COCHABAMBINA

DIME QUÉ COMES Y TE DIRÉ DE DÓNDE ERES

Constantino Rojas Burgos

Cuando de comer se trata, en Cochabamba no hay más que llamar al Cronista de la Ciudad, don Ramón Rocha Monroy,  que se conoce las comidas y los lugares donde deben dirigirse los circunstanciales comensales que tienen buen diente y ganas de satisfacer su apetito culinario en la Llajta.

Ramón Rocha no solo que conoce las comidas y los lugares típicos del sabor cochabambino, conoce también a los propietarios a los que visita con regularidad para picar un platito y recordar a su compadre don Urbano Campos (Alfredo Medrano), su colega periodista de las “Reflexiones bajo en molle” con quien frecuentaba el sabor de la buena vida y la poca vergüenza.

El Cronista de la Ciudad,  siempre que escribe sobre las comidas de Cochabamba, recuerda al “Fiero Medrano” con cariño y hasta devoción, por la romería y el culto que le guardaban en dúo a la comida, escribiendo columnas en el periódico como expertos en gastronomía, con dominio de los ingredientes y la forma de preparación, acompañado de la llajwa —el agilizador— para pedir inevitablemente un casquito y una jarrita de chicha.

En el mes aniversario de Cochabamba, no podemos dejar pasar la naturaleza del ser de un k’ochalo, gustoso de la comida y de la comida a toda hora y en una variedad de platos, que por cierto, no se encuentran fácilmente en otros departamentos. Cochabamba se caracteriza por tener una lista interminable de comidas, entre las que destaca el chicharrón por tradición, el pique macho, el lambreado de conejo, la ch’anka de pollo en el Cercado y en las provincias, tienen cierta preferencia por aprovechar las bondades que tienen en la producción de carnes, embutidos, legumbres, hortalizas, etc., que son bien aprovechados para satisfacer el diente de sus clientes que tienen el hábito de viajar continuamente a las provincias.

En Cliza encuentran un delicioso pichón, las malas lenguas dicen que son criados en Punata, en Tarata el chorizo acompañado de mote y una agradable ensalada de zanahoria, tomate y locoto picado, en Punata la puta ch’anka y el escabeche, que si no se come con pan no tiene sentido. Cierta ocasión,  decidí invitarle a un colega un platito de escabeche, comedido él se fue al mercado de Punata y después de haber tardado bastante volvió señalando que había comprado pan de Arani hecho en Punata.

En Aiquile,  el uchuku, en Sacaba el chicharrón,  en el trópico la variedad de pescados, en Quillacollo y Vinto el p’ampaku de cerdo y de pollo. Cuando se trata de comer en Cochabamba suficiente con tener apetito y billetito para hacer una buena elección de comida especializada y a gusto del cliente que cada fin de semana busca una variedad culinaria y gastronómica para comer en familia, con amigos,  compañeros de trabajo que siempre son una buena compañía a la hora de comer algo.

A los mismos k’ochalas se les escucha decir, medio en broma, medio en serio, que en Cochabamba se come para vivir y se vive para comer, una expresión que caracteriza una formas de vida y de la vocación de servicio por la comida en cualquier día de la semana, pero también a cualquier hora y lo digo porque en las Islas, prolongación de la Av. Villarroel o los cardan calditos se amanecen para recuperar a los “borrachos” que están de hambre y de ch’aki.

Otra vez, nada más llamar a don Ramón Rocha, el Cronista de la Ciudad que le hará recomendaciones más certeras y oportunas para comer la variedad de comidas que ofrece el departamento de Cochabamba, para satisfacer el gusto de comer, de ser feliz y de tener la barriga llena y el corazón de contento.

El autor es periodista y docente universitario.

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