Opinion

Antologías
Surazo
Juan José Toro Montoya
Martes, 19 Septiembre, 2017 - 17:41

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En noviembre de 2016 le pedí a Homero Carvalho que me ayude a hacer un mapa de la literatura boliviana actual; es decir, un panorama de los escritores bolivianos vivos, Departamento por Departamento, y el resultado fue desalentador para el mío porque, a la luz de los datos de ese momento, el único que no tenía un representante visible era Potosí.

¿Falta de talento? ¡Para nada! Carvalho dictó talleres para escritores en todo el país y, sobre la base de lo que vio, está convencido de que “Potosí tiene una de las generaciones más interesantes” en el arte de las letras. ¿Por qué, entonces, no aparecía en el mapa boliviano de la literatura?

Una de las muchas respuestas existentes es la falta de promoción. Los escritores potosinos publican solo para Potosí porque no tienen la oportunidad de exhibir su arte en las ferias nacionales del libro y mucho menos en las internacionales. Por ello, sus trabajos se limitan a su ámbito geográfico y quedan ahí, condenados muchas veces al olvido.

Además de las ferias, otra forma de promocionar a los escritores es la publicación de antologías. Estas obedecen a un criterio de valoración e inevitablemente están sometidas a una selección subjetiva a cargo del o los antólogos. En otras palabras, prima el gusto de los seleccionadores.

Bolivia tiene ese tipo de selecciones desde 1942, cuando el potosino Saturnino Rodrigo publicó su “Antología de cuentistas bolivianos contemporáneos”. La mayoría de estas compilaciones incluyen trabajos de escritores potosinos pero, a medida que pasó el tiempo, estos fueron bajando en cantidad hasta prácticamente desaparecer.  

En los dos últimos años salieron seis pero solo una tomó en cuenta el criterio regional a la hora de la selección.

Tomando en cuenta que la de Armando Soriano alcanza hasta 1991, la más representativa de los últimos años es la “Antología del cuento boliviano” que la Biblioteca Boliviana del Bicentenario publicó con una selección de Manuel Vargas. En esta solo aparecen dos potosinos, Julio Lucas Jaimes y su hijo Ricardo Jaimes Freyre, en el apartado de fines del siglo XIX y principios del XX. De los vivos no hay ni señas.

Las antologías tematizadas son todavía más restrictivas. Entre las últimas hay dos que recopilan cuentos de la Guerra del Chaco pero solo una, la de René Rivera, incluye a un autor potosino vivo.

Por ello, el libro “Más de cien escritores bolivianos”, presentado recientemente en Quillacollo, Cochabamba, tiene el mérito de la inclusión. Como en toda antología, no están todos los que son ni son todos los que están pero, por lo menos, incluye a los nueve Departamentos del país. Pando tiene dos representantes, recientemente fallecidos, mientras que de Potosí aparecen 16, diez de ellos todavía en actividad.

Para mi gusto, pues de eso se trata, la antología excluye a figuras inexcusables como Pedro Shimose, Arnaldo Lijerón, Matilde Casazola, Ramón Rocha Monroy, Edmundo Paz Soldán o Renato Prada Oropeza y a firmas jóvenes como las de Wilmer Urrelo y Rodrigo Urquiola.  

Si de regiones se trata, Santa Cruz se presenta subvalorada pues solo tiene a cuatro figuras pese a ser, actualmente —entre otras cosas por su innegable peso económico—, el centro de la literatura boliviana.

A la edición se le van, también, los infaltables errores que en la cultura de los impresores se atribuye a los “duendecillos de imprenta” pero ni esta ni las otras observaciones le restan mérito a un libro de 648 páginas que por lo menos merece ser llamado “inclusivo” y “exhaustivo”.

Como dice Homero, “esta obra se convertirá en un texto de consulta”.  

 

  

 

 

 

 

  

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.