CARCEL DE PALMASOLA

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Según un informe extraoficial, el hecho se registró la tarde de este martes cuando dos grupos de reos supuestamente pretendían controlar pabellones.
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La Representación Departamental de la Defensoría del Pueblo en Santa Cruz participó en un acto preparado por internos del Bloque A del PC-3 del Centro Penitenciario Palmasola, en memoria de las 35 personas privadas de libertad que murieron hace un año en hechos de violencia.
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La presidenta de los Derechos Humanos de Santa Cruz reiteró que la salida de los 10 reclusos, posibles responsables de los hechos sangrientos, no es la solución a la violencia que se vive en el penal. “La situación se mantiene latente mientras no haya un mayor cambio”, señaló.

HOLOCAUSTO EN PALMASOLA

Fátima López Burgos

Las cárceles en Bolivia, son tierra de nadie. Los presos controlan los penales y por si fuera poco los guardias no tienen acceso a los pabellones, los reclusos organizan su propia seguridad. Hecho que confirma que la policía no tiene la capacidad para cumplir esta delicada función.

La noche del viernes 23 de agosto, justo cuando se recordaba en el mundo, el Día Internacional del comercio de esclavos y su abolición, los reos más peligrosos y violentos del Bloque “B” de Chonchocorito” (cárcel de Palmasola/ Santa Cruz), envalentonados por efectos del alcohol y drogas, preparaban para la madrugada del día siguiente el holocausto del siglo XXI, armados con garrafas, machetes y armas blancas. El plan fulminar a los reos del Bloque A, que dormían plácidamente.

La pugna de poderes al interior del pabellón de “Chonchocorito” y la urgencia de lograr un control total del recinto penitenciario., desató la matanza más feroz de la historia de las cárceles en Bolivia, con un saldo fatal: 33 internos muertos y al menos 60 heridos.

Uno de los  internos, mientras gemía de dolor por las fuertes quemaduras, relató que todo estaba planeado para asaltar el bloque A a la madrugada, momento en que la mayoría de las víctimas dormía.

El saldo de este salvaje ataque por el poder, dejó por sentado que la vida no vale nada en esta ciudadela nauseabunda, donde la violencia de los seres humanos en cautiverio, no tiene límites.

Los violentos reos a sangre fría aniquilaron a sus víctimas, utilizando  gas, machetes y otras armas punzocortantes para marcar su territorio y mostrar su poder. La poderofobía se había desatado.

La confusión y el horror estalló en puertas del penal, cuando la policía nerviosa y sin ninguna preparación en momentos de conflicto, negó a los familiares el ingreso al penal y declaró una clausura temporal de Chonchocorito.

Una madre, entre sollozos, sólo atinó a pronunciar el nombre de su hijo, dejando en reserva el apellido para precautelar su privacidad. Los familiares entre empujones y gritos desesperados compartían esta histeria colectiva imparable. La salida de los restos de los fallecidos en un camión de transporte público, rumbo a la morgue, fue impactante.

Entonces ¿de qué sirven las reformas, desconcentraciones y demás, si las autoridades no tienen control alguno sobre esa especie de guetos amurallados, donde la vida y la muerte son la cara de una misma moneda?.

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Son 75 los menores que han sido sacados del penal, mediante la escuela de padres que desarrolla la Gobernación cruceña en el interior del régimen penitenciario.