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En 1778, Tomás Katari partió de Macha hacia Buenos Aires para conseguir la restitución de sus derechos y los de su gente. Hizo todo el trayecto a pie ya que, entonces, los indios tenían prohibido transportarse a caballo. Luego de meses de dura caminata en los que su única compañía fue el hijo de su compañero Isidro Achu, llegó a la sede del virreinato y expuso sus quejas al virrey Juan José Vertiz. El representante de la corona española atendió sus quejas en parte y los despachó. Fue el inicio de las grandes sublevaciones indias del siglo XVIII.
Si todo sale como se ha previsto, este viernes partirá una nueva marcha hacia la sede del poder.
Dirigentes del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) partirán desde la Villa Imperial de Potosí con rumbo a La Paz exigiendo atención del gobierno de Evo Morales a un pliego petitorio de 26 puntos que, según ellos, no ha sido suficientemente atendido.
Se decidió que luego de una partida simbólica desde Potosí, los dirigentes se trasladarían al cruce de Macha para iniciar, desde allí, la caminata a la sede de gobierno. La posición asumida por los comunarios de Macha, afines a Morales, de no permitir la partida de ese punto hizo que cambien su planificación inicial así que la salida será desde otro lugar.
Las circunstancias son diferentes pero el fondo es el mismo: restitución de derechos.
Potosí pide su derecho al desarrollo, aquel que le fue negado desde que comenzó a explotarse la plata del Cerro Rico, pero ni siquiera este gobierno, autoproclamado socialista, entiende lo que necesita. Con el argumento de que la región ya fue suficientemente atendida, no quiere ir más allá. Como el virrey Vertiz, atiende los reclamos solo en parte.
El aeropuerto internacional es el ejemplo más claro. Mientras sus vecinos Oruro y Sucre ya tienen una terminal aérea de ese tipo, el presidente Evo Morales dijo en Betanzos, territorio potosino, que no se construirá un aeropuerto internacional en Potosí porque sería un derroche innecesario de dinero.
Los cívicos partirán rumbo a La Paz luego de la algarabía que vivió Chimoré donde el gobierno inauguró un estadio con capacidad para 15.000 personas y un costo aproximado de 20 millones de Bolivianos. Tal vez esa infraestructura sea muy necesaria en el trópico de Cochabamba y quizás su costo no sea un derroche de dinero pero Potosí no pide estadios sino fábricas y el necesario impulso al turismo para reemplazar, de una vez, su base económica asentada en la minería.
No se sabe lo que pasará con esa marcha. Quizás no llegue a destino. Quizás sea intervenida por el gobierno. Quizás consiga llegar hasta La Paz. Quizás logre más de lo que logró la histórica huelga de los 19 días. Quizás fracase. Quizás pase a convertirse en un recuerdo. Lo cierto es que, a diferencia de otras protestas, y sin importar su desenlace, esta tiende a convertirse en un hito, igual que la marcha de Tomás Katari, aquella que, al no haber conseguido su objetivo, desató los más memorables levantamientos indígenas de la historia de Bolivia.
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