Opinion

EMBARAZADA JOVEN
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 4 Febrero, 2014 - 11:56

Valorar: 
sin votos aún

¿Se ha dado cuenta que en nuestra sociedad actual se observa la presencia de madres casi niñas? Muchas personas coinciden en aceptar que aquello ya no es novedad: ¡pues los tiempos han cambiado!

Es verdad que hemos avanzado en la cobertura escolar de más niñas hasta secundaria, cada vez son más bachilleres mujeres y no pocas llegan a descollar en sus estudios siendo las primeras en sus cursos, incluido nuestras provincias donde, hasta hace poco, sólo el varón tenía el privilegio de estudiar.

Pero la realidad nos permite afirmar que los embarazos se producen en edad escolar o luego de dejar inmediatamente el colegio. En los primeros cursos de las Universidades o Institutos Superiores privados, fiscales o de convenio se advierte la presencia de estudiantes que ya son madres, es decir menores a 19 años. Sería interesante que el INE nos proporcione datos sobre la maternidad en ese margen de población y edad.

No se requiere ser un experto para concluir que existe una carencia de información en la etapa escolar sobre el embarazo, sucede que es en la escuela donde se desarrolla la madurez psicoafectiva, es la etapa de vida donde se evidencia el proceso biológico conflictivo, la transición de la niñez a la juventud y la sexualidad es transversal en todo el currículo, es decir, se debe orientar pero nadie lo hace con seguimiento responsable.

En algunos establecimientos escolares y la educación superior existen comisiones de orientación; pero la labor informativa llega demasiado tarde o sólo toma apunte de lo sucedido.

Según Carola Muñoz (UNESCO), en una niña de 16 años madre se decide el 90% de su vida futura: pobreza, no a la educación, denigrada por su familia y la sociedad y también del compañero si lo hay. Antes, un embarazo en la escuela era motivo de expulsión inmediata y sin reclamo alguno, hoy se prohíbe aplicar esa medida, más bien debe tomarse el hecho como asunto didáctico y pedagógico. Dijimos que eso está bien y las consecuencias.

El asunto es demasiado complejo, la escuela ya no resulta ser el segundo hogar, los maestros y maestras ya no son los segundos padres, la información no se recibe en el aula ni en la familia, sino en otra parte o por otro medio, más efectivo y de manera práctica con los resultados que se cargan por toda la vida.

En las calles, avenidas y los mercados de nuestras ciudades observamos cómo niñas-madres comienzan su incursión en el mercado informal, en una situación socioeconómica baja, caracterizada de inestabilidad y seguramente con la presión de su entorno familiar y las posibilidades de empleo son mínimas por el bebé que se sostiene en brazos; pero una cosa es admirable: tiene la valentía de aceptar esa realidad aunque se lucha se convertirá en un esfuerzo de vida por el futuro no siempre prometedor para la prole, producto del embarazo no deseado.

En base a un estudio serio de la situación, que todavía no se ha hecho, el gobierno debe asumir el asunto como una política que permita unir esfuerzos múltiples e interconectados, de tal manera que la escuela sea uno de los pilares, pero la familia es la mayor corresponsable junto con todos los otros actores de la sociedad.

Dentro de la propuesta de ampliar más horas en la escuela, es necesario tomar en el currículo esta realidad; pero la responsabilidad no debe ser sólo lanzada al maestro o la maestra sino a todo un colectivo de profesionales que cada unidad educativa debe tener, lo menciona la Ley ASEP 070, pero su aplicación está lejos de ser efectiva.

No son suficientes campañas en épocas de fiestas, tampoco una hora al año de una conversación o diálogo a cargo de una institución invitada o un experto que va a la escuela, la Universidad o el Instituto sino debe ser una labor permanente, sostenible y con resultados que sean evaluados por la misma sociedad.

Mientras se toca tangencialmente este tema, la verdad es que en la población más valiosa de nuestra sociedad, entre 15 y 19 años, la actividad sexual es alta según se reconoce en medios estadísticos, pero la capacitación o formación del docente para tratar el tema está todavía lejos.