Testigo Virtual

CINE Y MULTISALAS

Rodrigo Ayala Bluske

En la época de los productos globales, las grandes películas norteamericanas penetran, literalmente, hasta  el último rincón de la tierra. Los títulos que de manera sistemática van lanzando las compañías cinematográficas, se vuelven parte de una cultura “popular” que une, como nunca antes había ocurrido, a los habitantes del planeta en sus latitudes más extremas. Seas un campesino de Botswana, un estudiante de la Sorbona o un Weenhayec del Chaco, sabes quién es Harry Potter y eres capaz de reconocer el último afiche de “Brave”.

La caída de la Unión Soviética y la apertura de China supusieron para  la globalización alcanzar su máxima cota de expansión económica,  y el desarrollo del digital le ha dado cobertura tecnológica. La estructura de la economía  permite a los productores, invertir y recuperar cantidades exorbitantes de dinero, y el mundo de lo virtual, promocionar las películas, posicionarlas y distribuirlas en cada demarcación geográfica  y en cada segmento social del planeta.

Por eso es que el esfuerzo de las grandes compañías cinematográficas se centra en desarrollar y explotar hasta el máximo, franquicias que puedan mantener la fidelidad de ese inmenso mercado. Puede ser que se trate de adaptaciones literarias, de comics, de “remakes” de películas anteriores, de secuelas o pre - cuelas de producciones exitosas, no importa, lo esencial está en garantizar que la enorme inversión satisfaga las metas trazadas y en el peor de los casos, no se convierta en un enorme desastre económico (lo que ocurrió en el 2.012 con una producción importante como “Jhonn Carter”, por poner un ejemplo). 

Por eso es que la creatividad de los realizadores del tipo de cine descrito se mueve en límites muy estrechos. Hay una frase eslava que plantea el dilema:  ¿Cómo en una cacería se puede contentar a la presa y al cazador a la vez?. En nuestro caso, la traducción sería; ¿Cómo hacer una película creativa, que a su vez repita los códigos y mecanismos que hicieron rentable a sus similares?. En el 2012 vimos a un director en extremo talentoso, como Sam Mendez, tratar de dar “profundidad” al James Bond de Skyfall, a la vez que se veía obligado introducir determinados personajes que aseguraran a futuro la continuidad de la serie (nuevo “Q”, nueva “M”, nueva “Moneypenny)”, y el resultado dejo harto que desear. En otro caso similar, el habilidoso Peter Jakcson en “El Hobbitt”, trató de lograr que la precuela, pudiera sorprender al espectador, copiando los principales elementos de “El Señor de los Anillos”, y al final nos dio  un producto el que la espectacularidad no consigue vencer al tedio en la mayor parte de las ocasiones. En todo caso vale la pena señalar que los medios empleados en la promoción de este tipo de lanzamientos son tan grandes (cable, redes sociales, prensa internacional, mercadeo anticipado, etc.) que a pesar de todos los “peros”, es muy difícil que uno de ellos tenga una pérdida total; ocurre, pero realmente es muy raro.

La expresión arquitectónica de esta nueva forma de consumir el cine se encuentra en los “malls”, cuya versión local ha adoptado el nombre  de “multisalas” (o “cines center” en nuestro país, si se quiere). Se trata de centros, que alrededor de las salas de proyección, organizan una intensa actividad social y comercial. Son lugares de encuentro y recreación, y el cine en ese contexto juega un rol de símbolo aglutinador. Pero la verdad es que los “malls” como centros de reunión social, no han traído mucho de nuevo; tan solo algo de  maquillaje y la evolución natural de costumbres y estéticas. En las ciudades de hace tres o cuatro decenios, la vida social se organizaba alrededor de las plazas y las calles principales y ahí es donde también se concentraban los cines. Los enamorados o amigos podían encontrarse en  una banca del parque, luego ir a ver la película y al salir, caminar veinte pasos hasta el restaurante. Hoy ocurre lo mismo, solo que en los estrechos límites del multicentro. En la época de las ciudades  superpobladas, grises e inseguras, estos espacios adquieren cada vez mayor importancia en la vida social.

