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El cargo no te da autoridad, la autoridad te da el cargo. Será que por eso, el Diccionario define esta palabra como el “prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia”. En consecuencia, la autoridad se convierte en credibilidad, lo que a su vez genera la fe pública en las personas.
¿A qué viene todo esto? Pues me dejó muy preocupado la credibilidad del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Recientemente, cuatro de los cinco partidos que participarán en las elecciones de Octubre señalaron que no confían en los vocales del TSE. Sólo el oficialista MAS dice lo contrario. Usted dirá: esas percepciones son políticas, y hasta puede que tenga razón. Aunque hubo un tiempo en que eran muy respetados (los llamaban Los Notables), incluso por aquellos que no creían en el sistema democrático.
A esa desconfianza partidaria, se suma la percepción de la ciudadanía. Una encuesta, difundida recientemente por Página 7, revela que el 36% de los consultados confía poco en el TSE, y el 30%, más o menos. Dicho de otro modo, 6 de cada 10 encuestados tienen dudas. Bueno, digamos que son encuestas.
¿Cuándo se origina la desconfianza? En las elecciones judiciales (octubre 2011), cuando ganó el voto blanco y nulo, que sumó un promedio de 2.5 millones y los que no votaron llegaron a 1.156.685, de un total de 5.243.375 habilitados. Según opositores y analistas, “se cocinaron” datos para evitar la anulación de ese proceso. La deslegitimación no se pudo evitar.
Esa vez, el TSE estaba presidido por Wilfredo Ovando, que en “coincidencia” con el MAS se oponía, también por esa vez, a reformar el artículo 82 de la Ley del Régimen Electoral que bloqueaba la información a la ciudadanía. Este vocal fue acusado luego de ser militante del MAS. El MSM difundió fotografías suyas en actos proselitistas. Ovando negó el hecho.
Creció la desconfianza cuando cinco vocales, Dina Chuquimia, Wilfredo Ovando, Irineo Zuna, Fanny Rivas y Marco Ayala, aprobaron una delimitación de circunscripciones uninominales contraria a la Constitución. La oposición los acusó de favorecer al MAS con su mapa electoral. Ante los argumentos y críticas, tuvieron que cambiar.
También llamó la atención, el empadronamiento. Un departamento del TSE proyectó 451.000 nuevos inscritos. Después de dos ampliaciones, sumó 1.288.505. Las proyecciones fueron hechas con datos del Censo 2012, que para lo peor arrojó tres cifras de población diferentes.
Tomé esos hechos como chambonadas, y opté por confiar en las personas. Sin embargo, cuando vi el pasado 27 de Julio en El Deber un titular: “Cuatro vocales del Tribunal Electoral enfrentan procesos”, volvió la preocupación. Zuna tiene dos denuncias de acoso sexual a funcionarias, una de las víctimas dice que la obligó a vestirse de Chola. Rivas fue denunciada por el fiscal Roberto Achá en Santa Cruz en enero de 2012 por supuesto tráfico de influencias a favor de su cuñado.
El diario cruceño señala que los vocales Ayala y Rivas también tienen un proceso en el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) por la presentación de facturas falsas. El monto observado es de Bs 30.000 y el TSE fue notificado el 29 de mayo de este año.
La última denuncia fue presentada por la exjefa de Sección Comunicación e Información del SIFDE, Sandra Mallo, contra Chuquimia por intentar favorecer a una empresa con un contrato sin cumplir los pasos legales y administrativos para la realización de una campaña publicitaria. Hubo otra denuncia de tráfico de influencias contra Chuquimia en 2011 por haber instruido supuestamente la impresión de 70.000 volantes para las elecciones judiciales. Este último caso provocó un proceso contra el TSE.
Por principio presumo inocencia. Pero, estos juicios suelen ser usados por el poder político para cambiar conductas cada vez que las personas quieren actuar en regla.
El cargo no te da autoridad, la autoridad te da el cargo. Las razones de la desconfianza están ahí, pero también están ahí personas que probablemente puedan revertir esta percepción respecto al TSE por el bien de la democracia.
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