Opinion

REPENSAR EL MASISMO
Los otros caminos
Iván Castro Aruzamen
Miércoles, 24 Agosto, 2016 - 15:51

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¿Acaso la nueva burguesía sindical y ramas afines, no buscaron la deificación (divinización) del Jefe en vida? La triste realidad de las revoluciones en Bolivia pasaron por la introducción de nuevas prácticas e instituciones, muchas veces obsoletas; y ni qué decir sobre el desentierro de creencias, ideas e instituciones del pasado, ni más ni menos, semejante al desentierro del pepino en el carnaval paceño; aunque muchas veces las revoluciones acentúan y perfeccionan ciertos o muchos rasgos del régimen al que han desplazado, y, el antecesor nuestro fue el neoliberalismo, que por supuesto pervive en el seno de la denominada revolución socialista del actual gobierno. Entre las características de este gobierno, se cuenta la burocracia política que la administra, los arrestos sin ningún proceso debido, los juicios a puerta cerrada o digitados desde el poder político, la tortura, la intimidación, las autoacusaciones y confesiones, el espionaje generalizado, el insulto y ataque a instituciones creíbles como la Iglesia o los medios de comunicación, todo esto no es sino la consecuencia de la dictadura de un partido único –MAS– y dentro del partido, no cabe duda, el ejercicio de la dictadura de un grupo de políticos, y, finalmente de un solo Jefe, Evo Morales. En 1927 en medio del régimen socialista de la ex URUSS, Bujarín decía: “Entre nosotros también pueden existir otros partidos. Pero aquí –y este es el principio fundamental que nos distingue de Occidente– la única situación imaginable es lo siguiente: un partido gobierna, los otros están en prisión”. Y así ha sido, también en Bolivia estos últimos años; todos aquellos que han osado criticar o decir su verdad sobre el manejo del poder en el país, están en las cárceles o en algún cementerio y otros fuera viviendo en el exilio obligado. El masismo y sus más abominables defensores, deben entender que la planificación económica o la expropiación de capitalistas que fue una práctica común al inicio de su gobierno, no engendra automáticamente el socialismo o un estado comunitario o si se quiere el pluralismo dentro de una nación. No. Se necesita mucho más. El pluralismo está más allá del Estado nacional. Es una visión presente ya en los genes humanos, pero por razones ideológicas se lo ha socavado siempre, privilegiando la angurria y una visión esencialista que supone lo puro e incontaminado.
Deben repensar los ideólogos del masismo, esa obstinada obsesión por ver siempre en todos los errores y escándalos que se ha metido el gobierno y sus personeros, la mano del extranjero, la mano del gringo del norte; se ha llegado a tal paranoia sobre lo yanqui, que hasta en la más pequeña crítica que se hace, se busca ver la mano invisible del poder norteamericano; el pelo en la sopa, para el gobierno es culpa del imperialismo, pero si a uno le duele el estómago es porque no hay atención de salud y de calidad en este estado pluri; y hasta en un tono inquisitorial se ha usado esta frase, sobre todo, por el presidente de la Republica: “el imperialismo y su mano”. No sin razón de lo que digo, se ha creado recientemente la escuela antiimperialista para los militares que aspiren en el futuro al generalato. Y no hace mucho el ministro de defensa, ha llamado ignorantes a quienes no comparten esta idea o han puesto en tela de juicio dicha institución, que por supuesto pone en ridículo a la institución castrense y sus militares, que no es otra cosa que meterles en la cabeza de que la mano negra del imperialismo actúa en todo aquello que al gobierno le sale mal. Seguramente, al seguía o la falta de empleo, de salud y vivienda y la nula industrialización y toda la corrupción y el contrabando y el lavado de dinero del narcotráfico es obra de la mano del imperialismo. La lista de escándalos y otros tejemanejes del gobierno sería interminable y las excusas o la obsesión por la mano del extranjero en todas estas cosas, también. Por muchas otras razones, si el masismo quiere mantenerse en pie, por lo menos hasta el 2020 debe repensar muchos aspectos en los que la brecha entre la teoría y la praxis es insalvable, por el momento.