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Nada se ajusta más a la debilidad humana por el poder ciego, sino el proceder del conjunto de políticos del actual gobierno. Se nos podría objetar tal generalización, pero, sería poco menos que imposible tal observación comparada con los hechos. Sería largo enumerar todos los casos en los que cientos de asambleístas, concejales, diputados, senadores, ministros, etc., están implicados en acciones derivadas del ejercicio del poder. Pero un botón basta para muestra. Ahí está el bochornoso estado del Alcalde de Coruma (La Paz), arguyendo mandato social. Y el caso de los concejales del municipio de Punata, ya raya en las fiestas romanas, en las que los invitados dejaban su ropa en la puerta y si no les gustaba, se vestían y largaban de la jarana. Al concejal implicado, poco le faltaba para ser un Calígula romano, de quien se decía que era el marido de todas las mujeres de Roma y la mujer de todos los maridos. Una cosa distinta es el formulario de los actos del cargo enmarcados dentro de la formalidad; y otro, muy distinto pero evidente son las ceremonias de la práctica. Los políticos no logran diferenciar las mismas.
En la práctica de los políticos del MAS, no solo los formularios de los actos y las ceremonias de las prácticas están divorciadas, sino que pasan de uno a otro con comodidad. Para empezar, tienen ceremonias de culto al caudillo todos los días, repiten artículos de fe, como que sin Evo no hay progreso ni industrialización; estos artículos han alcanzado rango de dogma. Al punto que ya es posible hablar de una religión de Estado. Elementos de esta religión son el sol, la luna, los planetas, supersticiones, oráculos, augurios, mensajes y adivinaciones, con el único propósito de gobernar las mentes de los ciudadanos por medio del terror y el miedo al futuro desolador, si la presencia del caudillo, desaparece.
La práctica del vicio, los desmanes y los excesos, son nada más el efecto de un simple hábito, la ceremonia de las prácticas. Una política de tal intensidad es el resultado de una razón perezosa. Esta razón les conduce a pensar que se puede ser buen político sin una pizca de ética; y han creído que se puede amar a los pobres sin conocerlos y sin ser pobres; y peor aún, de que los vicios están por encima de las virtudes. Así lo demuestra su desmesurada gula por el poder.
Digo que la razón perezosa se ha enraizado en la mente de los masistas como mala hierba. Es más, me inclinaría a sostener, que la razón perezosa es connatural a todo régimen vertical, cuyo eje fundamental es el caudillo. Gottfried W. Leibniz, decía, que la razón perezosa es aquella que «llevaba a no hacer nada o, por lo menos, a no preocuparse de nada y a no seguir más que la inclinación de los placeres presentes». Hasta ahora ninguna autoridad de gobierno ha censurado el vicio y los placeres de muchos de sus políticos, tan solo se limitan a minimizar los hechos. Están convencidos de que la conducta no cambia nada, sino solo los vicios. Cuando lo único cierto es que todo proceso de cambio empieza por el cambio de conducta y, la misma, como predicación de las virtudes humanas. Pero, la máxima del actual mundillo político del MAS es «seguir la propia inclinación y no detenerse hasta lograr lo que en el presente nos puede contentar»; no otra es la razón de buscar la re-postulación del caudillo.
Los políticos del MAS, han mostrado una clara inclinación al libertinaje. Algunos pontífices del actual gobierno, han llegado a legitimar las consecuencias de las ceremonias libidinosas de sus partidarios; por consiguiente, no solo ignoran y pasan por alto las consecuencias perniciosas del libertinaje político, sino que además, aprueban tal proceder, fruto de la razón perezosa como símbolo y directriz de la acción política del actual gobierno.
Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
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