Por supuesto que al tener como eje la exhibición de los productos globales, las multisalas se convierten en centros que expresan y difunden las tendencias y la estética de la globalización, en sus facetas más comerciales; se puede ver la película, luego jugar el juego de la misma en la sala de al lado y finalmente comprar el producto relacionado en la tienda del piso de abajo. Los restaurantes del multicentro tienen que reflejar “ transmodernidad”, los servicios que allí se ofrecen (banca, telefonía, tiendas, supermercados) tienen (por lo menos aparentar) que están en la punta de la tecnología digital. Los “malls” son una forma simple pero efectiva de estar conectados con el mundo y parte del placer de quienes hacen uso de ellos, reside precisamente en la obtención de esta sensación; ser parte del “todo”, parte de la globalización.

El que las “multisalas” sean las exhibidoras de los productos globales por excelencia, explica el que en ellas haya tan poca variedad de películas.  Las veinte o treinta unidades que conforman estos centros, generalmente están copadas por los “hits” de la temporada y sus múltiples formatos de exhibición (en una  la versión “doblada”, en otra la versión “subtitulada”, en otra la “3D”,en otra la “3D subtitulada”). Por eso es que en dichos centros hay pocas (muy pocas) películas de cinematografías distintas a la norteamericana, e inclusive por eso es que hay escasas películas norteamericanas “normales” (entiéndase “no superproducciones”).

¿Pueden las cintas nacionales competir en ese contexto contra los productos globales?. Es muy difícil, pero no porque en las multisalas se les niegue espacio (hay que decir que en general las de Bolivia no han negado opciones a los productores nacionales   ), sino sobre todo porque tienen que competir contra una maquinaria gigantesca de promoción y posicionamiento internacional.

El “lanzamiento” de las grandes producciones internacionales comienza dos o tres años antes de su estreno; durante ese lapso su promoción se va intensificando de manera sistemática a través de la televisión por cable (que apunta directamente al público que generalmente asiste a las multisales), redes de internet y medios de comunicación en general. En muchos casos el producto a lanzarse ya es parte de la “cultura popular” anteriormente descrita  por lo que su posicionamiento está prácticamente garantizado. En esas condiciones para un productor nacional estrenar en el mismo fin de semana que “Spiderman VI”  se asemeja a una nueva versión de la contienda entre David y Goliat.

Sin embargo  la coexistencia entre nuestra producción y los sistemas de producción internacional es posible, pero a condición de motorizar medidas inteligentes y oportunas. Un ejemplo de colaboración exitosa en este contexto es el que se dio entre el Cine Center de la zona sur de La Paz y Yanemarai, que posibilitó una sala de cine alternativo en el 2.012.

En general, la época en la que vivimos, ilustra diversos modos en las que las expresiones culturales locales conviven con la globalización (ese es el espacio de lucha por la identidad en nuestro tiempo)  y es de ahí de donde salen diversos tipos de creatividad (las vestimentas folklóricas con grabados de Rambo o Los Simpson, no son una novedad en Bolivia).  El problema se encuentra en las condiciones en las que se da esa coexistencia, y en ese sentido hay que decir que la institucionalidad ligada al cine boliviano, ha mostrado una miopía persistente hasta este momento sobre estos aspectos. Si uno revisa las inquietudes que la han movido en los últimos años, pocas tienen que ver con la promoción y distribución de nuestro cine, y en realidad, solo algunas con las condiciones de producción.

¿No es posible gestionar espacios  promocionales en nuestras distribuidoras de cable para la producción nacional?, ¿o negociar con las multisalas espacios promocionales privilegiados para nuestra películas?, ¿o administrar puestos de venta de artículos relacionados con nuestro cine en dichos espacios?.  Todas ellas son medidas sencillas, aunque obviamente el tema de fondo es la ausencia de una política al respecto;  ausencia que se explica por un CONACINE (Consejo Nacional de Cine) envuelto en crisis permanentes, con un directorio en cuyo seno se encuentran asociaciones de cineastas, que hace tiempo dejaron de reflejar el conjunto de la producción nacional.

Cuando hace tres lustros impulsamos la Ley de Cine, se pusieron en práctica medidas que impulsaban la producción, respondiendo a las necesidades que el entorno planteaba. Esa realidad ha  sido superada completamente, por eso la construcción de una nueva Ley, es urgente, esa es la única manera en que podremos avanzar de manera efectiva en esta época.

