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Para mantener el poder los gobiernos recurren a la estrategia de tener agentes infiltrados en todas las organizaciones contrarias al régimen o dentro de los movimientos sociales que buscan reivindicaciones sectoriales o descontento político.
Los infiltrados tienen la misión de mimetizarse en las masas y recabar toda información sobre las decisiones que se toman en asambleas, las marchas de protesta, reuniones políticas u otras situaciones para luego informar a los órganos de seguridad del gobierno para que éste se anticipe a los hechos y tome los recaudos necesarios para sofocar, reprimir o detener dirigentes claves.
La historia de los movimientos populares, especialmente en la política, tienen experiencias significativas cuando éstos infiltrados son los que provocan, hacen explotar dinamita, atacan a los órganos de seguridad, patean puertas o rompen ventanas y las masas se enardecen, cunde un estado psicológico de enfrentamiento y hay desborde incontrolable inclusive con pérdida de vidas. Luego se culpa movilizados y se justifica la represión para lavar la imagen de quien ejerce el poder. El infiltrado tira la primera piedra y se retira. Cumplió su misión.
La historia boliviana está plagada sobre las acciones de los infiltrados. Por ejemplo, la Revolución del MNR recoge experiencias interesantes. Esa rebelión debía explotar en la madrugada del 27 de agosto de 1945 (siete años antes de 1952). Todo estaba preparado y listo para el golpe y bajar al gobierno de la oligarquía de entonces; pero un infiltrado es clave para el fracaso.
Ése día debían tomarse los cuarteles, todas las instituciones del gobierno, los telégrafos que eran clave, asaltar armas y paralizar las acciones del gobierno. Los militantes del MNR estaban listos, tenían el apoyo de muchos militares que estaban en las filas de RADEPA, (una logia al interior del ejército), otros uniformados que no pertenecían a la “Razón de Patria” actuarían al interior de muchos regimientos en todas las ciudades del país: objetivo: tomar el poder.
El gobierno ya había adoptado medidas claves para sofocar cualquier movimiento, tenía infiltrados en la misma cúpula del Comité Revolucionario del MNR, se trataba del teniente Juan de la Cruz Monje Pinedo que había ganado la confianza de los dirigentes de la Revolución y junto a otro de sus camaradas, Flavio Luizaga, tenían la misión de nada menos que inspeccionar y dar la señal en los centros de concentración de los rebeldes, es decir, de los revolucionarios; pero una vez que llegaban a cada lugar, los emenerristas eran cercados, apresados sus dirigentes y anulada toda reacción. Esto en La Paz, desde donde se tenía que actuar para todo el país.
Juan de la Cruz Monje era informante de la Sección II del Ejército, infiltrado en el mismo Comando del MNR, aprovechó la invitación de Flavio Luizaga para ser parte de la conspiración del MNR, que aceptó gustoso, y llegó a participar de las mismas reuniones secretas del Comando de la Revolución.
La Revolución del MNR tuvo que esperar hasta abril de 1952 para que finalmente se produzca el hecho más importante para el país que marca un antes y después en la vida republicana.
¿Habrá infiltrados hoy? ¿Cómo y dónde actúan? No es difícil deducir que hay infiltrados tanto en la oposición como en el gobierno. Los partidos políticos tradicionales, hábilmente, tienen cientos de infiltrados en el poder, inclusive en cargos de importancia y fungen como grandes masistas, con discursos radicales más que el propio Evo; su misión es corroer el poder desde adentro, tumbar al gobierno.
A su vez, el gobierno tiene infiltrados en la oposición, las organizaciones sindicales u otros grupos adversos. Los intereses son grandes en cada lado.
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S-210317
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