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Se afirma que el capital no tiene patria, esto es decir que no tiene sentido de pertenencia, es asexual, igual puede esta hoy aquí, mañana allá, andar de una mano en otra sin inmutarse; la diferencia con el ser humano es que, el hombre y la mujer, ama el suelo donde ha nacido, añora cuando está lejos de su tierra, se identifica con los colores de su bandera que la da sentido de patria, sólo en el pago bendito se puede respirar profundo y descansar en la eternidad.
Este es un principio elemental que rige la vida, por muy profesional que sea, debe ser más para los que tenemos el privilegio de estar en los micrófonos de la radio, la televisión la prensa o los periódicos digitales, por lo tanto, es natural que cuando se habla de la patria no hay “neutralismo”, la “imparcialidad”, la situación es clara: o estás con tu patria o estás en contra de ella.
Esto viene a propósito del Litoral cautivo, de las costas en el Pacífico con que nació Bolivia como Estado en el consenso mundial. En cada boliviano bien nacido, palpitan cada vez más las ansias de volver al Mar; pero no es cuestión de sentimentalismo, de esperar la dádiva o compasión de alguien sino de exigir justicia con la verdad, sin apasionamientos ni ilusiones falsas; sólo la verdad.
Mientras el gobierno, en el cumplimiento de una política de Estado, acude a instancias judiciales internacionales, en la ciudadanía se advierte una actitud de balcón; más bien hay necesidad de aportar ideas, mejorar las que se tienen, generar propuestas orientados al máximo objetivo, ser parte de las soluciones, también es cuestión de corresponsabilidad generacional.
No se debe jamás creer que Chile está recién mostrando algún interés en la demanda marítima de Bolivia, por el contrario, desde hace décadas se conoce que maneja planes no tan secretos cimentados en una geopolítica expansionista, utilizando diferentes medios que van desde la simple visita turística hasta tecnologías modernas y sofisticadas para tener información precisa sobre nuestro país.
No es ingenuo que empresas turísticas de Chile muestren y oferten como suyo los Lípez de Potosí, adicionado al Lago Titicaca y regiones de Oruro, todo esto en áreas de frontera; lo que se hace es recoger toda información, penetrar centímetro a centímetro cuadrado en territorio boliviano, conocer si hay población, caminos, clima, posibilidades de sobrevivencia, recursos naturales. Desde Chile se ingresa a Bolivia por cualquier parte y a cualquier hora ¿o acaso hay control sostenido en nuestras fronteras?
Otra forma de penetración a Bolivia es a través de inteligencia mimetizada en el contrabando. ¿No entraban los autos chutos por cientos y diariamente por la frontera con Chile? ¿Sólo eran contrabandistas bolivianos? ¿No obtenían fotografías, datos, filmaciones, vías de comunicación, rutas de evasión de control personal de inteligencia chilena camuflada en el contrabando? ¿Conocemos en Bolivia cuántos puntos de acceso se tiene del país Mapocho hacia nuestro territorio?
A propósito, si de algo también sirvió el paso de la competencia del Dakar por esta parte del país, fue para que miles de bolivianos conozcamos nuestro territorio y hayamos bebido las aguas cristalinas del Silala que es Potosí.
Hace algunos años, un Alcalde de Iquique, se dio una vuelta por Bolivia, como Pedro por su casa, lo peor con amplia cobertura de la prensa bajo la oferta de un corredor que una el Atlántico con el Pacífico, pasando por Santa Cruz, parte de Cochabamba, Sucre, Potosí, Uyuni hasta Iquique en Chile; es decir, la política de penetración al país no sólo fue de manera secreta sino también pública ¿o creemos ahora que esa gira fue sólo de buena voluntad y nada más? ¿No recorrieron nuestro territorio con cartografía de carretera provista por propios bolivianos?
En el ámbito político hay mucha tela que cortar. ¿El abrazo de Charaña sólo se redujo a eso? ¿No estaban por detrás intereses económicos empresariales? ¿Y la pretensión de entrega del gas a Chile? ¿Hoy quien maneja el ferrocarril Andina en el sur? ¿No hay grupos de poder interesados en el tema?
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