Opinion

Nuestros héroes abandonados y olvidados
Al Punto
Diego Rojas Castro
Viernes, 23 Junio, 2017 - 18:33

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Es normal y hasta ideal que todo país tenga héroes que expresan lo máximo a lo que puede llegar una persona por su Patria. Ello permite construir identidad, subir y conjuncionar la autoestima de la población como una Nación. Por citar algunos ejemplos, en Paraguay tienen a José Félix Estigarribia por su rol en la Guerra del Chaco, en Chile tienen a Arturo Prat y en Perú a Miguel Grau, ambos héroes de la Guerra del Pacífico.

 

En Bolivia no lo tenemos fácil por la variedad de culturas que aglutina nuestra Nación.  Uno de los grandes retos que nos sale al paso, es que si bien una figura puede representar al occidente del país, no lo hace así para el oriente y viceversa. O si lo hace para ambas, no para otros sectores mayoritarios como el indígena.

 

En todo caso, hasta la Guerra del Chaco tuvimos a Daniel Salamanca, el “Hombre Símbolo”, pero la historia sociopolítica de la postguerra se inclinó a opacar su figura, al punto que hoy en día nadie querría ser equiparado con Salamanca. Por otro lado, como héroe de la Guerra del Pacífico tenemos al valientísimo Eduardo Abaroa, a quien incluso en Chile le rinden sendos homenajes, pero aquí su figura no es lo suficientemente exaltada y se rememora solo una vez al año, cada 23 de marzo.

 

Una pareja de héroes que se tiene muy en el olvido son Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla. Ambos eran esposos, mestizos que en la Colonia lo perdieron todo por luchar contra los realistas. Gracias a esta valiente pareja, el Libertador de Cinco Naciones llegó prácticamente a rematar a las tropas realistas que ya estaban bastante debilitadas por estos patriotas. Doña Juana sobrevivió para ver el nacimiento de la República, pero quedó viuda, con sus hijos muertos y ella misma murió en la vejez en la más absoluta pobreza y abandono. En Argentina es mucho más valorada que en Bolivia, ¿no es injusto que hayamos tratado así a nuestra verdadera madre patria?

 

Otro problema que tenemos los bolivianos es el derrotismo crónico que nos aqueja al recordar nuestra historia, mismo que nos imponen desde la escuela. ¡Aberraciones, tales como que hemos perdido todas nuestras guerras internacionales! De haber sido así, en los hechos no existiríamos como Estado soberano, y nuestro extenso y rico territorio estarían distribuidos entre nuestros ambiciosos vecinos.

 

Si bien el lema del Protocolo de Paz que dio fin a la Guerra del Chaco decía “sin vencedores ni vencidos”, en el imaginario colectivo boliviano, la mayoría afirma que hemos perdido dicha guerra. Sin embargo, hay que resaltar que Bolivia cumplió su objetivo de obtener un acceso soberano al Océano Atlántico a pesar de la ayuda que brindaron Chile y Argentina a Paraguay, y la guerra terminó con una gloriosa victoria boliviana como fue la Batalla de Villa Montes, que tampoco es adecuadamente aprovechada para exaltar nuestro orgullo y autoestima de ser boliviano. Como Estado boliviano cumplimos también la meta de conservar las reservas petrolíferas y gasíferas que hoy sustentan al país, y paradójicamente los paraguayos que se llenan la boca diciendo que ganaron la guerra, hoy son nuestro principal comprador de gas licuado de petróleo.

 

Es necesario recordar y homenajear mejor a nuestros héroes, y repensar la forma en que miramos nuestra historia ya sin auto flagelarnos y valorando las glorias de Bolivia como es debido, porque ¿cómo podemos pedirles a las nuevas generaciones que vayan y triunfen en la vida, si desde la escuela se impone falsamente que fuimos unos perdedores crónicos que no han tenido una sola victoria que recordar?

 

 

El autor es ingeniero y docente universitario.