Opinion

AGRADECIENDO A LA VIDA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 1 Marzo, 2016 - 23:49

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Mientras el país y sus políticos están concentrados en el supuesto hijo del Presidente, su edad y residencia; los millones que sí o no tiene la madre, si ocupó el puesto de primera dama y si sus parientes tuvieron o no vínculos sentimentales con familiares de los líderes de la oposición; lo cierto es que el mundo sigue girando y los millones de bolivianos hacen miel de la hiel para seguir viviendo.

¿A quién le importa que las minas estén otra vez cerradas y sus hombres topo busquen trabajo en otras partes por los bajos precios de los minerales? ¿Qué espacio se dedica en periódicos, emisoras de radio o la televisión para hablar de los miles de sembradíos arrasados por las lluvias? ¿Cuántos campesinos ven con tristeza y dolor que sus animalitos son llevados por el río por caudalosas aguas? ¿Cuántos profesionales, entre ellos miles de maestros con la licenciatura en mano, no encuentran trabajo? Los politiqueros bien gracias, se ocupan de sus intimidades, familiares, personales o del contrario con el dedo índice en el ojo.

El pueblo experimenta y sufre otra realidad, Por ejemplo en educación, a nombre de la pertinencia, sus trabajadores viven en zozobra de saber si continuarán en el cargo, les moverán o no de lugar de trabajo, les restarán horas de labor o les cambiarán de turno, vivirán la experiencia de ser “pertinente” como profesor de educación física cuando tienen formación en otra área no afín a lo muscular. La administración educativa anda en otro rumbo distinto que los politiqueros no ven. 

El agradecimiento a los años de servicio, la entrega de toda una vida a la educación, la niñez y juventud se reconoce con un puntapié. Hay que hablar de valores, de solidaridad, de compromiso, patriotismo y dedicación a los estudiantes; pero para los trabajadores en el sistema la prédica no sirve por parte de las autoridades encaramadas en el cargo por el favor político o la muñeca de allegados.

En educación técnica y tecnológica, hoy está de moda hablar de pertinencia. Sólo se cumple la norma. No se ve lo humano ni se valora en profundidad la formación y experiencia. Se trata de abrir horas trabajo para otros allegados al partido o conocidos personales, en otras palabras, sigue siendo la educación un botín político partidario.

Mientras en las altas esferas de poder la diversión está en otras cosas, este testimonio de vida es real. Una maestra que comienza sus años de servicio en Kami, un distrito minero en el centro del país, de esto hace más de treinta años. Luego se ubica, después de los años de provincia obligatorios, en la periferia urbana, también en una escuela de convenio. Servir y trabajar por la gente más sencilla y humilde fue una premisa en la vida profesional de maestra.

Asumiendo el desafío de seguir adelante, con esfuerzo y el sacrificio de dejar por días y años a la familia, logra el título de abogada. Por los desafíos que tiene la vida, se ubica en otro distrito de educación, por méritos en educación técnica superior, aprovechando su título universitario y el ejercicio ya adquirido en el ramo de la judicatura.

Como los años pasan, jamás se unifican currículos en el sistema, se especializa en Gestión Secretarial, materia que comprende todo cuanto es ofimática, años y años de trabajo, además de otras materias afines. Deja las materias de derecho. En la actualidad ya cruza los años sesenta de edad. Toda una vida en educación.

Ahora, por esto de la “pertinencia”, debe reubicarse en el sistema regular o jubilarse. Se le puede permitir quedarse un año más en el sistema previa firma de un documento donde se sostenga que tramitará su jubilación. La maestra todavía tiene hijos que mantener, un anciano padre que atender, una deuda bancaria… ¿Es la forma cómo tiene que acabar una carrera profesional en educación?