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Fútbol. Dinámica de lo impensado es, a decir de los entendidos, un manual indispensable para comprender que el fútbol no es ciencia, ni tampoco orden, sino simple y llanamente el arte de lo imprevisto, porque nadie ha inventado hasta ahora el método para jugar siempre bien, para adoptar estrategias correctas e infalibles a la hora de dirigir un equipo, para deducir con exactitud cómo jugará el equipo contrario, ni tampoco hay explicaciones lógicas para entender por qué un día se gana y al otro se pierde.
El libro fue escrito por el periodista argentino Dante Panzerien 1967, hace ya 46 años, y según todas las referencias que encontré sobre este texto, es un clásico obligatorio en las escuelas de periodismo deportivo de América Latina excepto, creo, en Bolivia.
Al cabo de una primera aproximación al texto comprendí por qué el fútbol no puede estar sometido al juicio de la intellighenzia, y entendí también por qué Azkargorta mandó a leer el libro en respuesta a desafortunadas declaraciones que luego del empate Bolivia-Venezuela ordenaron que “boten a todos” para convocar a una “nueva generación” de jóvenes quinceañeros que “amen a su país, que se desvivan por corretear tras la pelota y meter goles”.
Y para que mis expertos colegas no se desagarren las vestiduras, tengo que aclarar que me acerqué a la dinámica de lo impensado no como periodista sino, primero, por nostalgia de los años de mi infancia en los que gambeteaba al fútbol mezclada con los chicos del barrio, en la cancha Zapata; segundo, por curiosidad y, luego, como una asidua de las tribunas del Siles, de la curva sur y de la fanaticada atigrada. Me acerqué desde el corazón puesto en la Verde, desde la emoción que experimenté en 1994 cuando clasificó por única vez al mundial, desde el júbilo por el 6-1 frente a la Argentina de Maradona y desde la sensación de frustración que me provoca saber que ya no tenemos nada que hacer de cara al Mundial 2014.
“El fútbol es ciencia oculta de imposible enseñanza académica. El fútbol es empirismo”, afirma Dante Panzeri, y yo añadiría: el fútbol es pasión, un estado de emoción profunda que no puede ser sometido a deliberación racional y sólo puede ser entendido cuando se ha jugado al fútbol o cuando se es asiduo de las tribunas.
“Para el fútbol es ocioso hablar de una técnica, de una manera de jugar bien, de una norma para jugar o "ver mejor" un partido, siendo que habrá muchas humanidades fluctuantes, cambiantes, sorpresivas, imprevistas, espontáneas...que impondrán la vigencia de muchas técnicas. La técnica del imprevisto por sobre todos los previstos”, advierte Panzeri con la autoridad deaños de ejercicio de un periodismo deportivo de alta calidad.
Nos aclara también que para el acto de seleccionar jugadores no es suficiente la sapiencia futbolística, ya que además de elegir hay que saber ubicar a los jugadores en la cancha pero, sobre todo, hay que “dejarlos jugar” con ánimo y sentido creativo y recreativo, porque se supone que no hay jugador que no persiga la victoria y que no aspire a deleitar a las tribunas haciendo gala del dominio del balón, de la gambeta, del arte del engaño y convirtiendo o evitando goles.
El que sabe, sabe, asegura Panzeri a tiempo de reconocer que somos muchos los que creemos tener las mejores ideas para jugar al fútbol, pero son unos cuantos privilegiados los que tienen la capacidad de dominar el balón.
Y como respondiendo a quien cree que el fútbol no es más que “corretear tras la pelota”, deja sentando que lo que considera el juego más hermoso que se haya concebido es oposición de contrarios, movimiento constante, recreación permanente, engaño y lucha de picardías.Yo me quedo con lo que escribe en el Capítulo 7 de su libro: “para ser serio el fútbol tiene que ser juego”, porque por sobre todo es “libertad para crear”, y el derecho a “divertirse para divertir”.
En fin, vale la pena leer Fútbol. Dinámica de lo impensado y retrotraer a este tiempo y lugar las opiniones que su autor tenía sobre esta pasión de multitudes.
Sólo para concluir y a propósito de todo lo que se viene diciendo sobre el estado del fútbol boliviano, sobre qué se debe hacer para no ir de derrota en derrota, vale la pena también recordar que hace ya casi medio siglo Panzeri decía que al fútbol le faltaban “dirigentes y decencia” y que efectivamente abundan los malos jugadores y se repiten los malos resultados porque el deporte de multitudes “se convirtió en un negocio”.
Y no menos importante para la ocasión es destacar una frase que está subrayada entre sus dichos célebres “Revolución no es cambiarlo todo. Revolución es sanearlo todo”.
Agradezco al profesor Azkargorta por haber sugerido a este autor y su libro puesto que me permitió salir de la multitud para entender esta pasión desde otras perspectivas y atreverme a escribir estas líneas, disculpándome de Panzeri que dice muchísimo más que lo poco que yo destaco en estas líneas.
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