Opinion

EVOTAR
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Sábado, 14 Julio, 2012 - 19:59

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Cuando Evo Morales vio la película Avatar, ambientada en 2154, confesó que se identificó con Jake, un marine veterano de guerra parapléjico, invitado para participar en el programa Avatar, un proyecto que transporta la mente de las personas a unos cuerpos artificiales. La película es ambientada en Pandora, una luna del planeta Polifemo, de asombrosa biodiversidad y habitada por los Na'vi, una raza humanoide de piel azul. Los humanos imperialistas quieren expulsar a los nativos del clan Omaticaya de un gigantesco árbol, conocido por ellos como Árbol Madre, para apoderarse de un yacimiento de un mineral muy cotizado. Jake encarna el Avatar e se infiltra entre los Na'vi para destruirlos desde adentro, pero se enamora de una “indígena”, Neytiri, y constata que éstos jamás renunciarán a su tierra, lo que provoca un conflicto armado con los humanos. Ante la disyuntiva Jake decide quedarse del lado de los defensores de la Casa Grande (la naturaleza) y enfrentar a su propia raza.

Cuando Morales se declaró Avatar nunca pensó que iba a vivir una historia parecida pero en sentido inverso y menos dar el argumento de Avatar II a James Cameron, quien bien podría escenificar la segunda parte de la saga en el TIPNIS con un personaje llamado Evotar, que traicionó a sus “hermanos”, los indígenas, después de hacerles creer como Avatar que era su líder espiritual y defensor del Árbol Madre pese a no ser como ellos.  

Avatar y el TIPNIS descubrieron al verdadero Evo. Pues, una cosa es creerse y otra, ser.

Dijo que era defensor de la Madre Tierra, le armaron una Cumbre Climática en Tiquipaya donde propuso un Tribunal de Justicia Climática para castigar a los depredadores; en un año de conflicto quedó demostrado que no tiene ni idea del valor de la ecología y de la necesaria armonía entre la naturaleza, el ser humano y la economía. Menos se ha enterado que preservar el medio ambiente significa preservar el futuro de los hijos de la humanidad. 

Dijo que era izquierdista porque en su gestión cocalera las ongs, los partidos, los políticos de esa línea le respaldaron y defendieron, pero carece de valores tan sencillos pregonados por la izquierda universal como la consecuencia, la igualdad, el respeto al pensamiento diferente, la humanidad, la verdad, la solidaridad y la capacidad de consenso. El TIPNIS lo descubrió como a alguien que desconoce que la izquierda humanizó la política y el Estado para desarrollar las condiciones mínimas de vida en favor de todos y todas, incluidos sus adversarios políticos.

Se presentó o lo presentaron como indígena sólo por haber nacido en un pueblo aymara, sin embargo está muy alejado de la coherencia sembrada por Tomás Katari, Túpaj Amaru, Tupac Katari. Si Fausto Reynaga se enterará de sus últimas acciones volvería a marchar con su letrero: “la tierra no es de quien la trabaja, sino del indio”. 

Dijo que era antiimperialista, pero sólo hasta el grito de Patria o Muerte, pues, presumo que asumió esa actitud nomas porque fue maltratado por la DEA estadounidense en su condición de dirigente cocalero, cuando gritaba “kausachun coca, wañuchun gringos” (que viva la coca, que mueran los gringos, en quechua), pero recibía ayuda de USAID para sus bases. Después del TIPNIS, no hay ninguna duda de que no se enteró de las razones antiimperialistas de Martí, Mark Twain, Sandino, Mariátegui o Haya de la Torre. Si el Che Guevara lo viera le recordaría que un revolucionario antiimperialista no actúa contra su propia clase con las mismas armas del imperio. 

Morales se creía Avatar y muchos se congratularon de tener un presidente de esas características. El TIPNIS lo expuso tal y como era y es. 

El espíritu de los Na'vi y el valor de Neytiri hoy está entre los yuracarés, tsiman y mojeños en el TIPNIS, el próximo campo de batalla por la Madre Tierra, salvo que Evotar recupere la coherencia. Siempre es posible.