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Una de las grandes debilidades de nuestro Estado es la falta de de creación de empleo digno y permanente para una población económicamente activa que cada año necesita incorporarse al mercado laboral; pero las oportunidades son restringidas porque sólo se favorece al que tiene padrino.
¿De quién depende que se abran las posibilidades de empleo en el sistema estatal? ¿Dónde buscar padrino para una recomendación? ¿Es suficiente estar capacitado y tener título para tener cargo? ¿Vale la pena “quemar las pestañas” en los Institutos y Universidades para tener la oportunidad de un trabajo productivo y que permita un ingreso digno? ¿Se acabó el cuoteo o botín político de todos los cargos públicos que era costumbre en los regímenes políticos que las caracterizaban las décadas anteriores? ¿Hoy se está seguro en el lugar de trabajo y se tiene protección social y familiar?
A diferencia de los gobiernos de turno anteriores, cuando el empleo era decisión absoluta de los jerarcas del partido político en función de gobierno, hoy la disposición es de los líderes de las denominadas “organizaciones sociales”. Tener su aval significa tener posibilidades de acceder a un empleo, sea en educación, salud, administración pública o cualquier dependencia estatal.
También los dirigentes sindicales, ya sean departamentales o nacionales; ligados al régimen actual en el poder, actúan como organizaciones sociales que deciden los puestos. “No hay cargo sino no es decisión política”, se afirma sin ninguna reparo, pues las convocatorias que se publican ya tienen nombre y apellido, aún el candidato no tenga el perfil requerido.
Una mirada a cualquier parte del país nos permite constatar que la economía informal ha tenido un crecimiento agigantado, quienes hacen estadísticas afirman que más del 65% de los trabajadores en las ciudades son informales y generan una economía superior al 67% del Producto Interno Bruto, PIB,, esto es un problema estructural para el Estado.
Sucede que en el mercado informal no se desarrollan las capacidades productivas, sólo se encuentra posibilidades de intercambio comercial; pero no con lo que en el país se produce sino por la vía del contrabando y especialmente con la venta y reventa de ropa a medio uso venido de otras partes, adicionado la chiflería, que se asienta en las calles y plazas principales de nuestras ciudades.
¿Quiénes están en esta economía? Ya no son aquellos que tradicionalmente eran comerciantes; sino están ahora sumidos en el negocio profesionales con título de todas las áreas que tienen como mercado seguro en la clase media para arriba, clientes que por celular preguntan cuándo se abrirán los fardos recién llegados donde se podrá hacer una buena selección y… de primera, amén de los miles de calles donde se ofertan prendas a un boliviano o cinco, según el pecador.
Con esta realidad de “mercado” es probable asumir que ya existan más vendedores que compradores en todo nuestro Estado plurinacional, es más, en los emprendimientos informales están incorporados casi todos los miembros de la familia: compra, mercado, distribución y consumo. Ya desde niño se aprende el círculo del negocio.
Es una política económica asumir el criterio de que el gobierno no sea generador de trabajo dependiente del Estado, más bien debe alentarse el autoempleo donde se desarrollen talentos y capacidades productivas y que a su vez se permita captar la mano de obra, calificada o no; pero en los hechos esta idea sólo queda en anuncios o publicidad porque no se advierten sus frutos por falta de una diversificación de la economía nacional, la realidad es que el Estado sigue alimentando la importación y la balanza de pagos es desfavorable para el país.
El sistema económico vigente, que no es nada diferente al libre mercado neoliberal, no cambiará en los años próximos, estaremos igual o peor el 2025, pero debe ser un desafío asumir una política de Estado incorporar en los planes que se advierten una visión del empleo digno, con igualdad de oportunidades reales y no a base del padrinazgo y la militancia en la politiquería que se ha venido arrastrando desde hace tiempo.
Fuera de lo informal se debe abrir posibilidades de realización en las cosas de Estado no en base al cuoteo y el padrinazgo sino sustentado en la cualificación y la capacidad de aporte al desarrollo, que es marcar la diferencia.
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