos dejados por otros soldados que ya ostentan ser licenciados. Antes el alimento era pura lagua, con una ración de kerosene que era el combustible que se utilizaba en la cocina, luego el “tenderse, levantarse” bajo las órdenes del sargento u oficial al mando.
La experiencia es inolvidable con las “revistas”, las asistencias, el afán del uniforme, los servicios de guardia, las rondas, las “chorreadas” o escapes clandestinos por algunas horas y el ingenio para no ser descubierto. El “plantón”, el “chancho”, el “trípode”… el calabozo.
La formación militar es otra vivencia para alcanzar a ser “licenciado”. La instrucción abierta donde se aprende a manipular el arma, a disparar y esmerarse por llegar a la “fama” para lograr puntos. La instrucción cerrada donde se aprenden las marchas, voces de mando… si eres buen soldado llegas a ser dragoneante y puedes aspirar a ser cabo, grado militar con el que te licencias.
Con la orden de destinos el joven recluta cambia radicalmente de ambiente: del altiplano al oriente o viceversa. No es lo mismo “servir a la Patria” en una ciudad que en Colcha K, Curaguara de Carangas, Villa Montes o a las orillas de los ríos del Beni; en los cuatro confines del territorio boliviano. Allá se forma el espíritu, el temple, carácter… se aprende a ser hombre, como todavía dicen los abuelos.
El otro “licenciado” también tiene sus facetas interesantes. La angustia para aprobar el examen de ingreso a la Universidad, noches sin dormir para rendir una prueba, “quemar las pestañas”, la experiencia del “cafecito”, la hoja de coca, la canela para calmar los nervios. Aprender fórmulas, diseños, gráficos, tragarse nombres científicos según la carrera: descubrir el camino de la ciencia. Cinco años de estudio.
Hace algunas décadas no era fácil acceder al título de licenciado. Los proyectos de tesis dormían en el escritorio de los tutores, los tribunales que corregían una parte, luego se desdecían… en fin, el hecho era postergar por años el logro del título profesional, aunque igual podías trabajar con el “cartón” de egresado. ¿Cuántos se quedaron sin el título por la espera y el cansancio?
Hoy ser “licenciado” es común, “cualquiera lo es” dice el vulgo, igual los “master” y se invade con ofertas de “doctorado” y postdoctorado. Igual, todo tiene su costo: tiempo, dinero, estudio.
¿A qué viene todo esto? Es que da rabia que haya gente que ostente una libreta de servicio militar sin ni siquiera pasar por la puerta del cuartel, sin vivir la experiencia o porque sólo pidieron a “papi” y ya está. Se advierte que debe haber un mercado de las “libretas” teniendo en cuenta las últimas denuncias conocidas.
¿Cuántas personas firman como “licenciado” sin serlo? ¿Cuántos documentos de instituciones importantes se anularían porque su jefe se fabricó un pie de firma como “Lic.”? La falsedad ideológica y material y el uso de instrumento falsificado se ha vuelto cotidiano.
Lo peor es que la mal llamada “clase política”, opositores u oficialistas, desafíen la inteligencia del pueblo y hayan llegado a puestos importantes en el poder, utilizando la mentira. ¿Nota las diferencias?