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Nos aprestamos a vivir días históricos para el país: elecciones presidenciales y la conformación de la Asamblea Legislativa Plurinacional del Estado Boliviano que surgirá del resultado de seis millones de votos de ciudadanos que se prevé acudirán a las urnas el próximo domingo.
No hay duda que las encuestas hechas en estas semanas no son nada confiables, está demostrada por la misma historia que no hay aciertos válidos, lo confirman también otros resultados: por ejemplo Brasil en su última concurrencia democrática.
En nuestro país la oposición nunca ha mostrado su optimismo en superar en las urnas al binomio Evo-Álvaro; pero mantienen la esperanza de que en el Legislativo no se logre más de los dos tercios a favor del oficialismo como ocurrió en las pasadas elecciones. Si se ratifica el resultado habrá sido un triunfo contundente del MAS-IPSP.
Con algunas excepciones, lo ponderable de la campaña electoral que concluye es que no se recurrió a la bajeza del insulto, las ofensas y las alusiones personales no estuvieron subidas de tono como en el pasado, es una muestra de que vamos aprendiendo a vivir en democracia.
Lo cierto es que todo extremo es malo. Veamos el caso de que en el Legislativo el oficialismo logre más de los dos tercios, entonces volveremos a tener leyes aprobadas al por mayor y sin ninguna consideración o análisis, simplemente será suficiente que la mayoría levante la mano; no habrá debate, discurso, el arte de la oratoria estará lejos.
Se advierte que el próximo legislativo tendrá más representación de gente formada académicamente, se nota que en cada opción política hay candidatos de clase media y no pocos con carrera universitaria, puede ser la oportunidad de la formación de nuevos cuadros políticos, hoy estamos faltos de ellos; es decir, líderes propositivos y con diferentes opciones de análisis de la realidad nacional no están a la vista.
Pero también está el peligro de que al no tener los dos tercios en el Legislativo, ambas Cámaras se vuelvan incontrolables, no permitan el avance de la aprobación de leyes, aunque la iniciativa sea buena se recurra al capricho, de esto Bolivia tiene experiencias, podemos caer a tener un gobierno débil y esto implica muchos peligros.
El chantaje sería útil en la negociación ante la debilidad del Ejecutivo, el control del “Congreso” sería una preocupación permanente y la gobernabilidad quedaría amenazada, surgiría el cuoteo en las esferas de poder: ministerios a cambio de votos; administración de empresas estatales, pequeños feudos que se entregarían a quienes tendrían representación en la Asamblea Legislativa, entonces los partidos políticos, alianzas o las “junt'uchas” volverían a tener vigencia. Bolivia tuvo gobernantes títeres con voto del pueblo que no superaban ni siquiera el 20% de apoyo en las urnas; pero manejaban los recursos del país, a gusto y sabor del oportunismo.
El resultado que surja de las urnas el próximo domingo permitirá escribir otra página de interpretación de la realidad boliviana; marcará época para la concepción de desarrollo, antes visto como asemejarse a los países del norte y su forma de vida; pero los aprovisionábamos nuestras materias primas: la plata, el estaño y otros minerales para las industrias de EE. UU., Europa o el Japón.
Luego de la experiencia del emenerrismo (1952-1964) vivimos la etapa negra de los golpes de Estado, el ejército se apoderó del poder hasta 1982 sin políticas definidas, en ocasiones tratando de mantener el nacionalismo; pero despilfarrando las riquezas nacionales, inclusive con la dotación de miles de hectáreas de tierras del oriente sólo a los acólitos de los dictadores y golpistas.
También soportamos la hecatombe del neoliberalismo. “Bolivia se nos muere” fue la justificación para entregar las empresas nacionales a la voracidad extranjera, miles de mineros fueron despedidos de las minas estatales, YPFB, ENFE, fábricas e industrias. Desde ése entonces no podemos recuperar fuentes de trabajo para los jóvenes de hoy.
¿Cuál es la visión de país que soñamos antes de las elecciones generales del domingo? ¿Asumimos la corresponsabilidad que tenemos con Bolivia? El asunto no parece ser tan sencillo; pero será nuestro voto que decida el futuro.
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