Opinion

CONSUMIENDO LO AJENO
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Viernes, 30 Mayo, 2014 - 18:15

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Cada año, el 27 de Mayo los bolivianos y bolivianas vivimos una jornada especial: en Cochabamba con el homenaje a las mujeres de la Coronilla que en 1812 demostraron que ellas también buscaban la libertad del yugo español, luego ya en la República celebramos el Día de la Madre Boliviana. Emotivos momentos en cada hogar, sea de pobre o de rico.

El comercio se aviva a lo largo y ancho del país, no hay lugar donde no haya movimiento económico por este día; contradictoriamente son las madres que la dan vida a su Día. ¿Quiénes ofertan todas las mercancías para las madres en las calle? ¿Acaso no son mujeres y madres las comerciantes ambulantes que están en todos los rincones del país? ¿No son mujeres y en su mayoría madres quiénes preparan las tortas para ellas? ¿Quién acaba lavando los trastos después de la comida especial del día?

El Día de la Madre tuvo que ser especial para millones las mujeres que buscan mejorar los ingresos económicos para el hogar aprovechando estas “fechas especiales”. La mujer y madre que trabaja en oficinas tuvo su asueto; aprovechó el día para estar en casa, probablemente más agitada porque tenía a su alrededor a sus seres queridos que necesitan de ella.

Para otras millones de mujeres el día no cambia la rutina: mujeres en las minas, en los pallacus, en las orillas de los ríos mineralizados de Uncía y Llallagua, en las bocaminas del Cerro Rico donde el trajín fue el mismo, en los mercados donde el puesto no se podía dejar para atender a los caseros.

Si bien la bonanza económica alcanza a Bolivia en la época actual, tiene atrapada cada vez a millones de mujeres que hacen esa dinámica de multiplicar el dinero que no permite trasponer la línea de la pobreza, los hogares bolivianos siguen cada vez con más necesidades: se gana más pero se quiere más y el dinero nunca alcanza.

De acuerdo a la Estrategia de la Reducción de la Pobreza en Bolivia, se tiene señalado que hasta el 2015 se reducirá la pobreza de un 64% de los años anteriores a un 41% y el de extrema pobreza de un 37% a un 21%, esta reducción tiene relación con la viabilidad de abrir oportunidades con las zonas de libre comercio exterior, mercados de exportación para la producción boliviana; pero la dinámica de la oferta y la demanda, traducida en las “fechas especiales” nos lleva a comprender que sólo somos consumidores de productos que llegan de afuera: en el oriente productos llegados más allende del Atlántico y en el occidente del Pacífico. Nuestro mercado crece para esa producción, ahí las dinamizadoras son nuestras madres.

En la consideración de este mercado, urge la necesidad de plantear una promoción económica propia de bolivianos, sostenible y con equidad, probablemente fue esta una debilidad de los actuales años de gobierno de Evo Morales, hubo y hay gobernabilidad; pero las década de democracia que vivimos, las políticas reformistas de los 90 adversos para nuestra economía, luego la nueva Constitución Política que crea un Estado Plurinacional no habían sido ni son suficientes para superar las debilidades estructurales que arrastra el país.

Nuestra economía actual está basada en la exportación del gas natural que permite el doble aguinaldo, los bonos, las dobles vías, entre otros, junto al envío a los países del mundo de nuestros productos andinos y los productos ecológicos que tenemos como Estado; pero generar empleo a través de una industria propia, boliviana, es todavía inalcanzable.

Lo que resalta en la expresión cotidiana de mercado es que ha crecido lo informal de manera geométrica, la población rural migra a los centros urbanos para iniciarse precisamente de comerciante informal, se convierte en el distribuidor de productos producidos en otras partes del mundo, lo nacional es raro, sino veamos lo que sucede con la ropa a medio uso y que se oferta en calles y avenidas, ahora en tiendas de lujo en la parte central de las ciudades.

Los políticos que avivan el discurso para las próximas elecciones, harían bien en hacer propuestas sobre esta realidad, la disyuntiva es: profundizar que sólo seamos consumidores o aportar al comercio mundial con industria boliviana.