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ASTILLAS EN BERMEJO

Rodrigo Ayala Bluske

En pocos días, el 13 de enero, se realizarán las elecciones de alcalde en la localidad fronteriza de  Bermejo. La elección, extraordinaria, está motivada  por la suspensión del ex – alcalde Delfor Burgos y sin duda, su resultado influirá de manera específica en el devenir político tarijeño,  mostrandonos la forma en que se orientan algunas de las tendencias políticas nacionales.

Tarija, al igual que Bolivia, pero a diferencia de otras unidades político administrativas como La Paz o Santa Cruz, tiene una estructura espacial compleja. La Tarija – capital, tiene que equilibrar su poder de manera permanente  con ciudades intermedias como Yacuiba, Villamontes y la misma Bermejo. En esta última se encuentra una de las industrias más importantes del departamento: IABSA (Industrias Azucareras de Bermejo Sociedad Anónima), que contribuye decisivamente a los ingresos de la región, pero que a su vez, debido las contradicciones que genera entre “obreros” (dueños de la empresa) y “cañeros” ( proveedores de la materia prima), se ha vuelto un foco de conflictividad que afecta no solo al gobierno departamental, sino también al nacional (en el 2.012 los cañeros de Tarija, protagonizaron su propia “marcha” a La Paz, exigiendo que se les provea de un ingenio azucarero propio). En general Bermejo, desde la destitución de Burgos, sufre una crisis institucional acentuada: la municipalidad no funciona, los conflictos creces y los ciudadanos expresan por todos los medios su descontento.

Las elecciones de Bermejo, llegan en un momento clave en la evolución política del  departamento. La “no renuncia” del gobernador Mario Cossio (de darse antes de noviembre del 2.012, hubiera provocado según la legislación vigente, nuevas elecciones para gobernador), le ha brindado al MAS, que se encuentra a la cabeza de la Gobernación, la posibilidad de consolidar su público con un horizonte mayor al de un simple interinato, y a su vez le ha planteado a la oposición el reto de constituir una alternativa con posibilidades reales de disputar las elecciones del 2.014.

Para el MAS que cuenta con un respaldo solido en determinados sectores rurales, pero que tiene su mayor asignatura pendiente en la Tarija – capital, es clave encontrar nuevos aliados; en el caso de Bermejo esa necesidad se ha expresado en la alianza con el MAR (Movimiento Autonomista Regional) que encabeza el suspendido ex - alcalde Burgos. Tenga o no tenga éxito electoral el intento, ilustra un camino que el partido oficialista tendrá que seguir en el resto del departamento en el futuro: aliarse con los sectores dirigentes de las ciudades intermedias. Al MAS no le basta con la base comunitaria campesina, necesita recurrir en este caso a las “sub –elites” de lo que generalmente se denomina “las provincias”, las que históricamente mantuvieron una tensión de diverso voltaje con la elite  afincada en la capital. 

En el caso de la oposición, la elección la encuentra en una situación  más complicada. La “no renuncia” de Cossio, debilito su articulación (el M.N.R. anunció su decisión de romper con “Camino al Cambio” la agrupación del ex – gobernador, debido a este tema) y en general sus lazos se han debilitado. En el caso de Bermejo, el M.N.R y el UN intentaron reeditar la experiencia que están llevando a cabo en el Beni y conformaron una candidatura de “unidad”, sin embargo los resultados de las encuestas les han sido esquivos (su candidato bordea un 10%, en el tercer lugar, según alguna de ellas), por lo que pretenden ampliar su pacto a otra candidatura que expresa a las elites provinciales, la del PAN (Poder Autonómico Nacional),   que estaría en segundo lugar. El PAN (de manera inexplicable, ya que su candidato sería el  mayor beneficiario) en principio rechazó la propuesta. Esa actitud quizas se deba a que no desea ceder espacios en una futura administración, pero también es posible que parta de un cálculo de mayor alcance: la posibilidad de colaborar con el partido de gobierno en espacios que rebasen al mismo municipio. En todo caso, la situación de la oposición en Bermejo, ilustra a cabalidad su drama: un astillamiento extremo, que expresa las ansias de seguir administrando pedazos del aparato público, pero que a su vez revela la inexistencia de un proyecto político global, que la unifique y  le permita superar las desaveniencias menudas.

