Opinion

¡ARMAS DE CASA!
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Miércoles, 12 Octubre, 2016 - 15:34

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Si durante los años de terror que vivió Bolivia hubieran existido los celulares y las redes sociales, tal vez las dictaduras no hubieran hecho tanto daño como hicieron a las generaciones que vivieron con su testamento bajo el brazo ni hubieran durado tantos años. Hoy estos medios matan, insultan, dañan imágenes, se propalan mentiras, destilan veneno pero también son necesarias si se sabe utilizar para bien.

Para llegar a gozar del sistema democrático que vivimos ya por 34 años consecutivos tuvo que correr mucha agua bajo el puente, enturbiados por la sangre de mineros, campesinos, gente intelectual, universitarios que entonces abrazaban la bandera de la revolución, la libertad, y no pocos sufrieron las persecuciones, la cárcel, las torturas, los residenciamientos en lugares antes inhóspitos, el exilio, de donde muchos bolivianos jamás volvieron.

Las mujeres también cumplieron su rol de combate, especialmente las obreras, las esposas de mineros que de amas de casa se convirtieron en “armas de casa”, con piquetes de huelgas de hambre, las marchas con las cacerolas vacías protestando porque en las pulperías no había pan, ni arroz, ni azúcar menos carne. El discurso en la voz de una mujer era contundente, clara y letal: ¡queremos libertad para nuestros esposos! ¡Libertad política y sindical irrestricta! 

Todos los centros mineros de la COMIBOL tenían su organización de mujeres, armas de casa, dispuestas a dar su vida por la libertad de su compañero detenido, perseguido, encarcelado o exiliado. Los universitarios, hombres y mujeres, también en las calles; los dirigentes pronunciaban discursos subversivos contra la opresión, la “bota militar” de entonces que aplastaba al pueblo, eran tiempos de estado de sitio y los “toques de queda”. Prohibido caminar entre dos por las noches.

¿Estamos bien en democracia? ¿Cómo debería ser? ¿Qué nos falta por hacer? ¿Nos convencemos de que este sistema es mejor o preferimos volver al pasado y las dictaduras? Antes de 1982 y entrados hasta los años 90s del pasado Siglo, el 10% de la población lo tenía todo, eran los magnates, los ricos que sustentaban las dictaduras, civiles y militares; otros se arrimaban al sistema por interés y sobrevivencia; el resto vivía con el temor de encontrarse con la policía en la puerta en cada amanecer, salía de casa sin la seguridad de volver porque se corría el temor de ser denunciado como “subversivo”, rojo o comunista.

Hoy, en democracia, en las redes sociales y su contenido político resalta el que mejor cuelga un mensaje de insulto y agravio al Presidente, al opositor u oficialista: ¿Se hubieran permitido estas libertades en las dictaduras? Lo que debemos entender es que democracia no sólo son las elecciones, sino es mucho más profundo, es asumir una forma de vida, un comportamiento, valores, convivencia en tolerancia, participación; luchar porque nadie se sienta extraño en su propia tierra ni tenga que escupir sangre para que pocos vivan mejor.

En tres décadas de democracia no hemos avanzado en lograr madurez para el diálogo; sostenemos una actitud de confrontación ante cualquier circunstancia, he ahí las muertes de los de aquí y los de allá, inclusive el asesinato de un alto miembro del gobierno durante el último conflicto con las cooperativas mineras. La democracia se sostiene; pero no se profundiza.

Va pasando la generación de los hombres y mujeres que lucharon por la conquista de la democracia, soportaron duras pruebas; es corresponsabilidad de otra sangre nacida después de 1982 mantener y fortalecer este sistema de gobierno, inventada también por el hombre, por tanto perfectible. Lo que queremos de la democracia se expresa en cómo luchamos para perfeccionarla e incluir a todos.

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S-111016