JUANA ASURDUI LLANOS

ASURDUI

Juan José Toro Montoya

El 12 de julio es la fecha que los historiadores del pasado eligieron para conmemorar el nacimiento de Juana Azurduy de Padilla.
Y digo “eligieron” porque hoy, con el suficiente respaldo documental, ya se sabe que la mujer más heroica de nuestra historia no nació en esa fecha sino un poco antes, en enero de 1780.
El dato no es nuevo pero es sistemáticamente resistido por algunos círculos de la sociedad chuquisaqueña que, por razones desconocidas, prefiere dejar las cosas tal como están y no corregir un equívoco histórico.
El error fue el resultado del hallazgo de una partida de bautismo, la de Juana Azurduy Bermúdez, que señalaba que la bautizada nació en La Plata el 12 de julio de 1780. Por el nombre, los historiadores se dieron por bien servidos y proclamaron la fecha. No les importó que en el acta de matrimonio con Manuel Asencio Padilla el nombre de la heroína apareciera como Juana Asurdui Llanos, con “s” e “i”.
Investigadores como Hugo Canedo, Fernando Suárez, Juan José Leñero, William Lofstrom y Mario Castro advirtieron del error y hasta anunciaron que la partida de la verdadera Juana había sido encontrada. No les hicieron caso y siguieron celebrando el 12 de julio.
Este año, Norberto Benjamín Torres, cuyas investigaciones han arrojado nuevas luces sobre héroes como Padilla y Vizente Camargo, con “z”, publicó el libro “Juana Asurdui de Padilla. La historia detrás de la leyenda” que tiene la virtud de disipar cualquier duda al respecto.
Torres no hace afirmaciones taxativas pero exhibe hechos y, lo que es más importante, la documentación que prueba cuanto escribe. Así, sabemos que la Juana Asurdui Llanos que se casó con Asencio Padilla el 19 de mayo de 1799 es, en efecto, la heroína, nuestra Juana, la coronela, la mariscala, la Juana de América que se merece todos nuestros homenajes.
Y lo prueba armando no solo la biografía documentada de esa figura histórica sino también su árbol genealógico y hasta la historia judicial de sus propiedades. Con los datos que aparecen en los documentos, no hay duda posible sobre su identidad.
Se caen algunas versiones, es cierto, pero no desaparece el tronco de la historia que es el heroísmo demostrado por una mujer que no dudó en montar a caballo y empuñar una espada para luchar por la libertad. Se caen algunos mitos y arrastran hasta los retratos en los que se la representa con uniforme militar.
Queda saber por qué sus biógrafos prefirieron una fecha en vez de buscar el acta de bautismo de la verdadera Juana. Quizás el hecho de que en la partida de la verdadera Juana no haya una fecha precisa de nacimiento les desalentó porque no les daba la oportunidad de celebrar con precisión. Curiosamente, los historiadores que más se ocuparon de ella fueron potosinos, Samuel Velasco Flor, Joaquín Gantier Valda y Valentín Manzano Castro. Los tres se dejaron llevar por su admiración a la mujer, a la heroína, al personaje, y contribuyeron a construir una imagen más cercana a la leyenda que a la realidad. Torres infiere que Gantier y Manzano “sabían de la existencia de tan importante documento” (la verdadera partida de bautismo) pero “prefirieron seguir adelante cargando con las consecuencias de ello. Es decir, seguir homenajeando, cada 12 de julio y en cualquier oportunidad a una homónima, que no era la esposa de Manuel Asencio Padilla”.  
Ahora resta corregir el error de la fecha de nacimiento. La partida verdadera dice que se bautizó el 26 de marzo de 1780 y tenía dos meses de nacida. Habría que convenir, entonces, que nació el 26 de enero.

 

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