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De vez en cuando se presentan campañas de salud en nuestras ciudades, generalmente promovidas por algunas ONGs o centros de salud. Se publicita la llegada de algún especialista del extranjero para labios leporinos, detección de algún cáncer, algo hepático u otras dolencias. La gente acude por cientos. Igual hay que hacer cola para las fichas.
Hace días estuvo por la Capital un joven médico coreano. Hubo una campaña contra el estrés, detección de alguna enfermedad a través de la acupuntura, algo de imán o magnetismo aplicado al cuerpo, un equipo de masajes y finalmente una breve sesión de fisioterapia en las manos del especialista que visitaba Bolivia.
Mis huesos de la columna y el cuello sonaron fuerte cuando las manos del galeno, con mucha habilidad, precisión y experiencia, supieron cómo y dónde aplicar la fuerza. “Estal bien, no quelel volvel a vel”, me dijo en su castellano poco entendible. Para esa atención de campaña, mis dos amigos y yo tuvimos que madrugar a las cinco para coger ficha y la consulta fue a eso de las 16:00 horas del mismo día. A otros pacientes los derivaron para el día siguiente.
No desaproveché mi instinto periodístico e indagué cómo salía la gente después de la consulta. “Me hizo bien”, decía la mayoría, personas de la tercera edad generalmente. “Ya puedo caminar bien”, decían otras. No faltaban quienes hasta sentían que se produjo un milagro en sus dolencias. Lo que creí es que hace mucho el calor humano con que un galeno te atiende, éste fue amable, directo, personal. Cálido. ¿Talvez lo psicológico es bueno para la salud? ¿No se habla –en círculos médios- de la calidez con que se debe tratar al paciente?
Estas campañas de salud no vienen sólo así; sino son tramitados a través de amistades, de convenios interinstitucionales, no siempre afines a salud. Son médicos voluntarios que tienen esa pasión de llegar al semejante; mejor si es en otros continentes donde se habla de las necesidades de la gente, la pobreza, el atraso, abandono… Bolivia todavía no sale de ése margen pese a que se publicita que mejoramos en el aspecto económico y social.
¿Es que todavía tenemos que mendigar la atención a nuestra salud? ¿Por qué las campañas se llenan de gente? Generalmente se reduce a una sola consulta, no hay seguimiento a la patología detectada. También hay que reconocer que con médicos nacionales se hacen otras atenciones en periodos ocasionales: próstata, cuello uterino, mamografías, riñones y otros; pero no son suficientes y hay millones de conciudadanos que en este momento sufren, sea en el campo o las ciudades.
En Bolivia apenas tenemos 27 hospitales de tercer nivel que tienen capacidad resolutiva a las patologías según el perfil epidemiológico de cada región del país. 18 de éstos están en Chuquisaca, La Paz y Santa Cruz, nueve en los otros departamentos. ¿Son suficientes? Un hospital de este nivel debe resolver problemas de salud de la persona, la familia y comunidad. ¿Se cumple o sólo es teoría?
La atención de la salud en Bolivia sigue siendo mercantil, no preventiva. Generalmente el diagnóstico (laboratorio y estudios complementarios) se hacen en centros privados, costos onerosos, la mayoría de los pacientes sólo llegan a la consulta del galeno; para los estudios que se receta ya no se tiene dinero, queda ahí.
Los puestos o centros de salud se han construido en la periferia de las ciudades o el área dispersa: pero lo no existe son médicos y enfermeras, no hay ítemes, explican, entonces son pequeños elefantes blancos que se van deteriorando en los municipios. ¿Habrá que esperar que algún médico cubano venga en solidaridad? ¿Hasta cuándo suplicamos?
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