Opinion

EL PERIODISTA: UN POLÍTICO PROFESIONAL EN ACCIÓN
El Deshabitado
Marcelo Arce
Jueves, 27 Agosto, 2015 - 21:40

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El periodista, “testigo de su época”, es también actor de ella, donde desempeña un papel  que muchas veces se niega a sí mismo. Mientras la ideología burguesa glorifica la “imparcialidad” e “independencia” de sus periodistas, simples “testigos de la época”, la ciencia contemporánea –la cibernética, por ejemplo- insinúa que, en tanto informadores, los periodistas participan en la dirección de la sociedad; es decir, que son dirigentes políticos.

La ciencia marxista, por otros caminos, ya había llegado a la misma conclusión, agregando el “partidismo” al carácter del trabajo periodístico. Entonces hay que volver a las fuentes principales como Camilo Taufic y tratar de entender la actual coyuntura.

Entonces, este rol periodístico –y partidario, a favor de una u otra clase social-, que juega todo periodista, se da cualquiera sea la orientación del diario, agencia, radio o estación de televisión que sirva, quiéralo o no el periodista, así este consciente o no de ello.

En su concepción más general, la política es la participación en los asuntos del Estado; su orientación; la determinación de las formas, de las tareas y del contenido de la actividad estatal; la actividad de las distintas clases sociales y de los partidos políticos.

Los periodistas participan directamente y de manera destacada, en los asuntos del Estado (investigándolos y divulgándolos, como su tarea principal); en la orientación del Estado (recogiendo informaciones en todos los ámbitos de la vida y haciéndolas públicas, además de opinar sobre ellas e interpretarlas) y en la determinación de las formas, las tareas y el contenido de la actividad estatal (mediante la información y la crítica), así como en las actividades de las clases sociales y de los partidos. Los periodistas son, por tanto, políticos; y aún más, son políticos profesionales.

Todo periodista, entonces (también el dedicado a las informaciones deportivas o aquel que se ocupa de los espectáculos artísticos), es un político activo, aunque su especialidad recaiga en un campo aparentemente “no político” del quehacer social, pues, en el arte o en el deporte, el periodista respalda una determinada política artística o deportiva, incluso cuando silencia o elude su rechazo frente a ellas. Es responsable de lo que ocurra en su campo de acciones. No se limita a reflejar la realidad; actúa sobre ella, contribuye a dirigirla hacia uno u otro fin, sea por acción u omisión, diciendo o callando; consciente o inconscientemente.

Pero hay más. La política no es otra cosa que una manifestación específica de la lucha de clases, su expresión más generalizada y, los periodistas, en cuanto activistas políticos, no están al margen de esa lucha, sino inmersos en ella y ocupando puestos de liderazgo.

Poco importa que tengan su rol en claro o no; lo juegan de todas maneras. Para empezar, cada clase social tiene “su” política en defensa de “sus” intereses y trata de organizar a toda la sociedad en consonancia con los mismos. Para ello utiliza distintos medios y el periodismo es uno de los recursos favoritos de cualquier clase social; le permite influir sobre las masas cada día, e incluso, cada hora o cada minuto, durante todo el día, llevando y trayendo las noticias, las ideas y los sentimientos que se avienen con sus intereses de clases.

Dentro de ese marco, ineludible, los periodistas no tienen otra posibilidad que tomar partido; o sirven a las clases explotadoras o las progresistas. No quiere esto decir que deben ingresar a un partido político determinado necesariamente, pero es evidente que la actividad periodística, dadas sus características políticas, expresa –en cuanto a la lucha de clases- los intereses de una u otra, indefectiblemente y, es en esta pugna que sacude a la sociedad de extremo a extremo, concluyendo en que los periodistas no son ni pueden ser neutrales.

“En una sociedad fecunda en la división de clases –dice Lenin- la lucha entre las clases hostiles se convierte, de manera indefectible, en una determinada fase de su desarrollo, en lucha política. La lucha entre los partidos es la expresión más íntegra, completa y acabada de la lucha de clases (…) El partidismo es resultado y manifestación política, es secuela y resultado de una lucha de clases altamente desarrollada. Y, al contrario, en interés de una amplia y abierta lucha de clases, es necesario el desarrollo de un riguroso partidismo”.

Desde el punto de vista de las clases sociales, sentencia Taufic, el asunto es claro: cuanto más cabalmente comprende su rol político un periodista de avanzada, más abiertamente  tomará partido a favor de las clases desposeídas, llevando incluso este partidismo hasta integrarse en los partidos de la clase obrera.

Al contrario, las clases reaccionarias no suscribirán jamás esa afirmación de Lenin en sus diarios, ni estimularían en sus periodistas, nunca, una definición política tajante, aunque fuera una definición política reaccionaria.

Es que los diarios burgueses viven de un engaño, cuyas razones saltan a la vista. No pueden declarar descaradamente su carácter reaccionario al servicio de una minoría explotadora, pues si lo hicieran no encontrarían eco alguno en las masas.

Entonces disfrazan su posición y advierten con gran estridencia que la prensa debe ser “imparcial”, “independiente” y estar “por sobre las clases y los partidos”. Pero es obvio que, en los diarios burgueses, la única posición que se puede sostener consecuentemente es la posición de la burguesía.