¿Servirá la nueva configuración política que surja tras las nuevas elecciones para terminar con la crisis institucional y solucionar los problemas que sufren los ciudadanos de a pie?, Los bermejeños escépticos, basados en su anterior experiencia, pueden pensar con algo de fundamento, que es probable que no. Si es así, seguiremos asistiendo al espectáculo de una democracia que tiende a priorizar las formas y se debilita cíclicamente; Bermejo en ese sentido, ha sido en los últimos años, uno de los extremos.  

 

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ARTE

Rodrigo Ayala Bluske

“Arte” es la obra de teatro de la francesa Yazmina Reza, que el grupo la “Oveja Negra” está representando en diversos puntos del país.

Como  muchas  construcciones narrativas contemporáneas, “Arte” se desarrolla en un contexto cotidiano para desarrollar tipos y conflictos de carácter universal; en este caso la relación entre tres amigos, situados en la clase media alta de cualquier sociedad occidental, que entra en un  periodo de crisis, merced a la compra de un cuadro por parte de uno de ellos, demasiado costoso en opinión de un segundo.

En cincuenta o sesenta minutos que transcurren  con gracia y  fluidez vemos pasar los juegos de poder, dependencias, manipulaciones emocionales, tácticas de domino y de supervivencia y demás tensiones que caracterizan uno de los tipos de relación básica que desarrollamos los seres humanos. El valor de “Arte” se encuentra en que logra revelar con transparencia la  complejidad de un tipo de relación que todos damos por sentada y ponemos en práctica todos los días. Si quisiéramos utilizar un lenguaje algo grandilocuente, podríamos decir que muestra las “grandezas y mezquindades”  con que los seres humanos alimentamos nuestra psicología. Y detrás de todo el conflicto solo hay una verdad que no por ser de Perogrullo deja tener absoluta validez: nos necesitamos, somos dependientes los unos de los otros, tenemos necesidad de querernos.

En una segunda línea temática Reza, también nos habla con una fuerte carga irónica del “Arte”, de la forma como los seres acomodamos nuestros prejuicios, complejos, intereses y mezquindades a lo que solamente debería ser la valoración de la creatividad estética de los seres humanos. En este caso la discusión sobre el cuadro “blanco, sobre un fondo blanco” nos describe la subjetividad inherente al tema, pero sobre todo las miserias con las que generalmente lo tratamos. En definitiva poco importa el valor artístico de la obra, sino más bien otros temas como el del monto que se ha pagado por ella, los intereses sociales que se acomodan sobre ella  y la forma en que sirve a las conveniencias de los personajes.
“Arte” es una magnífica oportunidad para encontrarse con tres de los actores más destacados de su  generación. Cristian Mercado es uno de los intérpretes bolivianos con mayor proyección internacional;  al margen  de su dilatada trayectoria teatral ha destacado en producciones cinematográficas como “Contracorriente”. A Luigui Antezana lo conocemos (y valoramos) a partir de varias incursiones tanto en el teatro, como en el cine nacional. Por otra parte esta es una ocasión para (re)conocer a Rodrigo “Gori” Patiño, que hace dos o tres lustros migro para desarrollar una destacada carrera como actor y  cineasta y que hoy vuelve a incursionar en el teatro boliviano.

Fernando Arze es el director de la obra, boliviano que también desarrolló su carrera en otros lugares. Su merito es que junto a los tres actores ha logrado hacer una composición de personajes sólida y  equilibrada. Se trata de una de esas representaciones donde el exceso o la falta, puede fácilmente descompensar un conjunto que se basa en el equilibrio de las tres personalidades. El planteamiento escénico es simple y cumple su propósito; facilitar al extremo los diálogos y situaciones entre los personajes, las que en definitiva constituyen el armazón de la comedia.

Adicionalmente, asistir a la representación de “Arte” nos ha confirmado otra satisfacción; a tres meses o cuatro meses de la inauguración del Teatro de la Casa de la Cultura en Tarija, las representaciones que se realizan allí son un éxito. Se está creando un nuevo público para las actividades culturales en la ciudad, lo que demuestra que la falla en estos casos viene por  la falta de infraestructura y de oferta, pero no por la ausencia de demanda de los potenciales usuarios.  

 

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